San Antonio de Padua: la Custodia de Tierra Santa celebra su santo patrón | Custodia Terrae Sanctae

San Antonio de Padua: la Custodia de Tierra Santa celebra su santo patrón

Una historia centenaria es la que une a la Custodia de Tierra Santa con San Antonio: la intercesión del santo fue siempre fundamental en la vida de los franciscanos de Tierra Santa. En 1920, el papa Benedicto XV proclamó a San Antonio patrón de la Custodia, un reconocimiento que sirvió para sellar oficialmente el ya fuerte vínculo entre la Custodia y el santo de Padua. Cada 13 de junio, fiesta del santo, en el convento franciscano de Jerusalén es un día de grandes celebraciones. Este año, a la santa misa en la iglesia de San Salvador en Jerusalén, asistieron varias autoridades religiosas y civiles: los representantes de las principales comunidades cristianas de Tierra Santa, así como diplomáticos, entre los que se encontraba el cónsul general de Italia en Jerusalén, Giuseppe Fedele.

“Hoy celebramos, con alegría y solemnidad, la fiesta de San Antonio, que la liturgia nos presenta como insigne predicador e intercesor en momentos de necesidad – dijo el padre Custodio de Tierra Santa en su homilía –. Durante este último y dificilísimo año de pandemia y tensiones, los frailes de la Custodio hemos sentido con fuerza la intercesión de San Antonio, a quien nos hemos encomendado de manera especial”.

El santo patrón de la Custodia, según el Custodio fray Francesco Patton, es un buen ejemplo de lo que significa encarnar el mandato misionero confiado por Jesús a los apóstoles: “Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a todas las criaturas”. Antonio, de hecho, tras haber dedicado muchos años estudiar y aprender la Escritura, dedicó los últimos seis años de su vida a anunciar a todos el Evangelio, también a todas las criaturas. “Antonio nos invita a proponer la fe cristiana y el misterio de Jesucristo en su totalidad, en su organicidad, en su plenitud – explicó fray Patton –. Antonio añade también el aspecto de la calidad personal del testimonio”. Sin embargo, el santo de Padua no es solo predicador, sino también intercesor en las necesidades y también en esto encarna muy bien la misión confiada por Jesús a los apóstoles de expulsar a los demonios e imponer las manos a los enfermos.

“Por intercesión de San Antonio, pedimos al Señor que también nosotros seamos capaces de acoger el Evangelio en su plenitud, sin cortes ni añadidos, sin querer vaciarlo de su radicalidad provocadora y sin querer diluirlo para estar a la moda”, concluyó fray Francesco Patton (aquí el texto completo de la homilía).

Al final de la misa, el Custodio de Tierra Santa pronunció, como cada año, la oración de consagración de la Custodia a San Antonio, delante de la estatua del santo. 

A diferencia del año pasado en que todavía estaban en vigor las restricciones debido a la pandemia, este año ha sido incluso posible la participación de los parroquianos, que son especialmente devotos de San Antonio. Dos niños de la parroquia fueron bendecidos por el sacerdote y sus padres pidieron la protección de San Antonio: como símbolo del voto expresado por sus padres, llevarán durante un año un pequeño hábito franciscano, el mismo que San Antonio.

La tarde del 13 de junio los frailes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa se reunieron nuevamente en la iglesia de San Salvador para la oración de las Vísperas

“La fiesta de nuestro patrón debe estimularnos e inspirarnos a imitarlo”, dijo el Custodio de Tierra Santa a los hermanos. En particular, fray Patton quiso detenerse en dos aspectos que San Antonio destacó en sus sermones: la importancia de estrecharse en torno a Jesús y la importancia de abrazar estrechamente a los hermanos con dificultades.

Después, el Custodio añadió: “Qué por intercesión de San Antonio, nuestro santo patrón, el Señor conceda a cada uno de nosotros saber volar con Cristo, manteniéndolo siempre en el centro de nuestra vida personal y fraternal. Él fue el primero en volar hacia nosotros, haciéndose uno de nosotros. Y nosotros tratamos de volar hacia él, un vuelo para seguirle, un vuelo hacia arriba, que es por lo que nos comprometemos a seguir las huellas de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en obediencia, sin nada propio y en castidad, como hemos prometido. Qué el Señor nos conceda saber también volar hacia abajo, para levantar al hermano caído, en su vocación o en crisis, o que está viviendo en horas bajas su compromiso de vida cristiana. Qué el Señor nos dé la gracia de saber cuidarnos mutuamente, de saber cuidar a los débiles y a los heridos dentro de nuestra fraternidad”.

En memoria de la caridad del santo hacia los pobres, la fiesta concluyó con la distribución del pan de San Antonio.


 

Beatrice Guarrera