En Belén la fiesta de la Epifanía comienza el 5 de enero | Custodia Terrae Sanctae

En Belén la fiesta de la Epifanía comienza el 5 de enero

La fiesta de la Epifanía dura dos días en Belén. Comienza con la entrada solemne del Custodio en la ciudad, el 5 de enero. La comunidad parroquial, según la tradición, sale a su encuentro, él recibe a los fieles y recoge sus felicitaciones. Durante esta acogida el Custodio, Pierbattista Pizzabala, ha respondido al discurso del responsable de la comunidad, diciendo: “No vivamos esta entrada sólo porque esté escrita en el status quo.

Más bien vivámosla como una de las raras ocasiones que tenemos para mostrar públicamente que los cristianos de Tierra Santa existen y, aunque son poco numerosos, tienen la intención de permanecer en la región para testimoniar su fe en Cristo. Nosotros, franciscanos, continuaremos ayudándoos a cumplir este objetivo”. Se ha formado un cortejo de automóviles, escoltado por la policía israelí, que se ha dirigido al Monasterio de San Elías, confín tradicional de Belén, Beit Jala y Beit Sahour, donde lo ha recibido una delegación de los habitantes de las tres ciudades. Desde allí, la fila de coches que precedían al Custodio, rodeada de policías israelíes a caballo, se dirige a Belén y pasa por la antigua puerta, hoy encajada en el “muro de seguridad”.

Es la calle de la Tumba de Raquel, que se ha convertido en un enclave israelí en la ciudad. Sin embargo, es allí mismo, siempre según la tradición, donde otra delegación de cristianos del lugar atiende al Custodio y lo saluda, encabezados por el párroco de Belén, padre Amjad Sabbara ofm. A la salida de la Tumba de Raquel otros cristianos esperan, para unirse al cortejo o simplemente para saludar a su paso. No llueve, pero un fuerte viento helado ha enfriado el ardor de la muchedumbre. Al llegar el Custodio a la Plaza de la Natividad, lo reciben el alcalde de Belén, doctor Victor Batarseh, el Gobernador del Distrito, las autoridades militares palestinas y los frailes franciscanos de Belén, a los que se han unido los que han venido de Jerusalén. El Custodio pasa por la pequeña puerta de la Basílica de la Natividad, saluda a los representantes de las otras confesiones cristianas y se dirige hacia el claustro de san Jerónimo. Después de haber recibido las enseñas de su prelatura, anillo episcopal y cruz pectoral, asperge a la multitud con el agua bendita y, al fin, se dirige en procesión hacia la Iglesia de Santa Catalina, al compás del Te Deum. Mientras tanto, también los cristianos del cortejo de vehículos llegan a la Iglesia. Vienen para recibir la bendición del Custodio, y para manifestarle con su presencia, su gratitud: “Sin los franciscanos, aquí no quedarían cristianos”.

Después de la comida en el convento, los franciscanos se vuelven a encontrar para cantar las primeras vísperas de la fiesta, durante las cuales se acercan en procesión a la Gruta de la Natividad, dado que esta fiesta sigue a la de la Navidad, recordando la llegada de los Reyes Magos venidos para conocer al Niño Jesús. Todos los cantos y las antífonas recuerdan que Cristo, Señor del Universo y Rey de los judíos, es también el Rey de las Naciones. Los frailes se dan cita otra vez más en la Basílica para el Oficio de Lecturas, pero esta vez sin el Custodio, que aprovecha esta tarde en Belén para visitar algunas comunidades locales. Después, a medianoche, el párroco, padre Amjad, celebra una misa en la Gruta de la Natividad. ¡En Epifanía es todavía Navidad!

MAB