Ceñirse el delantal del siervo | Custodia Terrae Sanctae

Ceñirse el delantal del siervo

«Es vuestro día, es vuestra fiesta, ¡es vuestro año!». Con estas palabras el patriarca latino de Jerusalén, Mons. Fuad Twal ha acogido a la asamblea durante la misa con ocasión de la celebración del día de la vida consagrada, el lunes 2 de febrero. Celebrada tradicionalmente el día de la presentación de Jesús en el templo (Lc 2,22-40), este año ha sido especialmente festivo por 2015 ha estado declarado por el papa Francisco «Año de la vida consagrada».
Las numerosas congregaciones de Tierra Santa han sido recibidas en la concatedral del Patriarcado, que estaba llena. Velos y hábitos de todas las clases y colores, religiosas y religiosos de todos los países y lenguas reunidos por el mismo compromiso con Cristo, luz de las naciones.
«Esta luz la hemos recibido en el momento de nuestro bautismo y de nuestra consagración. Estamos llamados a transmitirla consagrándole nuestra vida», ha recordado el patriarca en su homilía. «Esta misión no es siempre fácil, porque la consagración a una persona o a un ideal va contracorriente del pensamiento global y de la cultura de hoy. Muchos no creen ya en nuestros valores evangélicos y en la fecundidad de una vida entregada por amor, en el espíritu de las Bienaventuranzas. Por lo tanto, como creemos en esta fecundidad y, frente a este mundo hostil a nuestra opción de vida, estamos llamados a descubrir todos los días la riqueza intrínseca de nuestra consagración, a vivir la alegría de nuestra elección y de sus consecuencias…».

Recordando los duros acontecimientos que ha vivido la diócesis el año pasado –la guerra de Gaza, la violencia en Jerusalén, el flujo de refugiados que huyen de los ataques anticristianos en Siria e Irak-, Mons. Twal ha insistido en la ayuda que hay que llevar al mundo. «Lo específico de la consagración es encarnar en nuestro contexto geográfico y humano, discernir las necesidades y las esperanzas de los hombres. Debemos llevarles la esperanza y el socorro para ayudarles a levantarse. Ya habéis demostrado vuestra dedicación a los más pobres y a los refugiados. Gracias por tanta solidaridad local e internacional. No dejéis de ceñiros el delantal del siervo».

Estas palabras suyas son el eco de la carta apostólica del papa Francisco, de fecha 21 de noviembre de 2014: «Espero que toda forma de vida consagrada se pregunte sobre lo que Dios y la humanidad de hoy piden […]. Sólo con esta atención a las necesidades del mundo y con la docilidad al Espíritu, este Año de la Vida Consagrada se transformará en un auténtico kairòs, un tiempo de Dios lleno de gracia y de transformación».

En la parroquia latina de San Salvador de Jerusalén se ha celebrado la Presentación de Jesús en el Templo y su consagración, que se aplica a todos los bautizados. La misa –celebrada el domingo 1 de febrero para permitir la participación de un mayor número de parroquianos- ha comenzado con la bendición de las velas en el patio, seguida de una procesión hasta la iglesia. «Desde hace algunos años hemos reintroducido la tradición olvidada de la presentación los neonatos en el altar», ha explicado fray Firás Heyazin ofm, párroco de San Salvador. «Jesús fue presentado en el Templo cuarenta días después de su nacimiento. Reviviendo este rito, queremos significar la consagración de toda familia y todo niño al servicio de Jesús». Así, se ha presentado un recién nacido a la asamblea durante la misa, antes de volverse encontrar todos en torno al megli, un postre oriental tradicional que se ofrece normalmente tras el nacimiento de un niño.

Hélène Morlet