Jerusalén: celebración en memoria del traslado del cuerpo de Santo Domingo | Custodia Terrae Sanctae

Jerusalén: celebración en memoria del traslado del cuerpo de Santo Domingo

Con motivo de la conmemoración del traslado del cuerpo de Santo Domingo de Guzmán, el lunes 24 de mayo se celebró una misa en Jerusalén en la basílica de San Esteban, sede de la École Biblique et Archeologique Francaise y del convento dominico.

La celebración tiene origen en el lejano 24 de mayo de 1233 cuando, en Bolonia, después de la muerte y sepultura del santo en la iglesia de San Nicolás, el cuerpo fue trasladado a un lugar más adecuado, para permitir rezarle a los numerosos fieles que acudían. Después, el cuerpo fue protagonista de numerosos cambios (traslados) históricos, algunos motivados por necesidades prácticas y otros para responder a momentos históricos – como el último, que tuvo lugar el 23 de agosto de 1946, tras el traslado de 1943 durante la Segunda Guerra Mundial. Actualmente, sus restos se conservan en la iglesia de Santo Domingo en Bolonia, dentro del Arca de Santo Domingo, monumento funerario realizado por el escultor y arquitecto italiano Nicola Pisano.

Retomando la tradición interrumpida debido a la pandemia, también este año un franciscano presidió la misa en francés: el vicario custodial, fray Dobromir Jasztal. Esta tradición, consolidada a lo largo de los años, establece que el celebrante de esta fecha sea franciscano, mientras que el celebrante de la misa solemne de la fiesta de San Francisco es dominico. La costumbre atestigua la unidad y la comunión entre la Orden que encuentra su inspiración en San Francisco, y la fundada por Santo Domingo.

En la celebración, el Custodio de Tierra Santa fray Francesco Patton pronunció la homilía. Durante la homilía el Custodio de Tierra Santa recordó el octavo centenario de la muerte del santo, que los dominicos se preparan para celebrar este año. Luego se inspiró en la narración de la muerte de Santo Domingo y en la “Tavola della Mascarella”, la pintura que acompaña las celebraciones del octavo centenario. “Como suele ocurrir con los santos, la muerte ilumina la vida”, comentó el Custodio. “La perspectiva pascual, de hecho, ilumina toda nuestra existencia. Quien vive la vida cristiana como peregrino y extranjero no tiene miedo de vivir gastándose por Dios y por sus hermanos, y tampoco tiene miedo de morir, cuando le llega su hora”. Retomando los escritos del Beato Jordán de Sajonia (biógrafo de Santo Domingo), subrayó algunas características del santo como la de no temer a la muerte (GSax 67), su capacidad de apoyar a los hermanos exhortándoles al fervor y a la santidad – “es decir, a tener presente que alcanzar la meta del Cielo depende de cómo se camina sobre esta Tierra” – y su humanidad, expresada incluso en las debilidades humanas, con las que el santo siempre contó (GSax 68).

Para concluir, el Custodio quiso exhortar a los hermanos dominicos, deseándoles que sigan manteniendo vivo el espíritu y el carisma dominico. “Mantened vivo el carisma de un santo que fundó una orden cuyo carisma es invitar a los hombres y mujeres de todos los tiempos a vivir el encuentro con el Señor con alegría y sin miedo, porque este encuentro no tiene lugar en el tribunal de un juez despiadado, sino en un banquete de bodas”.


 

Giovanni Malaspina