Bahjad Karakach, nuevo embajador de Cristo | Custodia Terrae Sanctae

Bahjad Karakach, nuevo embajador de Cristo

“Somos embajadores de Cristo” (2 Col 5,20). Esta es la frase elegida por Bajhad Karakach, ordenado sacerdote en la Custodia de Tierra Santa el 16 de agosto pasado en Alepo (Siria). La vocación a seguir a Cristo se reveló muy pronto en el caso de este franciscano sirio. “De pequeño me gustaba dirigir la oración en casa”. Su familia ha sido el terreno abonado en el que descubrió a Cristo. Se rezaba todos juntos, y el hecho de que Bajhad de niño imitase al sacerdote no pasaba desapercibido para su madre que meditaba en su corazón los signos de la evolución de su hijo. Pero no por ello pensó inmediatamente en el sacerdocio. Involucrado desde su infancia en las diversas actividades parroquiales, se dejó amoldar por todo lo que recibía de los demás –como, por ejemplo, la visita de Emile Tardif-. “Tenía ganas de transmitir lo que recibía y descubría”. Mientras se decía de él que sería “un super sacerdote”, él se revelaba ante esta idea pues creía que “todos los cristianos deberían estar llenos de celo por el anuncio de la Palabra de Dios”. “Con el pasar del tiempo, terminé dándome cuenta de que (mi celo) no era la norma común”. Se necesitaron todavía cuatro años para entender que “toda su alegría estaba en el Señor”. Fue entonces cuando decidió ingresar en la vida religiosa.

Una decisión que, en este 16 de agosto pasado, le ha conducido ante el altar de la parroquia de San Francisco de Alepo, donde ha sido ordenado sacerdote según el rito armenio. Los frailes franciscanos orientales, de hecho, se ordenan en el mismo rito en que han sido bautizados. En aras de una mayor eficacia pastoral, fra Bajhad pidió que la celebración se desarrollase en lengua árabe, en la medida de lo posible, para que todos los presentes pudieran entenderla. La celebración, muy bonita y de gran profundidad espiritual, la ha vivido fra Bajhad con gran intensidad. “No puedo ahora comprender todo lo que significa este evento. No obstante lo siento como decisivo, como que acabo de vivir un cambio radical en mi vida. Celebrando la primera misa al día siguiente, me decía que necesitaría toda la vida para comprender el misterio que se ha realizado. Desde un cierto punto de vista, me siento bastante seguro de mí. Desde otro, delante del Señor, me siento totalmente indigno de una gracia semejante”.

Algunos frailes de la Custodia han querido estar presentes, en pleno verano. Provenientes de Siria, Líbano y Jordania, han rodeado con su oración al joven hermano radiante de serenidad. La iglesia, con 800 plazas, estaba llena y los aplausos han irrumpido en los momentos fuertes de la ordenación, como la vestición y la consigna de la corona sacerdotal, o las tres bendiciones impartidas por el nuevo sacerdote a invitación del obispo que, según el rito armenio, le da la autorización, así como a su salida del templo.

“Somos embajadores de Cristo”. “Creo, explica abuna (padre) Bahjad, que el hombre tiene necesidad de ver la obra que Dios realiza entre los hombres. También yo tengo el deseo de tocar, de ver a Dios. Y pienso que el sacerdote es un signo muy fuerte de la presencia de Dios en medio de nosotros. Pienso que esta frase de San Pablo traduce bien este deseo de hablar, de evangelizar en nombre de Cristo, de ser para los otros un signo de la presencia de Cristo que está vivo y que actúa aún hoy, como ayer, en el mundo”.

Dios y los hombres. Estas son sobre todo las dos preocupaciones más profundas de fra Bahjad. Así, después de un período de vacaciones en su país, marchará a Roma donde, después de sus estudios de teología, se especializará en antropología cristiana. “Debemos partir de la realidad del hombre para hablar de Dios. No podemos hablar de Dios en modo abstracto. Dios se ha hecho hombre. Para mí este es el misterio más grande. Captar este misterio es entrar en el misterio mismo del hombre, y esto no es ninguna bagatela.”

Mientras estudia, fra Bahjad se preocupa siempre de enseñar y de transmitir. Por eso, ha creado un sitio en internet en lengua árabe denominado “Un solo Dios”. “Este sitio nació del deseo de educar la mentalidad del creyente para pensar, para tener una fe instruida y no sólo infantil. Pienso que un poco de teología puede ayudar a cada creyente. Pienso además en el ambiente en que nací, en Siria, donde crecí y donde recibí la fe. Pienso en nuestra realidad, en el mundo árabe, en medio de tantos ritos, en medio de los musulmanes. Este sitio, por tanto, ofrece a todos los que quieran profundizar su fe los textos centrales de nuestra fe. Puede ser útil tanto a aquellos que estudian lengua árabe como a los que, sin ser cristianos, quieran saber más sobre el cristianismo. La web aloja numerosos sitios cristianos en lengua árabe, pero creo que mi sitio es el más innovador en cuanto que pone a disposición el material científico, las fuentes, el magisterio de la Iglesia, etc, mientras que los demás están más orientados hacia la espiritualidad o son sitios centrados en la información”. Si, como dice fra Bahjad, su sitio es árido a primera vista, porque es científico, también es verdad que es muy visitado, incluso por musulmanes. Un impacto todavía difícil de medir. “A decir verdad, los pocos musulmanes que me han escrito, lo han hecho para convertirme”. No hay ninguna duda de que el mismo celo que animaba a san Pablo, celebrado este año en Siria y en el mundo a petición del Santo Padre, ofrecerá a fra Bahjad la inspiración de interesantes controversias con las que animar a todos sus hermanos con el amor de Cristo.



A los hermanos de la Custodia

¿Fra Bahjad, tienes algún mensaje especial para los frailes hermanos de la Custodia?

Tengo el deseo de continuar buscando la voluntad de Dios en el seno de esta fraternidad y pienso que el signo más fuerte que podemos dar como frailes orientales de la Custodia de Tierra Santa –digo en modo particular “orientales” porque tenemos estos problemas de divisiones entre nacionalidades, ritos, etc.- consiste en testimoniar que es de esta forma como formamos un solo cuerpo. Debemos derrumbar todos los muros de divisiones porque, a veces, el espíritu del mundo, las ideas del mundo pesan más a la hora de tener en consideración. Pido ser ayudado y espero tener la ocasión de ayudar también yo a mis hermanos para que podamos vivir verdaderamente unidos y ofrecer un signo a la sociedad que diga que ser hermanos es estar reconciliados, que es posible, que no se trata de una utopía, que lo podemos vivir y que, cualquiera que sea la procedencia, la mentalidad, no es fácil pero podemos ser signo de unidad y de amor, porque esta es nuestra elección”.