Regar con san Antonio el desierto de la indiferencia con el agua de la misericordia | Custodia Terrae Sanctae

Regar con san Antonio el desierto de la indiferencia con el agua de la misericordia

San Antonio de Padua, santo protector de la Custodia de Tierra Santa desde 1920, se celebra con solemnidad y fervor anualmente el 13 de junio, día de su muerte.

Las fiestas empezaron el domingo 12 de junio con el oficio de Vísperas. Unos sesenta franciscanos estaban presentes para celebrar con gran fasto y ardor a su santo patrono. En una breve homilía, el custodio ha mostrado cómo Antonio de Padua fue un apóstol de la misericordia. Basándose en las homilías pronunciadas por el santo, ha concluido invitando a los fieles a acoger sus predicaciones para aprender «a regar el desierto de la indiferencia con el agua de la misericordia».

Al finalizar el oficio, religiosos y laicos han venerado las reliquias del santo y han recibido de manos del nuevo custodio, fray Francesco Patton, el pan de San Antonio. Con este gesto se recuerda la generosidad y bondad de un santo que alimentaba a los más pobres. Las sonrisas iluminaban las caras. Frailes y fieles intercambiaban alegremente las felicitaciones.

Al día siguiente, la iglesia de San Salvador, adornada suntuosamente, acogía a los frailes y a la comunidad parroquial, a los cónsules generales de las naciones latinas –España, Francia, Bélgica e Italia- y también a los representantes de las distintas confesiones cristianas de Jerusalén. Respondiendo a la invitación tradicional del custodio, su presencia testimonia la devoción a este santo, uno de los más venerados y amados en la Iglesia. De hecho, en algunas familias cristianas se da la tradición de consagrar un niño al santo, en acción de gracias por una favor concedido, antes de la celebración. Traviesos, estos niños vestidos de San Antonio, han sabido hacerse notar.

En su homilía, el custodio ha invitado a sus fieles a tener a san Antonio de Padua como modelo, para que les acompañe a través de las pruebas de la vida. El padre Francesco ha concluido su predicación con un pasaje del sermón pronunciado por san Antonio el domingo XIII después de Pentecostés; una hermosa oración en la que el amor está omnipresente. «Señor Jesús, te pedido que nos unas n un vínculo de amor hacia ti y hacia nuestros hermanos y hermanas, para que podamos amarte con todo nuestro corazón tan profundamente que no nos alejemos jamás de tu amor». La misa solemne ha concluido con las notas del himno de la Custodia de Tierra Santa, Super Muros Tuos Jerusalem, entonada por la coral de la Custodia. A la salida de la celebración, la asamblea ha sido invitada a un refresco en la Curia.

Las fiestas han concluido con el oficio de Vísperas, presididas por el guardián de San Salvador, fray Stéphane. Acompañada por el canto de los frailes, la comunidad presenta ha podido venerar una última vez las reliquias del santo en una ocasión tan especial.