Bosnia-Herzegovina y Croacia, recordadas en Getsemaní | Custodia Terrae Sanctae

Bosnia-Herzegovina y Croacia, recordadas en Getsemaní

Se llamaban Pavao, Antón y Yacov; eran hermanos, eran cristianos, eran caballeros originarios de los alrededores de Sarajevo y con una rica fortuna. En 1681, como súbditos del Imperio otomano, adquirieron algunas parcelas de terreno, gestionadas desde entonces por el waqf, y se las ofrecieron como regalo a los franciscanos. Fue así cómo la Custodia adquirió en propiedad el lugar que constituye hoy el jardín de Getsemaní, donde –sobre las ruinas de una iglesia bizantina- se construyó la basílica de la Agonía.

El sábado 29 de marzo, 333 años más tarde, un grupo de peregrinos de Bosnia-Herzegovina ha venido a celebrar tal donación durante una misa solemne y con la bendición de una placa conmemorativa. El grupo estaba dirigido por Su Eminencia Vinko Puljić, cardenal croata de Bosnia-Herzegovina y arzobispo de Sarajevo, acompañado de Mons. Tomo Vukšić, obispo castrense, y por fray Lovro Gavran, provincial de Bosnia. Han venido también para la ocasión el presidente de la Federación de Bosnia y Herzegovina, Zivko Budimir, y el alcalde de Sarajevo, Ivo Komsic.

El delegado apostólico, Mons. Giuseppe Lazzaroto, y el custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, han concelebrado la eucaristía y se han unido después a la ceremonia oficial posterior. En esta ocasión, el custodio ha pronunciado un breve discurso en el que ha puesto de relieve el destino común de Jerusalén y Sarajevo, dos ciudades que han conocido muchas dominaciones que llevaron consigo distintas corrientes religiosas llamadas a vivir en común. Aquí como allí, la Iglesia ha trabajado por mantener el carácter cristiano, tanto por los cristianos locales como por los extranjeros. En el pasado, entre las dos ciudades se establecieron varios vínculos que hoy se subrayan y vivifican; la celebración de este día es una conmemoración de ello. «Jerusalén –ha continuado diciendo el custodio- ha podido mantener su carácter cristiano gracias a la generosidad de los cristianos de todo el mundo y, en este lugar particular de Getsemaní, gracias a los hermanos bosnios. Nuestro futuro entierra sus raíces en el pasado, y esta placa conmemorativa testimoniará a la multitud de peregrinos bosnios y croatas la fe que nos une».

Algunos frailes franciscanos croatas al servicio de la Custodia (son seis, a los que se añaden tres seminaristas en formación) se han unido a la celebración, compartiendo un pasado común con esta tierra común que hoy es Bosnia-Herzegovina. Fray Bernard, ahora en servicio en el Tabor, ha afirmado: «La primera vez que vine, el guía mencionó este vínculo entre nuestro país y Tierra Santa. A partir de ahora, cuando otros lean la placa, serán conscientes de ello». Para fray Yago de Belén, la inscripción en la piedra de este recuerdo histórico es importante tanto para celebrar el pasado, como para mostrar a los peregrinos de esta región el vínculo que les une a Jerusalén. Fray Bozo, seminarista franciscano en Jerusalén, ha experimentado al mismo tiempo alegría y orgullo: «Muchos países han ayudado a la Custodia, pero también nosotros, una pequeña nación, hemos podido ofrecer Getsemaní y, hoy, podemos seguir sirviendo a la Tierra Santa».