El 24 de abril, 93º aniversario del genocidio armenio [1], la comunidad armenia de Jerusalén se ha reunido en los jardines del seminario, frente al nuevo monumento en memoria de este calvario de su pueblo.
Estelas de piedra, elevadas como tumbas, huellas de gravedad cinceladas con símbolos y cruces. Los nombres de cada una, colocadas el mismo día, nos conducen a las principales regiones de las masacres y la deportaciones. Están plantadas como un testimonio perpetuo.
Es significativo que la inauguración de este monumento se haya desarrollado el mismo día que los cristianos orientales celebran el Jueves santo, en el cual la liturgia recuerda que Jesús ha dado su Cuerpo y su Sangre como vida, ofreciéndolo en la Cruz, asumiendo en Él todas las consecuencias del pecado original en la historia íntegra de la humanidad. “Completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia”, dice san Pablo (Col 1,24). Esta participación en el sufrimiento de la Cruz ha sido el misterio del calvario armenio.
La población armenia es una parte importante de los cristianos de Jerusalén. En su barrio, en las puertas y a intervalos regulares, se encuentran colgados mapas y manifiestos que explican a los peregrinos y visitantes las rutas de la deportación, la cronología de los sucesos, extractos de testimonios de la época y fotografías. El pueblo armenio ha sabido ser testigo hasta el martirio y aún hoy testimonia su propia fe. Su coherencia aquí, en Jerusalén, nos recuerda la fuerza de su vivir, y no deja indiferente a ninguno.
Como escribe el escritor armenio-americano, William Saroyan:
- “Venid, destruid la Armenia, y veréis si los conseguís.
- Mandadles al desierto sin pan ni agua. Quemad sus casas e iglesias.
- Y veréis si no se ríen, cantan, rezan de nuevo.
- Cuando dos ellos se encuentren en cualquier lugar del mundo, veréis si no crearán una nueva Armenia”.
Peregrinos de Tierra Santa, no dudéis en descubrir la pequeña Armenia de Tierra Santa.
A. de G.
[1] El 24 de abril es el día oficial de la conmemoración del genocidio armenio ocurrido hace 93 años. Se trata de la fecha en la que, en 1916, trescientas personalidades armenias, notables y dirigentes, fueron arrestados, deportados y después, asesinados con la excusa de un “complot armenio”, acusados de colaborar con el enemigo ruso durante la primera guerra mundial y que desencadenó el primer genocidio del siglo XX, gracias al cual se creó la expresión “Crimen contra la humanidad”. El resto es conocido: deportaciones, torturas, ejecuciones en masa, islamización forzada, con un balance que ronda el millón de víctimas.
Estelas de piedra, elevadas como tumbas, huellas de gravedad cinceladas con símbolos y cruces. Los nombres de cada una, colocadas el mismo día, nos conducen a las principales regiones de las masacres y la deportaciones. Están plantadas como un testimonio perpetuo.
Es significativo que la inauguración de este monumento se haya desarrollado el mismo día que los cristianos orientales celebran el Jueves santo, en el cual la liturgia recuerda que Jesús ha dado su Cuerpo y su Sangre como vida, ofreciéndolo en la Cruz, asumiendo en Él todas las consecuencias del pecado original en la historia íntegra de la humanidad. “Completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia”, dice san Pablo (Col 1,24). Esta participación en el sufrimiento de la Cruz ha sido el misterio del calvario armenio.
La población armenia es una parte importante de los cristianos de Jerusalén. En su barrio, en las puertas y a intervalos regulares, se encuentran colgados mapas y manifiestos que explican a los peregrinos y visitantes las rutas de la deportación, la cronología de los sucesos, extractos de testimonios de la época y fotografías. El pueblo armenio ha sabido ser testigo hasta el martirio y aún hoy testimonia su propia fe. Su coherencia aquí, en Jerusalén, nos recuerda la fuerza de su vivir, y no deja indiferente a ninguno.
Como escribe el escritor armenio-americano, William Saroyan:
- “Venid, destruid la Armenia, y veréis si los conseguís.
- Mandadles al desierto sin pan ni agua. Quemad sus casas e iglesias.
- Y veréis si no se ríen, cantan, rezan de nuevo.
- Cuando dos ellos se encuentren en cualquier lugar del mundo, veréis si no crearán una nueva Armenia”.
Peregrinos de Tierra Santa, no dudéis en descubrir la pequeña Armenia de Tierra Santa.
A. de G.
[1] El 24 de abril es el día oficial de la conmemoración del genocidio armenio ocurrido hace 93 años. Se trata de la fecha en la que, en 1916, trescientas personalidades armenias, notables y dirigentes, fueron arrestados, deportados y después, asesinados con la excusa de un “complot armenio”, acusados de colaborar con el enemigo ruso durante la primera guerra mundial y que desencadenó el primer genocidio del siglo XX, gracias al cual se creó la expresión “Crimen contra la humanidad”. El resto es conocido: deportaciones, torturas, ejecuciones en masa, islamización forzada, con un balance que ronda el millón de víctimas.