Cuarto domingo Bendito el fruto de tu vientre | Custodia Terrae Sanctae

Cuarto domingo Bendito el fruto de tu vientre

El fruto del vientre de una joven hebrea que, escuchando la palabra del Señor, culmina la espera de todo ser humano.
Bendita presencia, bendita su venida, bendito nuestro ser, bendita la acogida al niño que nace.
El tiempo vivido de Adviento nos anima a vivir una fe que no sea expresión verbal sino palabra que se hace carne.
Una acogida que no puede ser, por tanto, remilgada ni sentimental sino que se convierte en divina y actual. Quien acoge invita a tomárselo en serio porque cree, a hacer que nazca hoy el Verbo en la vida: en la oscuridad de las depresiones de los que rechazan y que, con el prejuicio de tener razón, quieren ser los únicos que saben y deciden.
Quien acoge, como María en su seno, al Verbum, la palabra hecha carne, acoge la vida y la verdad y, consecuentemente, sabrá recorrer el camino de la salvación y sabrá leer el tiempo de la historia con ojos nuevos llenos de estupor y esperanza; estupor y esperanza que tanta falta le hacen al hombre contemporáneo hecho de tecnología que aplana.
El grito de la Iglesia es el grito de la alegría de la Navidad; no una fiesta, sino la fiesta de las fiestas, como le gustaba decir a san Francisco de Asís, la fiesta que nos abre al sentido de la historia con ojos limpios y puros: los de una joven que es madre y los de un recién nacido que es Dios.
¡Felicidades para esta próxima Navidad!

Fray Marcello Badalamenti, OFM