Beit Hanina, en la periferia de Jerusalén… una zona populosa a pocos kilómetros de la Ciudad Vieja. Aquí, junto a una gran mayoría de árabes musulmanes, habitan algunas familias cristianas (alrededor de 600). Desde principios de los sesenta, en este barrio la parroquia ha estado dirigida por los frailes de la Custodia de Tierra Santa (una de las sucursales que tiene la parroquia latina franciscana de Jerusalén) y constituye el único y fundamental punto de referencia para todos los residentes cristianos, no sólo para los católicos.
Para todos ellos el domingo pasado ha sido una importante jornada festiva porque se ha inaugurado la nueva iglesia dedicada a Santiago. Cuatro meses de trabajos de restauración y de ampliación que han regalado a la comunidad una nueva iglesia, bellísima, completamente renovada y con mayor capacidad, con una gran altar y nuevas pinturas en las paredes. En la misa, celebrada en el nuevo edificio sagrado y presidida por el Custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, han participado por lo menos 500 personas. En Beit Hanina, el principal objetivo de los franciscanos (que en los años pasados han promovido la construcción de un complejo residencial para dar alojamiento a las numerosas familias cristianas de este barrio) ha sido siempre el de crear un lugar cristiano de unión, de encuentro y de formación, sobre todo para los jóvenes. Desde hace ya algunos años funciona un centro social con distintas actividades religiosas y culturales, con aulas para la catequesis, salas polivalentes y hasta una pizzería (gestionada por una cooperativa de jóvenes palestinos). Ahora está además, en proyecto, la construcción de un complejo polideportivo con campos de juego y una piscina. Es decir, nuevas oportunidades de trabajo para muchos y, además y sobre todo, un “polideportivo” educativo cristiano que, a través de las actividades deportivas, el juego, las conferencias, transmita a los jóvenes palestinos los valores del Evangelio para que puedan ser una iglesia hecha de “piedras vivas” en una realidad multirreligiosa. Los distintos proyectos están financiados por la Conferencia episcopal italiana, Unicoop Firenze, la Fundación Juan Pablo II y muchas más entidades y asociaciones privadas. El verdadero “motor” de todas estas iniciativas y de la vitalidad de la “Beit Hanina cristina” –que beneficiará incluso a toda la comunidad parroquial de Jerusalén- es el P. Ibrahim Faltas que, con motivo de la ocasión especial de ayer, ha celebrado su última misa como párroco antes de asumir su nueva tarea dentro de la Custodia de Tierra Santa.
Para todos ellos el domingo pasado ha sido una importante jornada festiva porque se ha inaugurado la nueva iglesia dedicada a Santiago. Cuatro meses de trabajos de restauración y de ampliación que han regalado a la comunidad una nueva iglesia, bellísima, completamente renovada y con mayor capacidad, con una gran altar y nuevas pinturas en las paredes. En la misa, celebrada en el nuevo edificio sagrado y presidida por el Custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, han participado por lo menos 500 personas. En Beit Hanina, el principal objetivo de los franciscanos (que en los años pasados han promovido la construcción de un complejo residencial para dar alojamiento a las numerosas familias cristianas de este barrio) ha sido siempre el de crear un lugar cristiano de unión, de encuentro y de formación, sobre todo para los jóvenes. Desde hace ya algunos años funciona un centro social con distintas actividades religiosas y culturales, con aulas para la catequesis, salas polivalentes y hasta una pizzería (gestionada por una cooperativa de jóvenes palestinos). Ahora está además, en proyecto, la construcción de un complejo polideportivo con campos de juego y una piscina. Es decir, nuevas oportunidades de trabajo para muchos y, además y sobre todo, un “polideportivo” educativo cristiano que, a través de las actividades deportivas, el juego, las conferencias, transmita a los jóvenes palestinos los valores del Evangelio para que puedan ser una iglesia hecha de “piedras vivas” en una realidad multirreligiosa. Los distintos proyectos están financiados por la Conferencia episcopal italiana, Unicoop Firenze, la Fundación Juan Pablo II y muchas más entidades y asociaciones privadas. El verdadero “motor” de todas estas iniciativas y de la vitalidad de la “Beit Hanina cristina” –que beneficiará incluso a toda la comunidad parroquial de Jerusalén- es el P. Ibrahim Faltas que, con motivo de la ocasión especial de ayer, ha celebrado su última misa como párroco antes de asumir su nueva tarea dentro de la Custodia de Tierra Santa.