En camino con los discípulos de Emaús, descubriendo a Jesús resucitado | Custodia Terrae Sanctae

En camino con los discípulos de Emaús, descubriendo a Jesús resucitado

Después de un año de restricciones debido a la pandemia del Covid-19 que impedían llegar al santuario de Emaús Al-Qubeibeh, los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa regresaron en peregrinación para celebrar la solemnidad de los santos Cleofás y Simeón. El 26 de septiembre, en la basílica de la Manifestación de Nuestro Señor Jesucristo a los discípulos de Emaús, el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, presidió la santa misa. Además de la fraternidad franciscana interobediencial que reside allí y del superior del convento, fray Bernard Thilagarajah, asistieron también otros frailes franciscanos de Jerusalén y autoridades locales, como el alcalde de Al-Qubeibeh.

En la homilía, fray Patton quiso en primer lugar identificar a los dos discípulos: Cleofás, que según Hegesipo (s.II) era un hermano de San José y según san Jerónimo (s. IV) era el marido de María de Cleofás, y Simeón, hijo de Cleofás. “Un discípulo es llamado por su nombre y el otro, en cambio, no – subrayó el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, en la homilía –. Como suele ocurrir en los relatos evangélicos, cuando un personaje no es mencionado por su nombre, es un recurso narrativo para decirnos a cada uno de nosotros: identifícate con ese personaje anónimo”. A partir de esta observación, el Custodio invitó a los fieles a abrazar el mismo camino realizado por los discípulos Cleofás y Simeón: “Es un camino de descubrimiento progresivo de la realidad de la Pascua, como descubrimiento progresivo de la presencia de Jesús resucitado. Pero el punto de partida es la experiencia de su contrario, es decir, la experiencia de Jesús muerto [...].  Sin decir nunca: “Soy yo”, Jesús lleva a los dos a reconocerlo. Les lleva a experimentar la fe pascual, que siempre es fruto de un encuentro con Él, un encuentro misterioso pero real”.

A partir de esta experiencia de fe, según el Custodio, se pueden lograr nuevas conquistas: la libertad interior; la libertad de profesar la fe y expresar las propias ideas ante cualquier poder y cualquier autoridad; la libertad ante los miedos y las angustias; la libertad de tomar decisiones personales en la vida. “En esta celebración, por intercesión de los santos Simeón y Cleofás que vivieron aquí esa experiencia, pidamos que nuestro corazón aún se caliente cuando escuchemos las Escrituras, que nos hablan de Jesús muerto y resucitado por nosotros.  Pidamos que nuestros ojos se abran cuando partimos el pan junto con Jesús, pero también entre nosotros” (aquí la homilía completa).

Al finalizar la misa, se celebró el habitual concierto del Terra Sancta Organ Festival, coordinado por fray Riccardo Ceriani. Interpretó algunas piezas de órgano sor Cecilia Pía Manelli, organista titular de la basílica del Santo Sepulcro de Jerusalén.

“Estoy muy contento de que hoy volvamos a tener un concierto aquí, en Emaús, que nos ha acogido desde la primera edición del Terra Sancta Organ Festival”, afirmó fray Riccardo Ceriani.

 

El santuario de Emaús Al-Qubeibeh

Al-Qubeibeh es, según la tradición de los franciscanos, la aldea de “Emaús” del Evangelio. En época bizantina, el lugar identificado como el de los dos discípulos Simeón y Cleofás era Nicópolis (donde todavía existe un santuario), pero los cruzados lo trasladaron a Abu Gosh, porque Nicópolis se consideraba muy lejos, en comparación con las indicaciones bíblicas.  El sitio de Al-Qubeibeh fue adquirido en 1861 por la marquesa y sierva de Dios Paolina de Nicolay y donado a la Custodia de Tierra Santa. Desde entonces, las diversas excavaciones realizadas llevaron al descubrimiento de restos de la basílica de época cruzada levantada sobre la “casa de Cleofás” y de algunas casas de una aldea alineadas a lo largo de la calzada romana a una distancia de unos 60 estadios de Jerusalén, coherente con las coordenadas que proporciona el Evangelio de Lucas (24, 13-35). A lo largo de los años, el gran convento vinculado al santuario se utilizó también para acoger a los postulantes de la Custodia de Tierra Santa y por eso fue ampliado en 1923. Hoy, el santuario se ve afectado por los acontecimientos políticos locales, y se ha mantenido aislado debido a la construcción por parte de Israel del muro de separación con los Territorios Palestinos.

“Este santuario, por razones sociales e históricas, parece un poco abandonado – comentó fray Arturo Vasaturo, responsable del santuario de Emaús Al-Qubeibeh –. Como dice el Evangelio de hoy, también nosotros estamos siempre un poco solos y tristes, como los discípulos. Pero debemos darnos cuenta de que Dios quiere hablarnos y, al igual que después del momento de crisis de estos dos discípulos Jesús se acerca a ellos, también quiere hacerlo con nosotros.  También nosotros debemos responder a este deseo de Dios de hablarnos, en primer lugar haciendo silencio en nuestro interior. Jesús es para los discípulos de Emaús como un maestro de apoyo, que explica las Escrituras. Todos nosotros – hoy y todos los días – somos como los discípulos de Emaús, a veces tristes, a veces incrédulos. Pero para encontrar las respuestas debemos volver a la Palabra de Dios y a la Eucaristía, como ellos”.


 

Beatrice Guarrera