Los franciscanos de Tierra Santa celebran a su fundador San Francisco de Asís | Custodia Terrae Sanctae

Los franciscanos de Tierra Santa celebran a su fundador San Francisco de Asís

En la oscuridad de la iglesia de San Salvador de Jerusalén avanza el resplandor de mil velas: es el rito del Lucernario, el tradicional momento litúrgico que en las primeras vísperas del 3 de octubre pretende recordar el denominado “tránsito”, es decir, el paso de la vida terrenal a la eterna de San Francisco de Asís.  El fundador de la orden franciscana murió, en efecto, la noche entre el 3 y el 4 de octubre de 1226, al final de una vida que, desde el momento de la llamada a seguir a Cristo, estuvo marcada por una continuapreparación “para ese tránsito pascual que es morir”.  En Jerusalén, los franciscanos y los fieles se reúnen en estos dos días para festejar al padre seráfico y recordar su ejemplo radical de vida evangélica.

En la iglesia de San Salvador de Jerusalén las celebraciones que caracterizan esta gran fiesta tienen lugar entre el 3 y el 4 de octubre de cada año; la tarde del 3 las primeras vísperas, durante las cuales algunos jóvenes frailes renuevan, por un año, los votos de pobreza, castidad y obediencia, con la lectura del pasaje del tránsito extraído de las fuentes franciscanas, precedida por el rito del lucernario. La mañana del 4 de octubre se celebra la misa solemne, presidida por el prior dominico de la Ecole Biblique de Jerusalén, siguiendo la tradición que expresa amistad y comunión entre las dos órdenes; la tarde del 4, las segundas vísperas concluyen las celebraciones de esta solemnidad tan sentida.

Primeras vísperas

En la tarde del 3 de octubre, el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, presidió las primeras vísperas en presencia de numerosos fieles llegados de toda la ciudad para congregarse en torno a los frailes en recuerdo del tránsito del pobrecillo de Asís.

En su homilía, el padre Custodio partió de una reflexión sobre la experiencia de morir que compartimos todos los seres vivos. Para San Francisco, este paso fue precedido por una preparación constante y cotidiana para la muerte, a través de un progresivo despojarse de sí mismo, exterior e interiormente.  Esto último, el despojarse interiormente, representa siempre el ejercicio más costoso y en San Francisco consistió en desprenderse de muchas cosas, testimoniadas con su vida y con sus admoniciones: “Francisco nos enseña a despojarnos de nuestra voluntad a través de la obediencia; a despojarnos de los oficios que se nos encomiendan (…), a despojarnos de la envidia y el orgullo (…), a despojarnos del narcisismo y del deseo de demostrar a los demás lo buenos que somos”.

Por eso, el padre Patton exhortó a los jóvenes hermanos que renovaban sus votos a realizar, al igual que San Francisco, “el ejercicio de despojarse progresivamente de todo aquello que resulta un obstáculo o impedimento para seguir a Jesucristo y vivir según el Evangelio”.

Misa solemne y segundas vísperas

La mañana del 4 de octubre, día de la solemnidad de San Francisco de Asís, la iglesia de San Salvador se llenó de fieles que acudieron en gran número para ofrecer su homenaje al santo de Umbría junto con la comunidad de frailes de la Custodia. Como es tradición, asistieron las delegaciones diplomáticas de Italia, Francia, España y Bélgica, países que históricamente mantienen un vínculo especial de amistad con la Custodia de Tierra Santa: respectivamente, el cónsul general de Italia, Giuseppe Fedele, el cónsul general adjunto de Francia, Quentin Lopinot, el cónsul general de España, Alfonso Lucini, y el cónsul general de Bélgica, Wilfried Pfeffer. Además de ellos, estuvieron presentes la cónsul general del Reino Unido, Diane Corner, y el cónsul general de Grecia, Evangelos Vlioras.

Presidió la misa solemne el padre dominico Jean Jaques Pérennes, prior de la Ecole Biblique. En su homilía, el padre Jean Jaques expresó, en su nombre y en el de los frailes dominicos, la alegría de estar en San Salvador para celebrar “con nuestros hermanos franciscanos, al que también llamamos 'nuestro padre San Francisco' ". Luego, reflexionando sobre la vida del pobrecillo de Asís y sobre su vocación de reconstruir la Iglesia en tiempos de crisis, el padre Pérennes añadió que para esa operación no era necesaria una mayor organización o un cambio de tipo teológico o canónico, sino “un retorno a la vida evangélica” realizable a través de “conformarse a la vida de Cristo”.

Para concluir, el predicador planteó a los presentes algunas preguntas que suscita la celebración de San Francisco: “¿Cuáles son los retos de nuestro tiempo que requieren una respuesta evangélica por nuestra parte? Cada uno de nosotros debe preguntarse de qué forma somos habitados y alimentados por la mirada amorosa de Cristo crucificado que sobrecogió a Francisco”.

El día de fiesta concluyó con el rezo de las segundas vísperas animadas por los frailes que estudian teología en el convento de San Salvador.

 

Filippo De Grazia