Chipre: Entrevista con el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, al final del simposio “Arraigados en la esperanza”

Chipre: Entrevista con el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, al final del Simposio “Arraigados en la esperanza”

The Custos of the Holy Land fr. Francesco Patton
The Custos of the Holy Land fr. Francesco Patton

El 23 de abril de 2023 concluyó en Chipre el Simposio de las Iglesias de Oriente Medio: “Arraigados en la esperanza”. La iniciativa fue promovida por la R.O.A.C.O. (Riunione delle Opere di Aiuto alle Chiese Orientali – Encuentro de Organizaciones de Ayuda a las Iglesias Orientales), y albergada por el Dicasterio de las Iglesias Orientales para celebrar el 10º aniversario de la Exhortación apostólica postsinodal “Ecclesia in Medio Oriente”, firmada en 2012 por el papa Benedicto XVI y que trata de la Iglesia en Oriente Medio bajo el aspecto de la comunión y el testimonio.

Padre Custodio, diez años después de su publicación, ¿cuánto sigue siendo válido de esta exhortación apostólica y de su contenido? Y, en su opinión, ¿cuánto se ha logrado?

Las líneas trazadas hace diez años en Ecclesia in Medio Oriente siguen siendo válidas: puede que precisamente por el hecho de que inmediatamente después de la exhortación apostólica de 2012 se produjeron una serie de acontecimientos trágicos que “congelaron”, e incluso trastornaron, la situación. Son acontecimientos que, en cierto modo, hicieron olvidar la existencia de ese documento. Sin embargo, hoy sigue siendo muy válida la llamada contenida en la exhortación a prestar atención a las dimensiones comunionales de las distintas Iglesias, a vigilar su arraigo en Oriente Medio y a cuidar los itinerarios formativos y de fe para el clero, los religiosos y los fieles: también los temas relacionados con el diálogo interreligioso se han vuelto cada vez más urgentes.

Además, algunas cuestiones que quizá hace diez años eran solo una proyección, ahora se imponen como una necesidad. Creo que el tema de la migración es especialmente relevante, porque en la actualidad asistimos a un doble fenómeno: por un lado, el éxodo hacia el exterior de algunos fieles que pertenecen a las Iglesias de tradición antigua y, por otro, la inmigración masiva a todo Oriente Medio, en los últimos diez o doce años, de muchos trabajadores cristianos procedentes principalmente del sudeste asiático. Esto interpela a las Iglesias Orientales que deben encontrar el modo de acompañar a sus fieles en la diáspora para lograr que no pierdan sus raíces culturales, espirituales y eclesiales. Por otro lado, también nosotros, como Iglesia Latina, junto con las Iglesias Orientales, estamos llamados a ocuparnos de estos trabajadores migrantes, que deben ser acogidos y plenamente integrados dentro de la experiencia eclesial. Debemos aprender a pensar en términos de fe y pastoral. En el plano de la fe, hay que recordar que todos somos “extranjeros y peregrinos” en este mundo, como dice San Pedro (1Pe 2,11); pero el apóstol Pablo también nos recuerda que “todos somos conciudadanos de los santos y miembros de la familia de Dios” (Ef 2,19). Debemos ser una iglesia que acoge a los trabajadores migrantes no como “extranjeros” sino como hermanos, y debe saber involucrarlos plenamente en las experiencias de la iglesia local.

Muchas intervenciones durante el simposio subrayaron el fenómeno global de la secularización y de la descristianización de la sociedad, que no tampoco perdona a nuestras comunidades de Oriente Medio.

La secularización es un fenómeno principalmente occidental, que llega a Oriente Medio al mismo tiempo que la incorporación de la propia cultura occidental. Sin duda, hoy el componente socio-religiosa más abierto a la cultura occidental es precisamente el cristiano. La secularización y la descristianización afectan a los cristianos que viven en Israel y, en menor medida, a los presentes en Siria e Irak – que, entre otras cosas, son los cristianos que también han sufrido la persecución más intensa. La respuesta a este fenómeno no es una fórmula mágica. En este sentido, la Custodia de Tierra Santa realiza una contribución sustancial que se llama “cuidado de los Santos Lugares”. Si los cristianos locales, que son las “piedras vivas” de esta tierra, no se vuelven a apropiar de su relación con los Santos Lugares, no tendrán ni una identidad cristiana específica ni un fuerte. sentido de pertenencia eclesial Precisamente porque han nacido y crecido en torno a los lugares del Evangelio y son quienes, a lo largo de los siglos, han mantenido viva la memoria de estos sitios, deben retomar y recuperar la relación con ellos. Lamentablemente, hoy el riesgo es que los cristianos de Tierra Santa sean los que menos conocen su territorio, sus raíces. Por eso debemos empeñarnos en solicitar programas pastorales, de catequesis y de formación, que incluyan la visita a los Santos Lugares, la lectura del Evangelio en los santuarios a los que se refieren los textos y la celebración eucarística en esos lugares: estos itinerarios harían la catequesis menos aburrida y podrían ayudar a reconectar a nuestros fieles con las raíces de nuestra fe.

La Custodia de Tierra Santa avanza siempre sobre dos vías: una es la vía local, la otra es la universal. La Custodia no es simplemente una diócesis: está arraigada aquí desde hace ocho siglos, hay frailes de lengua árabe, pero al mismo tiempo hay religiosos de 60 nacionalidades distintas que deben ayudar a los cristianos locales tanto a redescubrir sus raíces como a permanecer abiertos a la Iglesia universal, porque la identidad no debe ser entendida como una realidad que cierra, sino como una realidad que abre, que tiende puentes.

La exhortación apostólica de Benedicto XVI también se centra en las peregrinaciones: Oriente Medio es un lugar privilegiado de peregrinación para muchos cristianos que aquí pueden consolidar su fe y vivir una experiencia profundamente espiritual.

El aspecto de las peregrinaciones y del vínculo con los Santos Lugares es un tema central, que quizá necesitaba mayor atención. La Iglesia en Oriente Medio debe recordar que es la Iglesia donde nació el cristianismo. El vínculo entre los Santos Lugares y las Iglesias Orientales viene dado por el hecho de que los lugares santos están todos aquí, concentrados en un sitio que no es, ni mucho menos, “reducido”: además de los más reconocidos en Palestina e Israel, si se sigue la Escritura, habría que añadir también los de Irak, Egipto, Líbano, Siria, Antioquía (actualmente en Turquía) y Chipre.

Debemos tener siempre en mente la conexión vital entre la palabra de Dios, el Evangelio, y el lugar en que cobró vida: porque la “dimensión geográfica de la fe” – como sabiamente la llamó el papa Pablo VI – es la que nos ayuda a evitar la tentación del gnosticismo, una herejía que intelectualiza la fe. Los Santos Lugares, por el contrario, nos devuelven los pies a la tierra: nos recuerdan que, si Jesús fue concebido en Nazaret, nació en Belén, cruzó Egipto con su familia, visitó muchas veces Jerusalén, sufrió el calor del desierto en Samaria, y pudo también disfrutar de la belleza de los verdes prados de Galilea… entonces su humanidad está estrechamente ligada a la fisicidad de esta Tierra Santa.

No se debe olvidar la importancia de los lugares santos porque cada vez que olvidamos la importancia de la geografía de la salvación tenemos a convertirnos en “intelectuales de la religión”, incapaces de actuar a nivel concreto y de ofrecer el mensaje evangélico en sentido práctico, con hechos y no solo de manera abstracta.

Entrevista realizada por S. Giuliano/ F. De Grazia

[Publicamos, a continuación, el resumen del Simposio en las entrevistas y vídeos del Christian Media Center]