En Betfagé, conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén

En Betfagé, conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén

La mañana del 1 de abril, víspera del Domingo de Ramos, siguiendo la tradición, tuvo lugar la última peregrinación de los frailes franciscanos a Betfagé, para conmemorar la entrada del Señor en Jerusalén.

El recuerdo de la entrada triunfal de Jesús se sitúa en esta aldea de la ladera oriental del Monte de los Olivos, donde ya desde el siglo IV, gracias a la peregrina Egeria, se tiene noticia de la existencia de una iglesia que conservaba la memoria del encuentro entre Jesús y las hermanas de Lázaro, Marta y María, en el camino hacia Betania. Luego, en el siglo IX, también el monje Epifanio escribió que la procesión a Jerusalén empezaba “a aproximadamente un par de kilómetros (de la Ascensión)”, donde Cristo montó en el borriquillo.

Pero el recuerdo exacto del lugar se perdió hasta que, en 1870, se encontró una roca de forma cúbica – ahora integrada en la iglesia actual – cuyas pinturas exteriores aún visibles, de época cruzada, recuerdan los acontecimientos vinculados a la entrada de Jesús en la ciudad santa: Marta, María y Lázaro resucitado, una multitud con palmas en las manos y un asno y su pollino, liberados de sus ataduras ante los ojos de los habitantes de la aldea. En 1883 los franciscanos adquirieron esta propiedad y construyeron en ella primero un pequeño santuario y luego, en 1954, una iglesia, restaurada en 2014.

Ante varios cristianos locales, frailes y peregrinos, el padre Cyryl Kowalczyk, profesor de Sagrada Escritura en la Universidad Pontificia Antonianum, presidió la santa misa propia del santuario, precedida del canto de los salmos de los laudes matinales. El Evangelio proclamado fue el de la entrada de Jesús en Jerusalén. La meditación se encomendó, como en todas las peregrinaciones de esta Cuaresma, a fray Alessandro Coniglio, profesor y secretario del Studium Biblicum Franciscanum, que guio a los frailes y fieles en la comprensión de las lecturas del día.

«Una clave para entender mejor en qué sentido Jesús cumple las expectativas del Antiguo Testamento – explica fray Alessandro Coniglio en su homilía – nos llega del grito de la multitud en aquel Domingo de Ramos. “Bendito el que viene en nombre del Señor, el rey. ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas! ¡Jesús ha sido aclamado como rey y se espera que con él llegará por fin la paz celestial! Pero la multitud aclama a Jesús como el rey mesías citando el salmo 118: En él se alaba a Dios porque su amor es para siempre, porque Él es el auxilio y la salvación de quienes lo invocan»

Fray Coniglio subraya cómo el salmo 118 describe perfectamente la dinámica de rechazo que Jesús tuvo que sufrir por parte de los líderes de su pueblo, «pero – continúa el predicador – también nos anuncia ya su victoria sobre la muerte. Jesús es, por tanto, la piedra fundamental, la piedra angular que, rechazada por los arquitectos, será utilizada por Dios mismo para construir la maravillosa obra de la salvación, esperada por todos los pueblos. He aquí el vuelco del destino realizado por el mismo Dios hacia su siervo. [...] En estas peregrinaciones cuaresmales a menudo nos ha acompañado la figura del siervo sufriente de Isaías, que sufre la pasión y la muerte, pero al que Dios promete una victoria asombrosa».

El domingo 2 de abril, a las 14:30, precisamente desde aquí partirá la alegre procesión conmemorativa de la entrada de Jesús en Jerusalén, un acto que desde 1933 ha podido reanudarse con la máxima solemnidad bajo la presidencia del Patriarca Latino de Jerusalén.

Silvia Giuliano