Jn 1,26-2,3; Sal 89; Col 3,14-15.17.23-24
1. ¡Queridos hermanos y hermanas, que el Señor os dé la paz!
Estamos en el año dedicado a San José y este primero de mayo, aquí en Belén, queremos fijarnos en él para que nos enseñe la espiritualidad del trabajo, como se la enseñó al Hijo de Dios encarnado. También queremos, en esta ocasión, recordar a todos los trabajadores de los que San José es modelo, patrón e intercesor.
Pensamos en lo importante que es la dimensión del trabajo en la vida humana y en lo importante que ha sido el trabajo de tantas personas humildes y sencillas durante esta larga pandemia que aún no se ha resuelto. Personas que resultaron ser compañeros de viaje en una época de sufrimiento y que han realizado un trabajo que se ha mostrado como una forma cotidiana de entregar la vida.
Nos lo recordó el papa Francisco en la encíclica “Fratelli tutti”, llamando por su nombre a estas categorías de personas que han arriesgado y siguen arriesgando la vida diariamente por amor a sus hermanos y hermanas: “médicos, enfermeros y enfermeras, farmacéuticos, empleados de supermercados, personal de limpieza, cuidadores, transportistas, hombres y mujeres que trabajan para brindar servicios esenciales y seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas,…” (FT 54).
2. Si nos fijamos en la figura de José, tal como nos lo presenta el evangelista Mateo, hay dos características, aparentemente contrapuestas, que lo distinguen.
Son dos características que iluminan nuestra forma de vivir la vida, nuestra vocación y también el trabajo que estamos llamados a realizar: José está dotado de pragmatismo y, al mismo tiempo, es un hombre que sabe soñar.
3. En primer lugar, José posee un gran pragmatismo y esto lo vemos en la forma activa con la que afronta nuevos problemas y situaciones, tanto cuando se entera del embarazo de María, cuando se trata de encontrar un lugar en donde pudiera nacer el Niño Jesús, aquí en Belén, o cuando tiene que huir a Egipto y luego regresar a su patria.
El pragmatismo de José es sin duda el fruto de ser un trabajador, un artesano, un carpintero habituado a tomar medidas a los objetos y construirlos para cubrir una necesidad. El trabajo es una gran escuela de pragmatismo y por eso tiene un gran valor educativo para cada uno de nosotros. Pero el pragmatismo no es aridez de sentimientos.
De hecho, medirse con el trabajo manual significa también medirse con el esfuerzo y la paciencia, por lo que el trabajo manual se convierte también en escuela de amor y de perseverancia. Es más, el amor no se da sin compromiso, sin paciencia, sin fidelidad y constancia.
José también está acostumbrado a situar esta practicidad dentro de la espiritualidad bíblica, de la que nos habla el “Libro del Génesis”, que ve en el trabajo humano un reflejo de la obra de Dios mismo, un reflejo del hecho de que el hombre está creado a imagen y semejanza de un Dios que durante seis días trabaja y el séptimo descansa, confiando después al hombre el cuidado de todo lo creado, representado como un jardín que cultivar.
El pragmatismo de José se subraya en los evangelios de Mateo y Lucas por el hecho de que no recoge ninguna de sus palabras, sino siempre y solo sus acciones.
Esta practicidad debería ser también una característica de nuestra forma de vivir, de nuestro modo de responder a una vocación particular, así como de nuestra manera de trabajar, sea cuál sea el trabajo que hagamos.
4. Además, José es alguien que sabe soñar. ¿Qué quiere decir saber soñar? Significa estar abiertos al sentido profundo de la vida, estar abiertos al misterio de Dios, significa saber que ser práctico no significa ser materialista ni estar encerrado únicamente en nuestra capacidad racional. El sueño indica la apertura a un sentido de las cosas más profundo de lo que se ve a simple vista, a un sentido que viene de Dios; a una revelación que puede sorprendernos igual que nos sorprende un sueño; a una perspectiva que ilumina y que nos permite comprender de un modo nuevo también aquello que considerábamos ya definido y establecido para nuestra vida. En el lenguaje bíblico, dar espacio al sueño significa simplemente hacer espacio para Dios que siempre va más allá del simple cálculo humano y también más allá de las puras y simples expectativas y perspectivas humanas.
5. En consecuencia, precisamente porque José está abierto a los sueños, vive con confianza y pragmatismo también los cambios que Dios le pide a través de las circunstancias de la vida. Así es cuando acoge a María en su casa y recibe al Hijo de Dios que lleva en su vientre y acepta darle un nombre, que formará parte de su identidad, de su vocación y de su misión: “Jesús, hijo de David”. Así es cuando acepta huir a Egipto y se adapta a una situación de precariedad a la que muchísimos trabajadores tienen que adaptarse hoy día para poder cuidar de sus familias, pero también porque hay injusticias en el mundo y la historia que hacen precario el trabajo de la mayoría de las personas que viven en la actualidad en nuestro mundo globalizado.
6. Entonces, ¿qué podemos aprender de San José el carpintero? Yo diría que, en primer lugar, podemos y debemos aprender a no tener miedo cuando se presentan situaciones nuevas e imprevistas durante nuestra vida y también en nuestra vocación; luego, a dejarnos iluminar por la palabra de Dios que nos ayuda a comprender de manera más profunda lo que nuestra inteligencia humana correría el riesgo de catalogar solo como un problema a resolver; por último nos enseña a responder concretamente a las situaciones y también a las dificultades, afrontándolas una por una con confianza.
7. Es un hermoso programa de vida el que nos sugiere San José, que se resume y condensa en la oración colecta que hemos rezado antes de las lecturas y que os invito a meditar durante esta jornada: “Oh Dios, que has llamado al hombre a cooperar con su trabajo al diseño de tu creación, haz que por el ejemplo y la intercesión de San José, seamos fieles a las tareas que nos confías, y recibamos la recompensa que nos prometes” (oración colecta a S. José obrero). Amén.