¡Christos Anesti!: los saludos franciscanos a las Iglesias orientales | Custodia Terrae Sanctae

¡Christos Anesti!: los saludos franciscanos a las Iglesias orientales

El miércoles 27 de abril, una delegación de frailes de la Custodia de Tierra Santa, encabezada por el padre Custodio, fray Francesco Patton, visitó a los representantes de las Iglesias ortodoxas de Jerusalén para llevarles sus felicitaciones de Pascua. A diferencia de los católicos, que siguen el calendario gregoriano, los ortodoxos celebran la Pascua una semana después, de acuerdo con el calendario juliano.

La mañana estuvo marcada por cinco citas, cada una de ellas en un patriarcado ortodoxo distinto:griego, armenio, sirio, copto y etíope.

El primero en dar la bienvenida a los franciscanos fue Su Beatitud Teófilo III, Patriarca greco-ortodoxo de Jerusalén. Ante el obispo griego, el Custodio pronunció las rituales felicitaciones de Pascua y agradeció a los anfitriones la cooperación fraterna en Tierra Santa y Jerusalén; despues expresó su gratitud por el compromiso común para garantizar los derechos de la comunidad cristiana y fomentar el regreso de los peregrinos. Por su parte, Su Beatitud se mostró encantado de recibir la visita y las felicitaciones del Custodio y, en el contexto del discurso sobre la Pascua, recordó cómo los contrastes y la oscuridad siempre son vencidos por la luz gloriosa de Cristo. Además, agradeció a los franciscanos la estrecha cooperación alcanzada no solo con respecto a la histórica y compartida restauración del pavimento del Santo Sepulcro, sino también en muchas otras circunstancias en las que la Custodia colaboró lealmente demostrando pertenecer “a la misma familia cristiana y a la misma fe”. 

A continuación, la delegación franciscana se dirigió al Patriarcado armenio, donde fue recibida por el Patriarca armenio-ortodoxo de Jerusalén, S.E. Nouran Manoughian. El Custodio le felicitó y citó un fragmento de la homilía del Santo Padre pronunciada con motivo de la vigilia de Pascua: “Nuestra esperanza se llama Jesús. Él entró en el sepulcro de nuestros pecados, llegó hasta el lugar más profundo en el que nos habíamos perdido, recorrió los enredos de nuestros miedos, cargó con el peso de nuestras opresiones y, desde los abismos más oscuros de nuestra muerte, nos despertó a la vida y transformó nuestro luto en danza. ¡Celebremos la Pascua con Cristo!”.  El obispo Manoughian acogió con alegría las palabras del padre Custodio, aprovechando la ocasión para invitar a orar, en este tiempo de Pascua, para que se resuelvan todos los conflictos del mundo, especialmente el local en Tierra Santa y el reciente que involucra a Rusia e Ucrania.

Luego, los frailes fueron al cercano Patriarcado sirio donde les esperaba el obispo Atimous Jack. Tras felicitar a los presentes, el Custodio se centró en su intención de seguir rezando por los cristianos sirios víctimas de violencia en todo el mundo, aprovechando la Pascua que es “don de paz y reconciliación”.

Respondiéndole, el obispo siríaco se declaró feliz de recibir la visita, que demuestra que juntos forman una única familia cristiana, y que son todos hijos de Dios por el hecho de haber elegido acogerlo. En este sentido, citó el undécimo verso del prólogo del evangelio de Juan: “Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre”.

Siguió la visita al Patriarcado copto, contiguo al Santo Sepulcro, donde esperaba a los frailes el obispo copto Antonious. El Custodio invocó el aliento del don pascual del Espíritu Santo sobre Oriente Medio, la Tierra Santa y el mundo entero, para que este “les traiga el don de la paz y la reconciliación como en la noche de la primera Pascua”. Después expresó su deseo de que regresen a Tierra Santa y al Santo Sepulcro los peregrinos egipcios para que “vuelvan a sus comunidades fortalecidos por el encuentro con Jesús resucitado y de esa forma sean también capaces de ofrecer su testimonio de fe cristiana en un entorno que con mucha frecuencia es difícil y hostil”.

El prelado copto dio las gracias, repitiendo que la resurrección de Cristo que se celebra en la Pascua también recuerda, en la relación entre Antiguo y Nuevo Testamento, la sangre derramada para llamar a la salvación: “Damos gracias a Jesucristo que vertió su sangre para nuestra salvación. Jesús, al dar la vida por nosotros, nos ha regalado la vida eterna. Oremos para que esta acción de gracia nos dé la fuerza para aliviar el dolor y convertirnos en una única iglesia”.

Al final de la mañana de visitas, la delegación franciscana se trasladó al Patriarcado etíopeortodoxo donde los frailes fueron recibidos por el obispo Embaqom. El Custodio le dirigió sus saludos citando el episodio del evangelio de Juan que narra la aparición de Jesús a los discípulos encerrados en el cenáculo: “Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros»” (Jn 20, 19). Y continuó: “Cuando celebramos la resurrección, sabemos que un mundo nuevo y una nueva humanidad son posibles, a condición de aceptar el precioso don del Espíritu Santo”. El prelado etíope recibió con cordialidad la felicitación de Pascua del Custodio y la visita de los franciscanos, invocando la paz de Dios sobre el mundo y exhortando a los presentes a rezar por ellos”.

 

Filippo De Grazia