Miércoles Santo: el recuerdo del sufrimiento de Jesús en preparación al Triduo | Custodia Terrae Sanctae

Miércoles Santo: el recuerdo del sufrimiento de Jesús en preparación al Triduo

El Miércoles Santo comienza en Jerusalén con el canto Vexilla Regis. El solemne himno a la cruz introduce así una jornada de reflexión sobre el misterio de la Pasión de Jesús, para preparar el Triduo Pascual y la Pascua. Para ello, los frailes de la Custodia de Tierra Santa se reunieron por la mañana en la basílica de la Agonía en Getsemaní, al pie del Monte de los Olivos, en el lugar donde Jesús rezó a Dios, consciente del sacrificio que estaba a punto de realizar. Durante la misa solemne, presidida por el vicario de la Custodia de Tierra Santa, fray Dobromir Jasztal, se cantó el evangelio de la Pasión de Jesús.

“Presa de la angustia, Jesús oraba más intensamente y su sudor se convirtió en gotas de sangre que cayeron aquí al suelo”, relató el diácono, y luego fue a besar la piedra de la Agonía, al pie del altar, considerada por la tradición la que cita el Evangelio.

“Vivir estos días santos un año más en tiempo de pandemia, nos enseña que no somos invencibles y necesitamos salvación y redención – afirmó al final de la celebración fray Benito José Choque, guardián del convento de Getsemaní –. Hoy más que nunca, debemos reconocer que sin Dios y sin su inmenso amor, manifestado en su hijo Jesucristo, estamos destinados a la destrucción y la muerte. Que nuestra oración, unida a la súplica al Padre, sirva como intercesión por toda la humanidad, necesitada de ayuda y misericordia”.

Los frailes de la Custodia de Tierra Santa se dirigieron después en procesión hacia la ciudad vieja de Jerusalén, para llegar al Santo Sepulcro. De hecho, la tradición establece el Miércoles Santo como el día de la veneración a la columna a la que fue atado Jesús mientras era azotado. Es la columna que, según los cristianos, se manchó con la sangre de Jesús, derramada por la humanidad, y cuya base se conserva en la actualidad en la Capilla de la Aparición, custodiada por los frailes franciscanos en la basílica del Santo Sepulcro. La asamblea entonó el himno “Columna nobilis” y después los presentes se acercaron uno a uno para rendir homenaje a la columna.  Ya en el siglo IV, la peregrina Egeria habla de la veneración a esta columna que, sin embargo, en esa época se encontraba en el Cenáculo y era adorada en la madrugada del Viernes Santo. Solo en el siglo XIV la columna fue trasladada al Santo Sepulcro.

La tarde del Miércoles Santo se entrará ya en el Triduo Pascual y los frailes de la Custodia de Tierra Santa volverán a celebrar en el Santo Sepulcro, para un oficio litúrgico especial que tiene lugar solo en Jerusalén.  Antes de que fuese abolido por el Concilio Vaticano II, toda la Iglesia celebraba el antiguo “Oficio de tinieblas” en la tarde del Triduo. Los frailes de la Custodia, debido al Status Quo, han mantenido en el Santo Sepulcro la tradición de rezar en el mismo horario con esta liturgia especial, ante un candelabro, como se hacía en el “Oficio de Tinieblas”.

 

 

Beatrice Guarrera