El “mes canónico”, hacia la profesión solemne

El “mes canónico”, hacia la profesión solemne

Del 30 de junio al 28 de julio, los frailes franciscanos que harán su profesión solemne (perpetua) en octubre en Jerusalén, viven un mes de retiro para prepararse para este paso, que les admitirá de manera definitiva en la Orden de los Frailes Menores. Este periodo normalmente se llama “mes canónico”, según se establece en las Constituciones de la Orden. “Es una herramienta que la Orden pone a nuestra disposición para profundizar en los distintos aspectos de la vida franciscana y de nuestra vocación, de cara a la profesión solemne” explica fray Ulises Zarza, Secretario para la Formación y estudios.

Los grupos

Este año participan en el “mes canónico” 18 frailes: tres de la Custodia de Tierra Santa, 14 de otras provincias de la Orden (Perú, Kenia, Congo, India, Mozambique y Eslovaquia), que estudian en Tierra Santa y harán aquí su profesión solemne, y un italiano que se unió al grupo solo por este mes. El elevado número sugirió su distribución en tres grupos, cada uno dedicado a un santo de la orden franciscana: San Antonio de Padua, patrón de la Custodia de Tierra Santa, el beato Mamerto Esquiú, franciscano argentino que también fue peregrino en Tierra Santa, y el beato Manuel Ruiz, mártir en Damasco junto con otros siete frailes y tres laicos maronitas (todos ellos serán proclamados santos el 20 de octubre de 2024). “Pidamos su intercesión para que sean ejemplo y guía para estos jóvenes que se preparan para profesar solemnemente sus votos”, dice fray Ulises.

Los lugares

Las primeras tres semanas, los grupos se alternan en tres lugares de retiro, mientras que los tres acompañantes serán fijos. En el eremitorio de Getsemaní, el retiro está dirigido por el director fray Diego Dalla Gassa, en Emaús Al Qubeibeh por fray Piermarco Luciano, vicemaestro de formación, y en San Juan del Desierto (cerca de Ein Karem) por fray Marco M. Baldacci, prosecretario de la Custodia.  La última semana todos los frailes participan juntos en los ejercicios espirituales en Jerusalén, predicados por el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, que hará una síntesis de la vocación a la luz del evangelio de Marcos y de los votos de obediencia, pobreza (sine proprio) y castidad.

El programa

En cada lugar, el ritmo de trabajo y oración se armoniza con el de la comunidad anfitriona. Los acompañantes realizan meditaciones diarias sobre un tema acordado con la Secretaría para la Formación y estudios. La jornada incluye momentos de trabajo manual, aunque la mayor parte del tiempo está dedicado a la oración (oficios, misa, adoración) y a la meditación personal. Hay también momentos de intercambio fraterno. Esto último es uno de los aspectos positivos destacados por los acompañantes: el tamaño de los grupos permite un intercambio eficaz, tanto durante las meditaciones como en los momentos dedicados al diálogo. Dice fray Marco María: “Para nosotros, la primera dimensión es la fraternidad. Es conmovedor cuando un fraile se abre a sus hermanos” porque, “donde hay caridad es más fácil guardar los votos”.

Ora et labora

En el eremitorio, el trabajo manual es más exigente. Además, siguiendo la propuesta hecha a todos los alojados, los frailes cocinan y comen aislados en sus celdas.  “La dimensión del trabajo y la práctica ayudan a mantenerse en contacto con la realidad” subraya fray Diego, que desde hace ocho años dedica el mes de julio a acompañar a los frailes que se preparan para la profesión solemne. “Son cosas que también forman parte de nuestra vida comunitaria. Además, permiten vivir una dimensión de soledad habitada”, una soledad física que, sin embargo, se abre para acoger al Señor y, por tanto, a los demás. También la Lectio Divina es parte fundamental de la semana en Getsemaní: “el contacto con la Palabra es esencial: la Palabra nos da todo, el resto son ayudas”.

“Sí, lo quiero”

Entre los temas propuestos, fray Marco María aborda cada día una de las seis preguntas que se dirigen a los frailes, durante la profesión solemne cuya respuesta siempre es: “Sí, lo quiero”.  Ofrece a los frailes algunas ideas que surgen del camino que él mismo realizó, de forma personal, después de la profesión.  “Creo que es importante tener la posibilidad de hacer esta reflexión antes. No porque cambie la respuesta, sino para llegar a ese momento más conscientes”. Al fin y al cabo – subraya – “la profesión solemne es el resumen de un camino, pero no es el punto de llegada, sino más bien un punto de partida. Nuestro sí debe renovarse cada día”.

Proyecto de vida

A los frailes que están a punto de profesar sus votos solemnes, se les pide elaborar un “proyecto de vida personal”, es decir – explica fray Ulises – “identificar formas concretas de actualizar la Regla en su vida, según sus capacidades, sus talentos, los servicios que se les encomiendan, los estudios, el lugar donde el fraile vive”. Más que cosas que hacer, se trata de “identificar líneas de ascesis personal que tengan en cuenta todas las dimensiones humanas y espirituales: oración, trabajo, servicio, contacto con los demás”. Para ello, se ofrece a los frailes como herramienta unas fichas elaboradas por el Custodio de Tierra Santa

Marinella Bandini