Fray Patton en Florencia: una Iglesia al servicio de la “Cultura de la Paz” | Custodia Terrae Sanctae

Fray Patton en Florencia: una Iglesia al servicio de la “Cultura de la Paz”

©Siciliani-Gennari/CEI
©Siciliani-Gennari/CEI

Del 23 al 27 de febrero de 2022, en la ciudad de Florencia (Italia), tuvo lugar el encuentro de los obispos y alcaldes del Mediterráneo promovido por la Conferencia Episcopal Italiana, recogiendo la aspiración y el coraje de Giorgio de la Pira,ex alcalde de Florencia en los años 50 del siglo XX, preocupado por la paz y la unidad de los pueblos. El encuentro, que sigue al celebrado en Bari (Italia) hace dos años, sobre el tema “Mediterráneo, frontera de paz”, se abrió la tarde del 23 de marzo con el discurso inaugural del cardenal Gualtiero Bassetti, arzobispo de la diócesis de Perugia-Città della Pieve y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, y con la intervención del Presidente del Consejo de Ministros italiano, Mario Draghi.

Un elemento novedoso que acompañó el desarrollo del encuentro fue la presencia de 60 alcaldes procedentes de diferentes zonas del Mediterráneo, que celebraron una asamblea en paralelo y después se unieron a la de los obispos.  Jornadas intensas, dedicados alaconfrontación y el diálogo, que permitieron a los obispos y alcaldes reunidos redactar y firmar la Carta de Florencia: un documento emitido por ambas asambleas con el objetivo de promover la paz y el diálogo entre los pueblos del Mediterráneo. Documento que,posteriormente, será entregado al papa Francisco.

A su vuelta del encuentro, el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, nos ofrece una visión general, centrada en la necesidad de hablar de paz en este contexto en el que el Mediterráneosigue jugando un papel activo en el destino de los distintos pueblos que lo rodean.

Una visión general del evento: ¿cuáles son los aspectos más destacados y las novedades de este encuentro?

Desde el punto de vista del camino eclesial, es un evento importante porque quienes participan son los obispos de ciudades en torno al mar Mediterráneo, desde la orilla europea hasta la africana, pasando por Oriente Medio: todo el Mediterráneo estaba presente. Esto es muy importante porque ofrece, por ejemplo, la posibilidad a los obispos de rito oriental de dar a conocer la situación actual en sus países, tras las terribles guerras de las últimas décadas que han diezmado las comunidades orientales, especialmente en Irak y Siria, pero también en Líbano. No solo esto: estos eventos permiten que todos se expresen trayendo situaciones profundamente distintas.  La posibilidad de escucharse mutuamente es muy importante, sobre todo si se vincula con la necesidad de fomentar una cultura de paz.

Siempre desde este punto de vista, muchos de los alcaldes presentes probablemente nunca se habían visto o reunido, también porque a menudo pertenecen a países que no mantienen relaciones diplomáticas, y este tipo de foro es una oportunidad para reuniones que, de otra forma, serían difíciles.

¿Cómo se puede considerar la zona del Mediterráneo a la luz de los acontecimientos actuales?

Entre nosotros la hemos llamado “encrucijada de paz”. El Mediterráneo es un mar que – como ha denunciado el papa Francisco – muchas veces se ha convertido en una gran tumba, debido a los problemas asociados con el intento de los migrantes de cruzarlo para alcanzar las costas europeas. El compromiso de la Iglesia es ofrecer una contribución significativa a la construcción de una cultura de paz a través de, por ejemplo, la educación para la paz, con la finalidad de formar a jóvenes que puedan contribuir de manera sustancial y que tengan una identidad cristiana clara, para poder declararse y proponerse como Iglesia y saber evangelizar mediante el testimonio y el anuncio.

¿Qué significa poder hablar de paz en un momento de conflicto como en el que nos encontramos?

Yo diría que precisamente la situación que viven muchos países y la circunstancia en que nos encontramos, el inicio de la agresión de Rusia contra Ucrania, nos ha hecho aún más conscientes de que es necesaria una cultura distinta, una cultura de paz. De hecho, tocar de cerca la devastación de la guerra permite elaborar un rechazo basado en la experiencia de la devastación misma, en sintonía con la doctrina social de la Iglesia que rechaza la guerra como posible instrumento de resolución de los conflictos, fomentando el diálogo, la negociación y la diplomacia.

Tierra Santa: entre los objetivos del encuentro, ¿en qué aspectos ha encontrado el trabajo que lleva a cabo diariamente la Custodia de Tierra Santa?

Personalmente, encuentro el trabajo que realizamos en muchos de los aspectos de los que hemos hablado: particularmente en la necesidad de diálogo entre líderes y personas de distintas religiones. También en la centralidad de la educación y en la formación, tanto desde el punto de vista cristiano eclesial, como desde el punto de vista civil. Desde siempre, la Custodia ha puesto en el centro una buena formación académica, que permita convivir y superar estereotipos y prejuicios en el transcurso de años de mutua convivencia. Otro aspecto fundamental es la necesidad y la urgencia de iniciar un diálogo capaz de construir puentes entre culturas y procedencias, en lugar de permanecer bloqueados por los muros existentes, así como la necesidad de una Iglesia que sepa hablar y evangelizar a través del compromiso social.

Tratando de mirar hacia adelante, ¿cómo imagina esta cita en el futuro?

Esta vez los obispos eran todos católicos, pero sería interesante extender la invitación también a las demás religiones y confesiones para dialogar en torno a estos temas, de igual forma que entre los alcaldes había cristianos, musulmanes y judíos. Tener un debate más amplio permite aportar una contribución real a la paz porque en la vida concreta no se vive en compartimentos estancos marcados por la filiación religiosa.

Se espera que dentro de dos años la CEI vuelva a organizar este encuentro. Más allá de los resultados finales, de los documentos que se firmen y publiquen, existe un valor en sí mismo en el diálogo y la escucha recíproca, porque las sensibilidades son variadas y escucharse mutuamente llevatambién a crear una conciencia eclesial que es una conciencia donde también hay espacio para diferentes posturas.

Para mí, más que quedarse en la orilla, en el futuro será importante saber enfrentarse al mar. Mi propuesta para el futuro es realizar este encuentro en Chipre, por el valor simbólico que tiene Chipre: una isla situada en el centro del Mediterráneo, que es al mismo tiempo Europa y Oriente Medio, atravesada por una fractura. Diría que es la síntesis de todo el potencial que tiene el Mediterráneo, pero también de todos los límites y problemas que arrastra detrás.  Lo veo como un lugar símbolo.

El mismo papa Francisco, en su visita reciente, se dio cuenta de cómo Chipre es una síntesis de todo lo que está pasando en el Mediterráneo.

 

 

Giovanni Malaspina