En Jerusalén, fiesta de la Presentación en el Templo: “la vida como don”

En Jerusalén, fiesta de la Presentación en el Templo: “la vida como don”

La Custodia de Tierra Santa y el Patriarcado Latino celebran el don de la vida consagrada

Cuarenta días después de la celebración de la Navidad del Señor, también se celebra en Jerusalén la fiesta de la Presentación de Jesús en el Templo, que en la tradición católica tiene lugar el 2 de febrero.

La fiesta se llama “de la Candelaria” porque con la presentación en el templo Jesús se sometió formalmente a las prescripciones de la ley, pero en realidad salió al encuentro de su pueblo, que le esperaba con fe, haciéndose “luz para iluminar a las naciones”: de ahí el rito de la bendición de las candelas.

Mostrar la misma luz que Jesús

«Hemos recibido una pequeña vela al comienzo de la celebración – empezó fray Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, que presidió la liturgia en la iglesia de San Salvador de Jerusalén en presencia de toda la comunidad franciscana –. Sabemos que Jesús ilumina de muchas maneras: sus palabras son una luz que brilla en las tinieblas de nuestra historia, de nuestra vida y de nuestra conciencia. Nuestra vela es pequeña, pero con nuestra consagración estamos llamados a mostrar la misma luz de Jesús y a iluminar a nuestros hermanos y hermanos porque hemos recibido este don del mismo Jesús».

El mismo día que la Iglesia celebra la Jornada de la Vida Consagrada, instituida por el papa Juan Pablo II en 1997, el Custodio recordó a sus hermanos y a los religiosos reunidos para esta ocasión especial que la vida consagrada es “una participación en la consagración de Jesús”: «creo – que deberíamos sentir que nuestra vida es un don. Hemos recibido este don y debemos, como dice San Francisco, aprender a “devolverlo” mediante el don diario de nosotros mismos» (aquí la homilía completa del Custodio).

“Seguid rezando sin descanso por la paz”

Fray Francesco Patton también envió a todos los frailes de la Custodia de Tierra Santa una carta con motivo del inminente comienzo de la Cuaresma en la que, entre otras cosas, anima a todas las comunidades franciscanas a seguir rezando incesantemente por la paz.

«Os invito – se puede leer en la carta – a utilizar las formulas específicas de las misas por la paz en tiempo de guerra y disturbios, por los refugiados y solicitantes de asilo, a rezar el rosario por la paz, y a organizar vigilias especiales y celebraciones por la paz».

Fiesta de las congregaciones religiosas de Tierra Santa en el Patriarcado Latino

Por la tarde, el Patriarca Latino de Jerusalén, el cardenal Pierbattista Pizzaballa, presidió la Eucaristía en la atestada iglesia del Patriarcado: la Unión de Religiosas y el Comité Episcopal para la Vida Consagrada invitaron a todas las congregaciones masculinas y femeninas a reunirse para dar gracias a Dios por el don de la vida consagrada. Durante la celebración, los religiosos presentes también renovaron sus votos, cada uno en su propio idioma.

En su homilía, el cardenal insistió en la dificultad de ver, en este trágico momento de guerra y conflicto, “la presencia providente de un Dios misericordioso que actúa, obra y cambia la vida del mundo”. Luego instó, como Simeón y Ana, a no asustarse por el mal que azota este momento de la historia, porque el consagrado ve y muestra al mundo la luz que ilumina su mirada, y debe trasmitir esta mirada que trasciende el dolor presente y trae consuelo. Me gustaría – subrayo S.E. Pizzaballa – que también aquí y ahora nosotros, los religiosos, fuéramos capaces de tener esta mirada y de ver la Luz que desde aquí ilumina a todas las naciones, y de lograr ver la redención de Jerusalén. En el mar de odio que nos ha invadido, que el nuestro sea un testimonio de amor cumplido, de cuidado paciente, de óleo derramado sobre las múltiples heridas de este tiempo y de estos pueblos: un testimonio de consuelo y de salvación».

Silvia Giuliano