El Barroco llega a Belén | Custodia Terrae Sanctae

El Barroco llega a Belén

A primera vista, parece que no hay relación entre Arte y Tierra Santa. Tras la exposición de los tesoros del Santo Sepulcro que se celebró en Versalles del 16 de abril al 14 de julio y que registró centenares de miles de visitantes (La Custodia sorprende en Versalles), los regalos de los soberanos de Europa han vuelto a su lugar. Solo cuatro obras, ejemplos notables del Barroco napolitano de Francesco de Mura y de su escuela, se han quedado algo más de tiempo, aunque no ha sido en vano. Con ocasión de la exposición de Versalles, los cuadros no habían sido totalmente restaurados a tiempo y por eso, el galerista Maurizio Canesso, titular de la Galería Canesso de París, ha decidido entregar su donativo a la Custodia de Tierra Santa haciéndose cargo de todos los costes de la restauración. «No son de oro, pero su valor, por decirlo de alguna manera, es un valor cultural, una valor artístico e histórico en cuyo conjunto crea un objeto de valor eterno, quizá mayor que el propio oro», ha afirmado el generoso benefactor.

Es necesario ser agradecido ante tantos benefactores a Tierra Santa y, al mismo tiempo, hay que dar las gracias a aquellos que encuentran modos creativos para hacerlo. Poniendo a disposición su propio trabajo y competencia, Maurizio ha hecho que la iglesia de Santa Catalina de Belén se enriquezca con un ciclo de pinturas que representan a la Virgen: la Anunciación, el sueño en el que el ángel se aparece a san José, con María al fondo, la aparición de Jesús resucitado a su madre y, finalmente, la coronación de la Virgen. «Un ciclo de De Mura que estaba totalmente disperso –nos cuenta Maurizio Canesso-. Se sabía que el padre Yepes, hacia el 1700, había enviado las obras de De Mura, pero no se sabía dónde estaban. Finalmente, las hemos encontrado, las hemos restaurado en París y hoy están en Santa Catalina de Belén».

Colocadas en la pared izquierda de la iglesia, adyacente a la basílica de la Natividad, este ciclo tiene un significado especial que conduce a los fieles, paso a paso, a lo largo de la vida de la Virgen, sin perder nunca de vista al Salvador que viene a la luz a pocos metros de distancia.

Pero el generoso galerista no se ha limitado a restaurar los cuadros; ha querido que un equipo de expertos viniera a Tierra Santa para conocer el inmenso patrimonio artístico que ha sido donado a la Custodia de Tierra Santa a lo largo de los siglos. Estudiosos, expertos de arte, restauradores y directores de museo han discutido y observado con pasión las obras, discurriendo también sobre la mejor disposición de las obras pictóricas de De Mura en Belén. Un trabajo paciente y nada fácil que, sin embargo, ha dado sus frutos, como afirma Maurizio Canesso: «Se han enmarcado con estos marcos de 1700 en blanco y oro –originales y de estilo Barroco napolitano, dice el galerista con el metro en la mano- y, finalmente, se han colocado siguiendo la secuencia temporal e iconográfica de la historia de la Virgen, adquiriendo una dimensión excepcional que hace resaltar también a la iglesia».

Estos cuadros no solo enriquecen a Tierra Santa, la Custodia y Belén, sino que suponen también un momento importante para los Territorios palestinos que admiran, como si fuera la primera vez, la entrada triunfal del arte en una de las iglesias más importantes de la cristiandad.

La sistematización de los cuadros ha sido el toque final de las labores de embellecimiento y ampliación de la iglesia de Santa Catalina en estas últimas semanas. De hecho, para ampliar la nave, las gradas del coro de los religiosos se han trasladado en torno al gran órgano, creando así un espacio libre detrás tanto del altar como del coro.

Según fray Stéphane Milovitch, entonces guardián de la Natividad, que ha dirigido estas labores, «se han ganado más de 200 puestos para la misa de Navidad». De hecho, se nota también en las misas dominicales, en las que los fieles no deben ya sentarse en los bancos de las naves laterales, donde el coro era poco visible.

Fray Ricardo María Bustos, nuevo guardián, y fray Nirwán Naser Al Banna, nuevo párroco, sabrán ciertamente apreciar estas mejoras que han hecho la iglesia más espaciosa.
Turistas y peregrinos, una vez colocados los cuadros, se han acercado a contemplarlos.

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