Con profundo dolor, la Iglesia ha acogido la noticia de la muerte del cardenal Carlo María Martini, ocurrida la tarde del viernes 31 de agosto. El arzobispo emérito de Milán, tras una larga lucha contra la enfermedad de Parkinson, falleció a la edad de ochentaicinco años. Con su fallecimiento, la Iglesia Católica pierde a una de las figuras más importantes de los últimos decenios.
El pastor, cabeza durante más de veintidós años de la diócesis más grande de Italia, era conocido como «el gran hombre», «el hombre de Dios», tanto para creyentes como para no creyentes.
El papa Benedicto XVI expresó su tristeza al cardenal Angelo Scola, sucesor de Carlo María Martini en la Archidiócesis de Milán, tras recibir la noticia de la muerte del cardenal jesuita describiéndole como «el hermano que ha servido con generosidad al Evangelio y la Iglesia».
Profesor de Sagrada Escritura, Padre de la Iglesia contemporánea de Oriente y Occidente, persona de gran franqueza moral, cardenal del diálogo y de la tutela de los derechos de los hombres de todas las razas y religiones, lo recordaremos como un hombre con una gran sensibilidad social por todas sus iniciativas a favor de los marginados, los presos, pobres y necesitados.
El cardenal Martini deja también a la Iglesia una gran herencia cultural con 150 libros y miles de artículos científicos publicados. Después de ejercer durante tres años como «periodista», el pasado junio abandonó lasección que escribía en las páginas del diario italianoCorriere della Sera, despidiéndose de sus lectores con un abrazo y con la promesa de continuar el diálogo con el corazón.
En su longeva vida, Martini recibió innumerables premios, siendo el primer cristiano en recibir el honor del doctorado honoris causa en Filosofía por la Universidad Hebrea de Jerusalén.
El custodio de Tierra Santa, en una entrevista publicada en el sitio web Terrasanta.net, dice de él lo siguiente: «El cardenal Martini eligió algo muy concreto: permanecer retirado. No participaba en encuentros públicos de ningún tipo, excepto raras excepciones; ni siquiera participaba en las celebraciones litúrgicas, exceptuando las de la Semana Santa. Sabíamos, por ejemplo, que le gustaba mucho pasar días enteros o largos períodos en alguno de los Santos Lugares (como el Monte Tabor), pero casi nadie se daba cuenta apenas de su presencia. La suya era una elección intencionada, debida, sobre todo, a motivaciones interiores, pero pienso que lo era también para no ser una carga para nadie. Sabía que su presencia podría ser, a pesar suyo, en algunas circunstancias, incómoda. Con los responsables de las distintas Iglesias tenía relaciones amistosas. Se le podíaver principalmente en las ocasiones formales e institucionales».
Martini amaba tanto, y de forma tan exclusiva, la Tierra Santa que, en el año 2002, vino a Jerusalén, donde vivió cultivando sus amados estudios bíblicos hasta su regreso a Italia, en 2008.
En el verano de 2005, el cardenal recibió el doctoradohonoris causa por la Universidad de Belén. De aquí nació el deseo de crear el «Cardinal Martini Leadership Institute» (Instituto Cardenal Martini para el Liderazgo), un instituto donde se forman los nuevos líderes.
El Dr. Joseph Zaknoun, director del Instituto, ha declarado en una entrevista realizada esta mañana en Belén: «La Universidad de Belén ha perdido a un gran y fiel amigo, un amigo excepcional, una de las figuras eclesiásticas más importantes, que ha inspirado la fundación de este Instituto, creado hace cuatro años en el campus de la Universidad de Belén. El Instituto pretende estimular y desarrollar la capacidad de liderazgo del pueblo palestino y, en particular, la de jóvenes, mujeres y madres palestinas. Hasta el día hoy, el Instituto ha tenido gran éxito, tanto en el concepto de liderazgo en la Iglesia, como por los métodos de comunicación. En los cursos de comunicación se han inscrito quinientas mujeres, musulmanas y cristianas, y actualmente un número considerable de jóvenes frecuenta estos cursos».
El pastor, cabeza durante más de veintidós años de la diócesis más grande de Italia, era conocido como «el gran hombre», «el hombre de Dios», tanto para creyentes como para no creyentes.
El papa Benedicto XVI expresó su tristeza al cardenal Angelo Scola, sucesor de Carlo María Martini en la Archidiócesis de Milán, tras recibir la noticia de la muerte del cardenal jesuita describiéndole como «el hermano que ha servido con generosidad al Evangelio y la Iglesia».
Profesor de Sagrada Escritura, Padre de la Iglesia contemporánea de Oriente y Occidente, persona de gran franqueza moral, cardenal del diálogo y de la tutela de los derechos de los hombres de todas las razas y religiones, lo recordaremos como un hombre con una gran sensibilidad social por todas sus iniciativas a favor de los marginados, los presos, pobres y necesitados.
El cardenal Martini deja también a la Iglesia una gran herencia cultural con 150 libros y miles de artículos científicos publicados. Después de ejercer durante tres años como «periodista», el pasado junio abandonó lasección que escribía en las páginas del diario italianoCorriere della Sera, despidiéndose de sus lectores con un abrazo y con la promesa de continuar el diálogo con el corazón.
En su longeva vida, Martini recibió innumerables premios, siendo el primer cristiano en recibir el honor del doctorado honoris causa en Filosofía por la Universidad Hebrea de Jerusalén.
El custodio de Tierra Santa, en una entrevista publicada en el sitio web Terrasanta.net, dice de él lo siguiente: «El cardenal Martini eligió algo muy concreto: permanecer retirado. No participaba en encuentros públicos de ningún tipo, excepto raras excepciones; ni siquiera participaba en las celebraciones litúrgicas, exceptuando las de la Semana Santa. Sabíamos, por ejemplo, que le gustaba mucho pasar días enteros o largos períodos en alguno de los Santos Lugares (como el Monte Tabor), pero casi nadie se daba cuenta apenas de su presencia. La suya era una elección intencionada, debida, sobre todo, a motivaciones interiores, pero pienso que lo era también para no ser una carga para nadie. Sabía que su presencia podría ser, a pesar suyo, en algunas circunstancias, incómoda. Con los responsables de las distintas Iglesias tenía relaciones amistosas. Se le podíaver principalmente en las ocasiones formales e institucionales».
Martini amaba tanto, y de forma tan exclusiva, la Tierra Santa que, en el año 2002, vino a Jerusalén, donde vivió cultivando sus amados estudios bíblicos hasta su regreso a Italia, en 2008.
En el verano de 2005, el cardenal recibió el doctoradohonoris causa por la Universidad de Belén. De aquí nació el deseo de crear el «Cardinal Martini Leadership Institute» (Instituto Cardenal Martini para el Liderazgo), un instituto donde se forman los nuevos líderes.
El Dr. Joseph Zaknoun, director del Instituto, ha declarado en una entrevista realizada esta mañana en Belén: «La Universidad de Belén ha perdido a un gran y fiel amigo, un amigo excepcional, una de las figuras eclesiásticas más importantes, que ha inspirado la fundación de este Instituto, creado hace cuatro años en el campus de la Universidad de Belén. El Instituto pretende estimular y desarrollar la capacidad de liderazgo del pueblo palestino y, en particular, la de jóvenes, mujeres y madres palestinas. Hasta el día hoy, el Instituto ha tenido gran éxito, tanto en el concepto de liderazgo en la Iglesia, como por los métodos de comunicación. En los cursos de comunicación se han inscrito quinientas mujeres, musulmanas y cristianas, y actualmente un número considerable de jóvenes frecuenta estos cursos».