Desde Jerusalén, súplica por la paz en la festividad de la Asunción de María al cielo

Desde Jerusalén, súplica por la paz en la festividad de la Asunción de María al cielo

El Custodio de Tierra Santa, Fra Francesco Patton, presidió todas las celebraciones dedicadas a la Asunción y a la oración por la paz.

Desde Jerusalén se eleva incesante la súplica a María por la paz, el día en que se celebra su Asunción al cielo.

En Getsemaní, al pie del Monte de los Olivos, se venera desde hace siglos la tumba de María, el lugar desde donde fue asunta al cielo: aquí, los franciscanos encabezados por el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, celebraron entre el 14 y el 15 de agosto la solemnidad de la Asunción.

En este momento de conflictos y guerra, la especial invocación por la reconciliación entre los pueblos, en Tierra Santa y en el mundo, se difundió con un llamamiento del Patriarca Latino de Jerusalén S.B. cardenal Pierbattista Pizzaballa, que utilizó una oración preparada por el guardián del convento de la Agonía (Getsemaní), fray Siniša Srebrenović, y fray Patton.

Las ricas celebraciones empezaron con la evocadora vigilia de la noche del 14 de agosto, en el jardín de Getsemaní. La mañana del 15 de agosto, tuvo lugar la misa solemne en la basílica de las Naciones; finalmente, por la tarde, después de rezar las segundas vísperas en la “gruta de los apóstoles”, la solemnidad concluyó con la peregrinación a la tumba de María para venerar ese santo lugar.

La celebración del Tránsito de la Santísima Virgen

La solemnidad comenzó la tarde del 14 de agosto con la vigilia de oración en el jardín de Getsemaní. Aquí se leyó la Dormición de la Virgen: en ella se narra la historia de los últimos días de la Virgen cuyo cuerpo habría sido depositado por los apóstoles en una tumba nueva en el Valle del Cedrón, que tres días después encontraron vacía. Los religiosos, fieles y peregrinos congregados vivieron la gracia de rezar en un ambiente de recogimiento y silencio.

Entre antorchas encendidas y cantos entonados a la Virgen, la imagen de María durmiente fue llevada en procesión hasta la cercana basílica de la Agonía, donde el pasado 1 de julio fue inaugurado el jubileo del centenario de la construcción de la basílica. La especial celebración jubilar coincide con la de la basílica del Monte Tabor. Recientemente tuvo lugar la jornada de estudio (enlace al vídeo completo) promovida por el “Comité científico para las celebraciones de los jubileos de las basílicas del Tabor y de Getsemaní”, dedicada a las dos basílicas, en las que también se han instalado dos exposiciones “Lux Tenebra” que recorren sus trayectorias históricas y artísticas.

El Custodio de Tierra Santa invitó a la asamblea a invocar la paz mediante una súplica compuesta para esta ocasión: «Esta tarde – dijo fray Patton – miramos a María, vemos lo que Dios ha realizado en Ella y creemos firmemente que nada es imposible para Dios, ni siquiera transformar en un jardín de paz este campo de batalla y de muerte que es el mundo en que vivimos» (aquí el texto completo).

La fiesta de la Asunción

El 15 de agosto se celebró la solemne misa pontifical. En su homilía, el Custodio de Tierra Santa se centró en la figura de María como “profecía”, invitando a interpretar sus palabras y su vida a la luz de la Palabra de Dios: «María es profecía de este mundo nuevo al estar al pie de la cruz sin dejarse abrumar por el escándalo del mal gratuito, el sufrimiento inocente y la muerte injusta – dijo el Custodio (aquí el texto completo) –. María es profecía de este mundo nuevo al participar plenamente en la pascua de su Hijo, convirtiéndose ella misma en la primera en resucitar con Cristo, símbolo para nosotros de que las promesas de su Hijo se cumplen totalmente».

Al final de la misa, la imagen de la Virgen María fue llevada en procesión al jardín de Getsemaní, en medio del recogimiento y el canto de las letanías lauretanas. Luego, el Custodio de Tierra Santa invitó a la asamblea a rezar con fe la súplica por la paz.

Segundas vísperas y procesión a la Tumba de la Virgen

Por la tarde se rezaron las segundas vísperas en la gruta de Getsemaní (aquí la reflexión del Custodio): esta gruta, llamada “Gruta de la Traición” o “Gruta de los Apóstoles”, se considera la parte más antigua del Getsemaní, y se accede a ella a la derecha de la entrada a la iglesia de la Tumba de María.

Finalmente, se celebró la tradicional procesión a la Tumba de la Virgen, el único día en que se permite a los franciscanos realizar la peregrinación. De hecho, los frailes menores, tras un periodo de posesión exclusiva de la tumba, fueron expulsados definitivamente de allí en 1757. Actualmente el lugar está custodiado por los ortodoxos griegos y armenios y constituye, junto con Belén, el Santo Sepulcro y la Ascensión, el cuarto lugar santo regulado por el Status Quo, según el cual los franciscanos pueden seguir accediendo a él exclusivamente con ocasión de la fiesta de la Asunción.

Todos los presentes se arrodillaron de uno en uno ante de la tumba para rendir homenaje a María, madre de Jesús.

Silvia Giuliano