«Seis días antes de la Pascua, Jesús vino AQUÍ, a Betania». Así empieza el Evangelio leído este lunes 21 de marzo durante la misa celebrada en el santuario franciscano de Betania (Jn 12-1-11). Instaurada el año pasado, esta liturgia del Lunes santo hace revivir el lavatorio de los pies de Jesús por María, la hermana de Marta y Lázaro, antes de la Pasión. Por eso ha sido aquí donde se ha bendecido el aceite y los aromas que se usarán el Viernes santo en el Santo Sepulcro y en las parroquias durante el oficio de los funerales de Cristo.
La misa ha estado presidida por el custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, rodeado del vicario custodial, fray Dobromir Jasztal, el vicario del convento de Betania, fray Eleazar Wronsky, y de unos cuarenta sacerdotes concelebrantes.
La atmósfera era familiar y cada uno tenía un sitio donde poder sentarse; un contexto tranquilo antes de la efervescencia de las celebraciones solemnes de la Semana Santa en el Santo Sepulcro. «Podríamos haber venido , como dice el Evangelio, seis días antes de la Pascua, es decir el sábado pasado –ha explicado el custodio en su homilía-. Eso habría respetado la cronología de los acontecimientos: Jesús vino a Betania, después a Betfagé para entrar a continuación en Jerusalén, entrada que celebramos el Domingo de Ramos. Pero vamos al unísono con la Iglesia católica romana, por eso es el Evangelio del día».
«El texto nos ofrece dos actitudes opuestas: la devoción “exagerada” de María y la reacción escandalizada de Judas. Por una lado un amor sin medida que escandaliza, hace cosas imprevistas como “gastar” una suma importante que se podría haber utilizado para hacer el bien a los más pobres, o secar los pies con sus cabellos; por otro lado, un acercamiento racional y utilitarista». Para el Padre Custodio, esto nos recuerda que hay que mirar en primer lugar a Cristo, demostrarle nuestro amor igual que Él nos ha amado de modo desmesurado hasta la cruz. «Como Jesús ya no está allí físicamente, es hacia los más necesitados hacia quienes tenemos que mirar. A través de ellos Él se hace presente entre nosotros. No caigamos en la actitud de Judas, la humanidad seguirá siempre creando hombres heridos. “Los pobres, de hecho, les tendréis siempre con vosotros, pero no siempre me tendréis a mí” (Jn 12,8)». Mantener a Cristo en el corazón de nuestras vidas evita que caigamos en la ideología, en las estrategias sociales. María nos recuerda que debemos estar en un contexto de amor.
Al finalizar la misa, fray Pierbattista ha derramado el oleo bendito, el «perfume de Cristo», señal de nuestro amor por Él, en las manos de los fieles. «Que nuestra vida pueda seguir difundiendo este perfume que nos hace reconocibles», ha concluido. El guardián del convento, fray Michael Sarqua, ha invitado a cenar a la asamblea.
Una familia cristiana de Betania estaba presente en medio de la asamblea, compuesta por peregrinos, religiosas y personas que suelen acudir a las celebraciones franciscanas. «Hemos venido este año porque el sacerdote lo anunció ayer durante la misa», explica Murad. Pocos cristianos vienen ya a Betania, aislada de Jerusalén por el muro de separación. Con ocasión de la fiesta de Pascua las autoridades israelíes han vuelto a concederles permisos y podrán acercarse a Jerusalén. Sin embargo hoy, es la liturgia de la Semana Santa la que viene a ellos. Daniel lo subraya: «Es importante que haya una celebración aquí, en Betania, que es lo que enraíza nuestra existencia aquí. No somos muy numerosos pero seguimos viniendo a rezar».
La misa ha estado presidida por el custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, rodeado del vicario custodial, fray Dobromir Jasztal, el vicario del convento de Betania, fray Eleazar Wronsky, y de unos cuarenta sacerdotes concelebrantes.
La atmósfera era familiar y cada uno tenía un sitio donde poder sentarse; un contexto tranquilo antes de la efervescencia de las celebraciones solemnes de la Semana Santa en el Santo Sepulcro. «Podríamos haber venido , como dice el Evangelio, seis días antes de la Pascua, es decir el sábado pasado –ha explicado el custodio en su homilía-. Eso habría respetado la cronología de los acontecimientos: Jesús vino a Betania, después a Betfagé para entrar a continuación en Jerusalén, entrada que celebramos el Domingo de Ramos. Pero vamos al unísono con la Iglesia católica romana, por eso es el Evangelio del día».
«El texto nos ofrece dos actitudes opuestas: la devoción “exagerada” de María y la reacción escandalizada de Judas. Por una lado un amor sin medida que escandaliza, hace cosas imprevistas como “gastar” una suma importante que se podría haber utilizado para hacer el bien a los más pobres, o secar los pies con sus cabellos; por otro lado, un acercamiento racional y utilitarista». Para el Padre Custodio, esto nos recuerda que hay que mirar en primer lugar a Cristo, demostrarle nuestro amor igual que Él nos ha amado de modo desmesurado hasta la cruz. «Como Jesús ya no está allí físicamente, es hacia los más necesitados hacia quienes tenemos que mirar. A través de ellos Él se hace presente entre nosotros. No caigamos en la actitud de Judas, la humanidad seguirá siempre creando hombres heridos. “Los pobres, de hecho, les tendréis siempre con vosotros, pero no siempre me tendréis a mí” (Jn 12,8)». Mantener a Cristo en el corazón de nuestras vidas evita que caigamos en la ideología, en las estrategias sociales. María nos recuerda que debemos estar en un contexto de amor.
Al finalizar la misa, fray Pierbattista ha derramado el oleo bendito, el «perfume de Cristo», señal de nuestro amor por Él, en las manos de los fieles. «Que nuestra vida pueda seguir difundiendo este perfume que nos hace reconocibles», ha concluido. El guardián del convento, fray Michael Sarqua, ha invitado a cenar a la asamblea.
Una familia cristiana de Betania estaba presente en medio de la asamblea, compuesta por peregrinos, religiosas y personas que suelen acudir a las celebraciones franciscanas. «Hemos venido este año porque el sacerdote lo anunció ayer durante la misa», explica Murad. Pocos cristianos vienen ya a Betania, aislada de Jerusalén por el muro de separación. Con ocasión de la fiesta de Pascua las autoridades israelíes han vuelto a concederles permisos y podrán acercarse a Jerusalén. Sin embargo hoy, es la liturgia de la Semana Santa la que viene a ellos. Daniel lo subraya: «Es importante que haya una celebración aquí, en Betania, que es lo que enraíza nuestra existencia aquí. No somos muy numerosos pero seguimos viniendo a rezar».