Anunciación: «No tenemos miedo, el Espíritu Santo desciende sobre nosotros» | Custodia Terrae Sanctae

Anunciación: «No tenemos miedo, el Espíritu Santo desciende sobre nosotros»

«No tenemos miedo, el Espíritu Santo desciende sobre nosotros». Estas son las palabras que ayer, 25 de marzo, pronunció Su Beatitud el patriarca Fuad Twal durante la homilía con ocasión de la solemnidad de la Anunciación, en la basílica de Nazaret. En esta iglesia, que desde los primeros tiempos de la cristiandad rinde homenaje a aquella que dijo «Sí», los cristianos de Galilea, y también los de Jerusalén, se han reunido en torno al patriarca, que no dejó de expresar su alegría, dando las gracias a «todos aquellos que han participado en la preparación de esta celebración y me han acompañado en mi ingreso solemne».

La víspera de la fiesta, el guardián del santuario, en presencia de los sacerdotes de la parroquia franciscana, recibió a Su Beatitud para la celebración del rezo de las vísperas, seguidas de una vigilia de oración en la gruta. Su Beatitud presidió posteriormente la suntuosa celebración de la Anunciación y pronunció un mensaje decididamente positivo: «Todo comenzó en la paz y todo terminará en la paz». En su homilía, el prelado habló en distintas ocasiones del sufrimiento de los cristianos de Tierra Santa por sus hermanos «en Siria, en Irak y también en Egipto y Nigeria; en África Central y en otros sitios, heridos por las guerras y las divisiones; divisiones que se añaden aquí en Nazaret y en Palestina a las laceraciones». Mons. Twal invitó después, en este año dedicado a la Familia, a la unidad y a la determinación, únicos bastiones contra el escepticismo y el miedo. Implorando la fuerza de «Aquél que ha vencido al mal con su cruz y su resurrección», Su Beatitud ha confiado a María y su luz a todos los cristianos del mundo y, especialmente, a los de Tierra Santa.

La alegría de la asamblea concluyó con una procesión en el interior de la basílica y numerosos cánticos dedicados a María, entonados por el coro local. El patriarca y los sacerdotes de la parroquia, seguidos por una numerosa asamblea, se acercaron hasta la plaza de la iglesia para bendecir a niños y familias al sonido de las trompetas y tambores de los exploradores. Esta fiesta de la Anunciación, apogeo de la vida del santuario, ha permitido a muchos cristianos renovar su «Sí» de esperanza a Dios y manifestar también su devoción a la santísima Madre de la Iglesia.

E.R