El Domingo de Ramos es una gran ocasión para los cristianos presentes en Jerusalén de participar en la procesión que recuerda la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén (Lc 19,29-40). Presidida por el patriarca latino de Jerusalén, comienza a las 14.30 h en Betfagé, en el monte de los Olivos, y concluye en la iglesia de Santa Ana, junto a la Puerta de los Leones. Este día de fiesta puede congregar a unos 15.000 cristianos locales de todas las confesiones y peregrinos internacionales.
«¡En un solo día llegan muchísimos peregrinos, ¡más que en todo el resto del año!», dice sonriendo fray Agustín Pelayo, guardián del santuario franciscano de Betfagé. El santuario ha sido restaurado hace dos años para acoger mejor a los grupos de peregrinos que vienen a recogerse aquí. «En 1876 un pastor beduino encontró por casualidad en este lugar un monolito de época bizantina con un fresco de época cruzada», nos cuenta fray Agustín. Egeria menciona un pequeño santuario como conmemoración del lugar en el que Jesús se encontró con Marta. En la época, era la encrucijada entre el camino que unía Jericó con Jerusalén y que llevaba de Betania a Jerusalén. Por eso, la Custodia compró el terreno y construyó en él un santuario sobre la estructura cruzada, a finales del siglo XIX. «Es más una casa que una iglesia, porque bajo el Imperio otomano estaba prohibido construirlas. Solo después se añadió el ábside y, en 1955, el arquitecto Barluzzi completó la restauración. El diseño, representando el ingreso triunfal de Jesús en Jerusalén, pintado por los cruzados sirvió para que Barluzzi tomara la idea de la torre medieval para la fachada de la iglesia», explica el guardián del convento.
El fresco cruzado, que dataría de 1160, está siendo restaurado después de haber estado más de 700 años bajo tierra. «Es uno de los raros frescos en los que se ven los rostros de los personajes, porque fue descubierto más tarde y los musulmanes no tuvieron tiempo de borrarlos», subraya fray Agustín. En el jardín del santuario los peregrinos pueden admirar también una tumba con una piedra corrediza que data del siglo I al IV. «Esto les permite imaginar cómo podría ser la tumba de Cristo, antes de acercarse al Santa Sepulcro».
Pero Betfagé no es solo un santuario. «Los franciscanos tenían una explotación agrícola en el terreno que habían comprado. Vacas, cerdos, ovejas, conejos... e incluso asnos, como en el Evangelio. Los frailes producían jamón, queso y lácteos que después repartían por el resto de conventos de Jerusalén con un asno», sigue diciendo fray Agustín. Pero los tiempos cambian. Si los frailes compran los alimentos en los supermercados, los cristianos de Jerusalén lo tienen difícil para encontrar una vivienda decente a un precio razonable. Por eso la Custodia se ha adaptado a los tiempos y ha construido la Residencia San Francisco.
«Somos sesenta y ocho familias católicas y vivimos aquí desde 2010», explica Samir Hodali, diácono de la parroquia que vive en la Residencia. Betfagé depende de la parroquia latina de Jerusalén, cuya iglesia principal es San Salvador.
«Estamos orgullosos de vivir aquí y casi toda la comunidad participa en la procesión del Domingo de Ramos. Preparamos bocadillos para los exploradores que desfilan luego durante toda la tarde».
La procesión de Ramos se celebra una vez al año y la comunidad de Betfagé espera vuestra visita... también durante el resto del año.
HM
«¡En un solo día llegan muchísimos peregrinos, ¡más que en todo el resto del año!», dice sonriendo fray Agustín Pelayo, guardián del santuario franciscano de Betfagé. El santuario ha sido restaurado hace dos años para acoger mejor a los grupos de peregrinos que vienen a recogerse aquí. «En 1876 un pastor beduino encontró por casualidad en este lugar un monolito de época bizantina con un fresco de época cruzada», nos cuenta fray Agustín. Egeria menciona un pequeño santuario como conmemoración del lugar en el que Jesús se encontró con Marta. En la época, era la encrucijada entre el camino que unía Jericó con Jerusalén y que llevaba de Betania a Jerusalén. Por eso, la Custodia compró el terreno y construyó en él un santuario sobre la estructura cruzada, a finales del siglo XIX. «Es más una casa que una iglesia, porque bajo el Imperio otomano estaba prohibido construirlas. Solo después se añadió el ábside y, en 1955, el arquitecto Barluzzi completó la restauración. El diseño, representando el ingreso triunfal de Jesús en Jerusalén, pintado por los cruzados sirvió para que Barluzzi tomara la idea de la torre medieval para la fachada de la iglesia», explica el guardián del convento.
El fresco cruzado, que dataría de 1160, está siendo restaurado después de haber estado más de 700 años bajo tierra. «Es uno de los raros frescos en los que se ven los rostros de los personajes, porque fue descubierto más tarde y los musulmanes no tuvieron tiempo de borrarlos», subraya fray Agustín. En el jardín del santuario los peregrinos pueden admirar también una tumba con una piedra corrediza que data del siglo I al IV. «Esto les permite imaginar cómo podría ser la tumba de Cristo, antes de acercarse al Santa Sepulcro».
Pero Betfagé no es solo un santuario. «Los franciscanos tenían una explotación agrícola en el terreno que habían comprado. Vacas, cerdos, ovejas, conejos... e incluso asnos, como en el Evangelio. Los frailes producían jamón, queso y lácteos que después repartían por el resto de conventos de Jerusalén con un asno», sigue diciendo fray Agustín. Pero los tiempos cambian. Si los frailes compran los alimentos en los supermercados, los cristianos de Jerusalén lo tienen difícil para encontrar una vivienda decente a un precio razonable. Por eso la Custodia se ha adaptado a los tiempos y ha construido la Residencia San Francisco.
«Somos sesenta y ocho familias católicas y vivimos aquí desde 2010», explica Samir Hodali, diácono de la parroquia que vive en la Residencia. Betfagé depende de la parroquia latina de Jerusalén, cuya iglesia principal es San Salvador.
«Estamos orgullosos de vivir aquí y casi toda la comunidad participa en la procesión del Domingo de Ramos. Preparamos bocadillos para los exploradores que desfilan luego durante toda la tarde».
La procesión de Ramos se celebra una vez al año y la comunidad de Betfagé espera vuestra visita... también durante el resto del año.
HM