Los desafíos del Terra Sancta School de Ramla

Los desafíos del Terra Sancta School de Ramla

“La escuela Terra Sancta de Ramla está presente en todos los hogares. No hay ninguna familia árabe en la ciudad que no haya tenido a alguno de sus miembros en esta escuela”.  Fray Abdel Masih Fahim, de la Custodia de Tierra Santa, está orgulloso de la huella que la escuela franciscana puede dejar en la sociedad a través de la formación de las nuevas generaciones.

Ciudad mixta

Ramla se encuentra en una posición estratégica, en la ruta entre el puerto de Jaffa y Jerusalén, y para muchos peregrinos era la primera parada durante el viaje. Ciudad de paso, con un carácter multiétnico y multirreligioso, Ramla tiene hoy una población de unos 75.000 habitantes, el 80% judíos y el 20% árabes israelíes (16.000 musulmanes y 4.000 cristianos).  Es una de las llamadas “ciudades mixtas” de Israel.

Los frailes están presentes en Ramla desde 1296. En el complejo franciscano, en la ciudad vieja de Ramla, está el convento, la escuela y la iglesia, dedicada a los santos Nicodemo y José de Arimatea (se cree que Ramla es la bíblica Arimatea, ciudad natal del hombre que ofreció la sepultura nueva para enterrar a Jesús). Nicodemo, un discípulo oculto de Jesús, también está asociado con la sepultura de Jesús.

Educación, servicio a la sociedad

La escuela de Tierra Santa se estableció en Ramla en 1728 (y en Jaffa en 1730). En la actualidad cuenta con 460 alumnos, desde cuarto grado hasta el duodécimo (de 9 a 18 años), de los cuales el 58 por ciento son cristianos. A partir del próximo curso académico se ofrecerán todos los niveles, empezando por la escuela infantil. “Como franciscanos – dice fray Abdel Masis – nos interesamos no solo por los peregrinos sino también por la iglesia local, a través de la parroquia, y por la sociedad, con la escuela. La educación es muy importante: es un servicio que la Custodia ofrece para ayudar a toda la sociedad, y ser parte integrante de ella”.

Todos los niños proceden de familias árabes, mientras que en el cuerpo docente también hay algunos judíos. “Las clases se imparten normalmente en árabe, pero en la escuela secundaria enseñamos las asignaturas científicas en hebreo. Cada vez más en la escuela, pero también en casa, los niños árabes prefieren el hebreo como lengua de aprendizaje y de comunicación entre ellos. También sucede a menudo que utilizan palabras árabes escritas en caracteres hebreos”.

También el calendario escolar está planteado según el carácter multirreligioso de la sociedad. Hay vacaciones no solo en Navidad y Semana Santa, sino también en algunas festividades judías – como el Yom Kipur, y los días “no laborables” – y en las principales fiestas musulmanas, en particular el Eid al-Fitr, que marca el final del mes sagrado de Ramadán, y el Eid al-Adha, la fiesta del sacrificio. Esto no significa diluir la propia identidad: “La identidad de la escuela es cristiana, católica y franciscana”, dice claramente fray Abdel Masih. “Precisamente por eso somos capaces de acoger a todos”.

Desde hace 45 años, fray Abdel Masih ejerce su ministerio en Tierra Santa, particularmente en el ámbito de la educación. Desde hace unos 17 años es director de las escuelas de Ramla y de Jaffa. Todos los días, antes del inicio de las clases, se reúne con todos los niños y les deja un mensaje para vivir la jornada. Cuando estuvimos con él, el primer día de Ramadán, habló a los niños sobre el ayuno, que “no se refiere solo a comer y beber, sino al progreso de las relaciones entre nosotros y con la sociedad”. Al ser también tiempo de Cuaresma, fray Abdel Masih abre cada día la iglesia a las 7:30 e invita a quienes lo deseen a unirse a la oración de laudes.  Celebra una misa para cada clase (no obligatoria) y está disponible para confesar.

Por una verdadera autonomía

Las escuelas cristianas en Israel son “reconocidas, no oficiales”. Significa que pueden expedir títulos válidos, pero no son públicas y, por tanto, no gozan de una serie de beneficios económicos.  En compensación, disponen de autonomía para gestionar sus inmuebles y elegir los profesores, dos principios “no negociables” según fray Abdel Masih, que afirma: “Queremos seguir siendo libres”. Incluso a costa de sacrificios.

Durante 16 años, hasta hace un mes, fray Abdel Masih fue secretario general de las escuelas cristianas en Israel. Es un gran conocedor del sistema escolar público, y sabe que mantener la autonomía y la identidad cristiana de las escuelas tiene un coste (o, más bien, una falta de ingresos): “La ley prevé que el Estado cubra todos los gastos de los estudiantes israelíes pero, como nosotros tenemos autonomía propia, la aportación oscila entre el 60 y el 75%.  Un porcentaje que se reduce aún más si consideramos que esa contribución se calcula solo sobre los gastos relacionados con la enseñanza, y no sobre todos los costes reales de una escuela, que incluyen la modernización de las instalaciones, la compra de materiales y otros gastos de funcionamiento”. Otro tema objeto de diálogo con el gobierno desde hace más de una década, subraya fray Abdel Masih, es el de la igualdad de trato para los profesores de primaria, sobre todo en lo que se refiere a vacaciones, bajas por enfermedad y edad de jubilación.

La escuela en tiempo de guerra

Con el estallido de la guerra, también la vida escolar se vio alterada. Tras un primer periodo de adaptación, con clases por zoom o en grupos alternos, niños y profesores retomaron las clases con regularidad. “No hubo tensiones especiales en la escuela. En las clases se dedicó algo de tiempo a hablar de la situación, pero también a actividades prácticas para ayudar a los necesitados, y a la oración por la paz. No podemos ser ajenos a la sociedad y a la historia en la que vivimos ahora”, señala fray Abdel Masih. Los chicos viven inmersos en la sociedad israelí, pero hechos como este recuerdan que pertenecen a la sociedad árabe.  “No pueden evitar pensar en los que mueren en Gaza, algunos de ellos tienen familiares allí – algunos han muerto, otros pasan por graves dificultades”. Al mismo tiempo, no pueden evitar pensar en quienes mueren en Israel, que es su país, donde tienen relaciones, amigos, donde conocen familias a las que la guerra ha provocado pérdidas. La humanidad debe ser respetada”.

La guerra también ha tenido repercusiones en la economía escolar. Normalmente, la escuela de Ramla cubre gran parte de sus costes – excluyendo la parte estatal – con las tasas escolares, las donaciones y los ingresos que proceden de la organización de eventos y actividades. Con la guerra, muchas familias, también en esta parte del país, se han encontrado con dificultades económicas y han solicitado un descuento en las tasas o retrasar y aplazar los pagos. La falta de peregrinos, que repercute enormemente en los ingresos de la Custodia, ha afectado también a la escuela de Ramla.  A pesar de ello, concluye fray Abdel Masih, “nunca renunciaremos a nuestras escuelas y a nuestra libertad, porque la educación es nuestro objetivo y nuestro fundamento”.

Marinella Bandini