Belén acoge a franciscanos y cristianos locales en el inicio del Adviento | Custodia Terrae Sanctae

Belén acoge a franciscanos y cristianos locales en el inicio del Adviento

Un fin de semana rico en citas ha reunido a los cristianos de Jerusalén y Belén en este primer domingo de Adviento.
El sábado 29 y el domingo 30, la Custodia –con toda la Iglesia universal- ha entrado en el tiempo de Adviento. La Iglesia vive este período como una preparación a la Navidad, el nacimiento del Salvador en Belén. Es, por tanto, a esta ciudad de Palestina en donde los franciscanos y los fieles se han reunido para un fin de semana rico en citas litúrgicas.

El sábado por la mañana, como es tradicional todos los años, la comunidad árabe latina de Jerusalén se ha acercado a la Custodia para el intercambio de felicitaciones con el custodio. El mujtar –jefe de la comunidad- ha recordado la difícil situación de los cristianos en Oriente Medio, y en particular de Tierra Santa, una pequeña comunidad en busca de apoyo espiritual, moral y económico. En su respuesta, el custodio ha pronunciado palabras fuertes para afirmar el apoyo de los frailes y la necesidad de mantener viva la esperanza. «Hoy, la comunidad latina y los franciscanos son una sola cosa. Todo lo que hacemos actualmente sería imposible sin vuestra ayuda. Vosotros formáis parte de la identidad de esta ciudad. El clima se va deteriorando, pero debemos trabajar duro y no bajar los brazos. Lo que es seguro es que nosotros nos quedaremos aquí. Los cristianos son parte integrante de la vocación universal e irrevocable de esta ciudad», ha subrayado el custodio. Dando algunas noticias poco tranquilizadoras sobre los cristianos de Siria e Irak, el custodio ha recordado que «no serán los planes estratégicos o las ayudas económicas las que nos salven. Ya que somos pocos, debemos ser todavía más fuertes. Lo que nos salvará es la oración y la fuerza de nuestra fe».

Después, los frailes han salido en cortejo oficial, junto a los cristianos locales, in dirección a Belén, donde han sido recibidos de forma popular y festiva. El alcalde ha recibido a fray Pierbattista Pizzaballa entre los aplausos de los niños del Terrasanta College, que eran numerosos («medio millar», ha precisado uno de los acompañantes). Más tarde, el párroco de la iglesia de Santa Catalina ha recibido, a su vez, al custodio al son del Te Deum. Mientras los peregrinos de Jerusalén regresaban a la Ciudad Santa, los frailes han almorzado con la comunidad de Belén.
La entrada en el tiempo de Adviento se ha realizado solemnemente durante el rezo de las primeras vísperas, celebradas con gran fausto. Durante el canto del Magníficat, el celebrante se ha dirigido hasta el lugar de la Natividad y del pesebre para incensarlos. Después, la luz de la gruta se ha llevado en procesión hasta la iglesia para encender la primera vela de la corona de Adviento. La jornada ha concluido con el oficio de lecturas, durante el cual se han incensado nuevamente los lugares del nacimiento del Señor.
Un fraile precisa: «La jornada del sábado ha sido muy franciscana». Nada que ver con el primer domingo de Adviento, celebrado en la misma iglesia de Santa Catalina –esta vez con los cristianos locales, que asistieron en gran número-. Una particularidad de este domingo ha sido la apertura del Año de la Vida consagrada, pedido por Roma. Numerosos representantes de órdenes religiosas estaban presentes este domingo por la mañana junto al custodio, que ha celebrado la misa. «Este año es una ocasión única para renovar nuestros esfuerzos. Especialmente durante este tiempo de Adviento en el que estamos invitados a vivir una vida mejor», dice una religiosa india que vive en Ain Karem. Otra recuerda la importancia de su consagración en Tierra Santa: «Estamos aquí para servir a la Iglesia, para mantener la presencia de Cristo en esta tierra en donde Él quiso vivir».
La misa, celebrada en árabe, ha servido al custodio para recordar la belleza de las vocaciones en la Iglesia. «Todos nosotros representamos distintos carismas. Una Iglesia sin tal diversidad sería imposible. Pero, en esta diversidad, lo que hace la unidad es el amor de Dios y la pertenencia a Cristo».
La asamblea, compuesta también por muchos jóvenes, ha escuchado con atención. Al finalizar la celebración, una religiosa iraquí que logró escapar del Califato Islámico ha dado su testimonio.
Para un religioso dominico, «el Año de la Vida consagrada nos invita a regresar a las fuentes de nuestro compromiso. Hoy, la vida de Cristo, que recibimos de nuestra consagración, la compartimos con los fieles y con todo el país. Nuestra presencia aquí es un reclamo al testimonio».
La asamblea se ha disuelto después, llevando en el corazón la esperanza del Salvador que el período de Adviento recuerda. «En este período oscuro –dice una religiosa de la Pequeña familia de la Resurrección- debemos llevar la alegría de la vida consagrada. Esta alegría nos la da la espera del Esposo que viene».

Nicolas Kimmel