Se descubren los rostros de los Mártires de Damasco en los grandes lienzos de 1926

Se descubren los rostros de los Mártires de Damasco en los grandes lienzos de 1926

Ante la inminente canonización de los mártires de Damasco el próximo 20 de octubre, en el gran salón de la curia custodial el 24 de julio se colgaron y exhibieron los grandes lienzos originales que se utilizaron en San Pedro con motivo de su beatificación – hace casi un siglo – el 10 de octubre de 1926.

Los cinco grandes lienzos pintados al fresco y conservados en los depósitos de la Custodia, revelaron los rostros de los once mártires – siete de ellos frailes españoles, uno tirolés y tres maronitas – cuyo último sacrificio tuvo lugar en Damasco la noche del 9 al 10 de julio de 1860, en el contexto de la persecución contra los cristianos por parte de los drusos chiitas en el Líbano y Siria (AQUÍ la historia completa).

Las lonas probablemente llegaron a Jerusalén poco después de la solemne celebración de la beatificación en San Pedro.

Excelente estado de conservación

«Es sorprendente comprobar el excelente estado de conservación con que los lienzos han llegado hasta hoy, así como la gran calidad de las imágenes pintadas – comenta fray Rodrigo Machado Soares, guardián de San Salvador y miembro, junto con fray Ulises Zarza y fray Narciso Klimas, del comité de preparación de las celebraciones para la canonización de los mártires –. Estas obras representan un raro e importantísimo testimonio histórico y subrayan los momentos más relevantes de la historia de los frailes franciscanos».

Las escenas representadas en las telas

«De estos 5 lienzos – continúa fray Rodrigo – el más importante es el que reconocemos en las fotos de archivo colocado en el centro del precioso marco dorado de los rayos del Espíritu Santo, detrás del gran altar de Bernini. De hecho, en aquella época las beatificaciones se llevaban a cabo dentro de la basílica. Esta tela representa a los once hombres, algunos con las palmas del martirio en la mano, reunidos alrededor de la cruz gloriosa».

Por el contrario, una tela “gemela”, con el mismo tema pero con un gran marco pintado al fresco, fue realizada para el balcón externo.

En los demás lienzos, expuestos en el interior, se pueden ver tres escenas distintas del martirio. La primera ilustra el asalto al convento franciscano en el barrio cristiano de Bab Touma por los drusos, debido a que un traidor les abrió la puerta.

La última eucaristía

Luego, la conmovedora escena en la que fray Manuel Ruiz, guardián del convento, ofrece la última eucaristía a sus hermanos, con la intención de consumir las especies eucarísticas para evitar su profanación, pero al mismo tiempo fortalecer su espíritu antes de la muerte. «Aquí los frailes aparecen como penitentes – subraya fray Rodrigo – con la soga al cuello mientras toman su última comunión».

Sobre el zócalo inferior se encuentra una gran inscripciónb: “summo instante vitae discrimine coenobii praeses congregatos in templo sodales nonnullosque fideles hortartur ad vitam strenue pro christo cum sanguine fundendam eosque caelesti pane fortium corroborat” (En la crisis más urgente de la vida, el jefe del sínodo exhorta a los miembros y a algunos fieles reunidos en el templo a derramar con firmeza su vida por Cristo con sangre, y los confirma con el pan celestial de los fuertes).

Finalmente, en la última tela está representado el momento real del martirio: algunos frailes fueron masacrados, otros decapitados y dos de ellos arrojados desde el campanario.

El padre Manuel Ruiz escribió al Custodio de Tierra Santa el 2 de julio de 1860, informándole de los síntomas previsibles del inminente desastre. El punto culminante de la carta – explica fray Rodrigo – «hágase la voluntad del Señor», muestra su aceptación de la muerte y será precisamente el lema del logo para su canonización».