«Casas desde dentro» (מבפנים בתים) es el título del evento organizado por el ayuntamiento de Jerusalén que permite a los ciudadanos y gente interesada visitar durante un día algunos palacios históricos y casas importantes por su cultura y dimensiones. La Custodia de Tierra Santa, desde hace ya algunos años, se ha adherido al proyecto, que representa un ocasión única y singular de encuentro entre los franciscanos y muchos israelíes que nos conocen poco y desde lejos y que quieren conocer algo más sobre un estilo de vida que se aleja bastante de su mentalidad y experiencia cotidiana.
El sábado 27 de octubre, el convento de San Salvador ha abierto sus puertas a dos grandes grupos de ciudadanos israelíes procedentes de distintas ciudades y pueblos del país, entre ellos muchos judíos, religiosos y no tanto, de distintas culturas y orígenes pero con un nexo común, la lengua hebrea moderna. Acompañados por dos frailes, han podido visitar la entrada a la curia, el refectorio, la iglesia y la terraza del convento. Las explicaciones se han dado en lengua hebrea, lo cual ha causado cierta grata sorpresa y asombro al poder escucharlas en su propia lengua para conocer mejor una religión y un estilo de vida como el franciscano, del que nunca han oído hablar o solo a través de los documentales ingleses en televisión, o en los textos de historia medieval. En el refectorio, la descripción de la pintura de Casentini de la última cena de Cristo con los apóstoles ha suscitado mucho interés; han sido muchas las preguntas sobre el evento representado, la comparación y evocación de una cena de Pascua judía y el judaísmo de Jesús y de sus compañeros. Para muchos ha sido la primera vez que entraban en una iglesia, que han visto un crucifijo o la ocasión de admirar la belleza de la decoración y de los espacios litúrgicos. La vista de Jerusalén desde lo alto, desde la terraza del convento, ha sido la mejor forma de poner punto final a un encuentro especial, según opinión de muchos, que recordarán con alegría. Todos los participantes han agradecido profusamente la posibilidad que se les ha ofrecido de conocer la realidad de los frailes, ver de cerca dónde viven y rezan y poder, sobre todo, reconocer la cercanía y similitud de algunas tradiciones que tan bien conocen como la oración, el canto, la bendición de la mesa y la caridad fraterna.
El proyecto tiene la particularidad de abrir las puertas y crear puentes, elementos necesarios para una sociedad, por desgracia, más acostumbrada a la cerrazón, a las separaciones y a la sospecha que al encuentro y al conocimiento recíproco en un clima familiar de acogida recíproca.
Fray Alberto Joan
El sábado 27 de octubre, el convento de San Salvador ha abierto sus puertas a dos grandes grupos de ciudadanos israelíes procedentes de distintas ciudades y pueblos del país, entre ellos muchos judíos, religiosos y no tanto, de distintas culturas y orígenes pero con un nexo común, la lengua hebrea moderna. Acompañados por dos frailes, han podido visitar la entrada a la curia, el refectorio, la iglesia y la terraza del convento. Las explicaciones se han dado en lengua hebrea, lo cual ha causado cierta grata sorpresa y asombro al poder escucharlas en su propia lengua para conocer mejor una religión y un estilo de vida como el franciscano, del que nunca han oído hablar o solo a través de los documentales ingleses en televisión, o en los textos de historia medieval. En el refectorio, la descripción de la pintura de Casentini de la última cena de Cristo con los apóstoles ha suscitado mucho interés; han sido muchas las preguntas sobre el evento representado, la comparación y evocación de una cena de Pascua judía y el judaísmo de Jesús y de sus compañeros. Para muchos ha sido la primera vez que entraban en una iglesia, que han visto un crucifijo o la ocasión de admirar la belleza de la decoración y de los espacios litúrgicos. La vista de Jerusalén desde lo alto, desde la terraza del convento, ha sido la mejor forma de poner punto final a un encuentro especial, según opinión de muchos, que recordarán con alegría. Todos los participantes han agradecido profusamente la posibilidad que se les ha ofrecido de conocer la realidad de los frailes, ver de cerca dónde viven y rezan y poder, sobre todo, reconocer la cercanía y similitud de algunas tradiciones que tan bien conocen como la oración, el canto, la bendición de la mesa y la caridad fraterna.
El proyecto tiene la particularidad de abrir las puertas y crear puentes, elementos necesarios para una sociedad, por desgracia, más acostumbrada a la cerrazón, a las separaciones y a la sospecha que al encuentro y al conocimiento recíproco en un clima familiar de acogida recíproca.
Fray Alberto Joan