Lux Tenebra, jornada de estudio sobre Tabor y Getsemaní

Lux Tenebra, jornada de estudio sobre Tabor y Getsemaní

Luz y oscuridad, montaña y valle, Tabor y Getsemaní. Entre estos contrastes oscila la jornada de estudio programada el 22 de junio en Jerusalén (y online) por el “Comité científico para las celebraciones de los jubileos de las basílicas del Tabor y Getsemaní”. Las dos basílicas fueron consagradas precisamente el mes de junio de hace cien años. En aquel momento, Pio XI envió a su delegado, el cardenal Oreste Giorgi. Actualmente, la guerra en curso ha empujado al comité a abandonar la idea de invitar a un delegado pontificio, y optar por la jornada de estudio de hoy. 

En su saludo de introducción, el Custodio de Tierra Santa, fray Francesco Patton, subrayó la importancia de iniciativas de carácter cultural en este año jubilar y recordó los beneficios espirituales del centenario, especialmente las indulgencias.

Luz y oscuridad

“LuxTenebra” es el título de la exposición dedicada a las dos basílicas del Tabor y de Getsemaní, y también el lema de esta jornada de estudio.  “Esta tensión entre esplendor y sombra la hizo tangible el arquitecto Antonio Barluzzi al ejecutar los dos proyectos que le encargó la Custodia de Tierra Santa”, subrayó fray Alessandro Coniglio, director del comité científico, al presentar las obras. En el artículo “El arquitecto de Dios”, publicado en el Osservatore Romano en 1969, Pia Nicodemo, que lo conocía bien, escribía: “Quien estaba a su lado podía intuir su tormento íntimo, el esfuerzo de traducir en líneas arquitectónicas dos momentos contradictorios de la vida de Cristo: la Transfiguración en el Tabor y la agonía solitaria en el huerto de los Olivos”.

En Tierra Santa, cada lugar donde hay un santuario es un recordatorio concreto de un misterio específico de la vida de Cristo. Así nació el deseo de (…) doblegar el arte para expresar el sentimiento provocado por ese misterio”, escribía el mismo Barluzzi en su ensayo “La nueva arquitectura de los santuarios de Tierra Santa”.

Arqueología e historia

Las ponencias de la mañana se centraron en los aspectos arqueológico e histórico. Las ponencias de los profesores Eugenio Alliata sobre el Getsemaní, y de Gianantonio Urbani sobre el Tabor presentaron al público – también con la ayuda de material fotográfico de la época – los principales hallazgos arqueológicos en las dos áreas y pusieron de relieve cómo el trabajo de Barluzzi revalorizó el aspecto arqueológico incluso cuando – como es el caso de ambas basílicas – se llevó a cabo una obra totalmente nueva.

A continuación, fue el turno de dos ponencias de corte histórico. Fray Narcyz Klimas, a través de documentos y fuentes históricas, habló de la presencia franciscana en los dos lugares santos, que a veces se desvanece en relatos de sabor legendario, como el caso del emir Fakhr ed Din, cuya donación está en el origen de la presencia franciscana en el Tabor. Tras él, el profesor Giuseppe Buffon (en remoto), profundizó en la figura del Custodio de la época, Ferdinando Diotallevi, un gran “constructor” a quien también se debe la inauguración del Studium Biblicum Franciscanum.

Arte y restauraciones

Por la tarde, hubo espacio para una aproximación más artística. Tras la ponencia de corte filosófico de Andrea Bizzozero (en remoto) sobre la “ambigüedad de la luz”, fue el turno del arquitecto Vincenzo Zuppardo, uno de los miembros del comité científico. Él fue quien esbozó las soluciones arquitectónicas ligadas al uso de la luz en las basílicas y quien contó un “pequeño misterio” de las vidrieras del Tabor, en las que él mismo trabajó en la fase de restauración hace una década.

Las últimas dos intervenciones corrieron a cargo de Gian Maria Secco Suardo y Carla Benelli. El primero, cuya familia estaba emparentada con la de Barluzzi, habló de los artistas y los trabajadores que colaboraron en la realización de las basílicas. La segunda, que trabajó en la restauración de los mosaicos de Getsemaní entre 2012 y 2014, ilustró su realización, motivos y fases de restauración. Para finalizar la jornada, un concierto ofrecido por el Instituto Magnificat de la Custodia de Tierra Santa quiso evocar, a través de la música, la misma tensión entre luz y oscuridad.

Marinella Bandini