La basílica del Santo Sepulcro, en el origen de la fe

La basílica del Santo Sepulcro, en el origen de la fe

Han pasado 875 años desde que, el 15 de julio de 1149, el patriarca latino de Jerusalén, Fulco de Angulema, dedicó la basílica del Santo Sepulcro (consagrada en el 335). Sucedió al final de una serie de reconstrucciones y ampliaciones realizadas por los cruzados tras la conquista de Jerusalén en 1099.

Como todos los años, el 15 de julio los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa celebraron la misa solemne en el aniversario de la dedicación de la basílica. Se hallaban presentes también algunos religiosos y fieles locales.

Testigo de la resurrección

“¿Qué significa para nosotros esta celebración? ¿Por qué dar tanta importancia a un lugar físico?” comenzó su homilía fray Francesco Patton, Custodio de Tierra Santa, que presidió la celebración.  “Este lugar es testigo de la muerte real de Jesús de Nazaret y de su resurrección y por eso está en el origen de nuestra fe y de nuestra esperanza”.

El rediseño de los cruzados

Tras reconquistar Jerusalén, los cruzados comenzaron a reconstruir varias iglesias, entre ellas el Santo Sepulcro. Los edificios paleocristianos (Anástasis, Gólgota y Martyrion) fueron incorporados a la nueva basílica. Se construyó un gran presbiterio (el actual katholicon griego) y a su alrededor una serie de capillas dedicadas a distintos momentos de la Pasión de Cristo. Un transepto, a lo largo del eje norte-sur, integró la roca del Gólgota.

Una realidad histórica

Al comienzo de la celebración, el Custodio incensó la tumba vacía, sobre la que se colocó el evangeliario. En la capilla del Ángel, la sala frente a la tumba, se instaló el altar. La liturgia de la Palabra se celebró en el exterior del Edículo, la liturgia eucarística dentro. Junto con el Custodio, entraron en el Edículo los dos concelebrantes principales: fray Stéphane Milovitch, presidente del Santo Sepulcro, y monseñor Carlos Malfa, obispo emérito de Chascomús (Argentina).

“El lugar donde nos encontramos y los textos que hemos leído nos dicen que Jesús murió verdaderamente y resucitó verdaderamente”, subrayó el Custodio.  “Por tanto, este lugar está en el origen del testimonio y la esperanza cristiana. Es él mismo un testimonio”. Al igual que los ángeles anunciaron a las mujeres la resurrección de Jesús, la Iglesia sigue “ofreciéndonos este mensaje como fundamento sólido para nuestra fe y nuestra esperanza”.

Marinella Bandini