La iglesia siria ortodoxa ha acogido el encuentro ecuménico del viernes 28 de enero. Es sorprendente ver cómo estos encuentros de oración por la unidad de los cristianos son tan apreciados por los fieles de las distintas comunidades cristianas de Jerusalén, por los religiosos y también por los fieles laicos, sobre todo los pertenecientes a la Iglesia que organiza el encuentro.
La Iglesia siríaca no ha sido una excepción ofreciendo una hermosa acogida. En la iglesia que, según la tradición, está construida sobre la casa de san Marcos, los fieles de los distintos credos cristianos que han asistido eran tan numerosos que algunos han tenido que quedarse en la puerta.
El arzobispo Sewerios M. Murar ha guiado la oración y en su homilía ha subrayado cómo “nada es más importante que los amigos se reúnan con el noble propósito de rezar por la unidad de las Iglesias y superar la separación querida por el demonio a través de los fanáticos y los ignorantes”. Ha insistido en la invitación a “hacerse como niños, como nos pidió Jesús”. El arzobispo ha continuado diciendo que sólo si nos hacemos niños, con su simplicidad, su perdón, su docilidad a la enseñanza, podremos esperar que Dios escuche nuestras oraciones de unidad y convertirnos realmente en una Iglesia universal y apostólica, una nave para la salvación de las naciones y luz para las gentes.
Más colorido y con tonos más “étnicos” ha sido el encuentro de oración ecuménica organizado por la Iglesia ortodoxa etíope, celebrado el 29 de enero. Un trozo de África en Jerusalén. En la hermosísima iglesia de forma circular, de tradición amhárica, se entra, según la tradición de la Iglesia Tewahedo (así se autodefinen: “iglesia de la unión”), descalzo.
El azul, el blando y el rosa rodean las imágenes y decoraciones sagradas que tienen un regusto africano-oriental realmente único. En el centro de la iglesia está situado el claustro principal, dentro del cual se celebran todas las funciones. El encuentro de oración se ha guiado por el ritual ortodoxo etíope en lengua gheez, dirigido por el arzobispo Abba Mathias, con el característico tono vocal y con intervenciones en otras lenguas del resto de confesiones.
La Iglesia etíope ortodoxa tiene un origen antiquísimo y es la única iglesia africana autónoma. La evangelización de Etiopía estuvo a cargo de san Frumencio que, de esclavo, pasó a ser un influyente político y fundador de la Iglesia etíope bajo el patriarcado copto de Alejandría de Egipto, encabezado entonces por su patriarca, san Atanasio. Recientemente, en 1959, la Iglesia etíope se ha convertido en patriarcado autónomo con sede en Addis Abeba.
Al término de la celebración se ha sucedido el tradicional intercambio, más informal, que sigue a todo encuentro ecuménico y que, en esta ocasión, ha estado animado con danzas y canciones etíopes al son del tambor y con niños y adultos vistiendo sus trajes tradicionales. Un espectáculo que ha animado a todos los presentes. Los carismas de la Cristiandad son numerosos y la diversidad es riqueza, más que motivo de división, en el respeto a la alteridad. Lo que se está viviendo estos días en Jeruslaén es la prueba concreta y, para los fieles, reunirse en nombre de Jesús es siempre motivo de gran alegría.
Marco Gavasso
La Iglesia siríaca no ha sido una excepción ofreciendo una hermosa acogida. En la iglesia que, según la tradición, está construida sobre la casa de san Marcos, los fieles de los distintos credos cristianos que han asistido eran tan numerosos que algunos han tenido que quedarse en la puerta.
El arzobispo Sewerios M. Murar ha guiado la oración y en su homilía ha subrayado cómo “nada es más importante que los amigos se reúnan con el noble propósito de rezar por la unidad de las Iglesias y superar la separación querida por el demonio a través de los fanáticos y los ignorantes”. Ha insistido en la invitación a “hacerse como niños, como nos pidió Jesús”. El arzobispo ha continuado diciendo que sólo si nos hacemos niños, con su simplicidad, su perdón, su docilidad a la enseñanza, podremos esperar que Dios escuche nuestras oraciones de unidad y convertirnos realmente en una Iglesia universal y apostólica, una nave para la salvación de las naciones y luz para las gentes.
Más colorido y con tonos más “étnicos” ha sido el encuentro de oración ecuménica organizado por la Iglesia ortodoxa etíope, celebrado el 29 de enero. Un trozo de África en Jerusalén. En la hermosísima iglesia de forma circular, de tradición amhárica, se entra, según la tradición de la Iglesia Tewahedo (así se autodefinen: “iglesia de la unión”), descalzo.
El azul, el blando y el rosa rodean las imágenes y decoraciones sagradas que tienen un regusto africano-oriental realmente único. En el centro de la iglesia está situado el claustro principal, dentro del cual se celebran todas las funciones. El encuentro de oración se ha guiado por el ritual ortodoxo etíope en lengua gheez, dirigido por el arzobispo Abba Mathias, con el característico tono vocal y con intervenciones en otras lenguas del resto de confesiones.
La Iglesia etíope ortodoxa tiene un origen antiquísimo y es la única iglesia africana autónoma. La evangelización de Etiopía estuvo a cargo de san Frumencio que, de esclavo, pasó a ser un influyente político y fundador de la Iglesia etíope bajo el patriarcado copto de Alejandría de Egipto, encabezado entonces por su patriarca, san Atanasio. Recientemente, en 1959, la Iglesia etíope se ha convertido en patriarcado autónomo con sede en Addis Abeba.
Al término de la celebración se ha sucedido el tradicional intercambio, más informal, que sigue a todo encuentro ecuménico y que, en esta ocasión, ha estado animado con danzas y canciones etíopes al son del tambor y con niños y adultos vistiendo sus trajes tradicionales. Un espectáculo que ha animado a todos los presentes. Los carismas de la Cristiandad son numerosos y la diversidad es riqueza, más que motivo de división, en el respeto a la alteridad. Lo que se está viviendo estos días en Jeruslaén es la prueba concreta y, para los fieles, reunirse en nombre de Jesús es siempre motivo de gran alegría.
Marco Gavasso