Enseñar a amar y conocer la Tierra Santa: el camino formativo de los animadores espirituales de peregrinaciones | Custodia Terrae Sanctae

Enseñar a amar y conocer la Tierra Santa: el camino formativo de los animadores espirituales de peregrinaciones

Jerusalén, 15-21 de noviembre de 2011

El 15 de noviembre se han reunido en Jerusalén los participantes en el XIIº Curso de animadores espirituales de peregrinaciones organizado por la Custodia franciscana de Tierra Santa y el Studium Biblicum Franciscanum para la formación de los religiosos y sacerdotes que pretenden desarrollar las funciones de guía y acompañamiento cultural y espiritual de peregrinos. El grupo está formado por 37 participantes de distintas nacionalidades (principalmente italianos, españoles, argentinos, e incluso un maltés y una coreana) y, de ellos, 28 son sacerdotes. Hay además algunos religiosos, consagrados y algún laico que desempeña labores en el ámbito eclesial relacionadas particularmente con la Tierra Santa. «Las peregrinaciones constituyen una actividad esencial para la Custodia –explica fray Gianfranco Pinto Ostuni, actual director de la Oficina de Peregrinaciones de la Custodia de Tierra Santa en Roma- y, desde 1400, los franciscanos se ocupan del acompañamiento a los peregrinos, poquísimos entonces, que eran acogidos durante breve tiempo en el convento del Monte Sión, se les ofrecía el sacramento de la confesión y volvían de nuevo a la peregrinación, entendida como acto penitencial; tanto es así que los peregrinos recibían en su diócesis una cruz –y por eso se les llamaba “cruzados”- que luego depositaban a su llegada al Santo Sepulcro. En Jericó, siguiendo el itinerario de su visita a los Santos Lugares, recibían también una rama de palma, recibiendo por ello también el nombre de “palmeros”. Hoy, la Custodia continúa organizando, a través de la Oficina de Peregrinaciones, viajes a Tierra Santa y colaborando con el Studium Biblicum Franciscanum en la formación de los futuros animadores de peregrinaciones, transmitiéndoles el estilo franciscano. Este es un estilo que tiene una fisionomía muy precisa, que nace de la experiencia de san Francisco, que quería ver y tocar el aspecto humano de Cristo y, por eso, ver el lugar en el que Él nació, la roca sobre la que sufrió y el sepulcro sobre el que fue depositado. La salvación del hombre, de hecho, pasa a través de la humanidad de Cristo, que eleva de esta manera la humanidad a la dignidad de la participación en la vida divina».

Los participantes en esta iniciativa afrontan un camino importante, iniciado en Roma el pasado mes de septiembre, con algunas jornadas formativas intensas basadas en las lecciones recibidas de algunos profesores del Studium Biblicum Franciscanum para comprender el escenario histórico-arqueológico y las tradiciones culturales y religiosas presentes en Tierra Santa. El grupo está ahora completando su formación con un período de excursiones guiadas por Tierra Santa, de estudio y de profundización en la realidad local, partiendo desde Galilea y atravesando Samaria y Judea, hasta Jerusalén, cuya visita detallada –entre el 15 y el 21 de noviembre- pondrá fin a la etapa formativa. Son muchas las personalidades del Studium Biblicum Franciscanum que toman parte en las visitas guiadas. Entre ellas, el padre Giovanni Bissoli, profesor de Judaísmo y Nuevo Testamento, el padre Frederic Manns, profesor de Exégesis neotestamentaria y Literatura hebrea antigua, y el padre Eugenio Alliata, profesor de Arqueología. La formación se verá enriquecida además con tres encuentros: con el custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, con el vicario custodial, fray Artemio Vítores, y con el responsable del Status Quo, fray Atanasio Macora.

«La peregrinación constituye una auténtico momento de evangelización –explica fray Pierbattista Pizzabala, respondiendo a las preguntas de los futuros animadores- y su valor supera el mero aspecto devocional. Los turistas religiosos representan más del 60% de los visitantes de la Tierra Santa y vienen de todas las partes del mundo. El guía o, mejor, el animador espiritual, se convierte en una figura de referencia. Debe estar culturalmente preparado, aunque también desde el punto de vista de la fe. Los peregrinos, de hecho, están profundamente abiertos a vivir una experiencia significativa, a encontrarse con una realidad viva, a visitar los lugares que les hagan sentir realmente la presencia de Cristo. Y el guía está llamado a hablar de Jesús, de la historia de la salvación, a realizar una preciosa obra de evangelización. Por eso nosotros, los frailes de la Custodia, que desde hace mucho tiempo nos dedicamos a la tutela y la promoción de los Santos Lugares, procuramos que los animadores y acompañantes sean personas que amen sinceramente la Tierra Santa y que asuman este papel sin reducirlo a un trabajo profesional, sino con la disposición para transmitir el amor por la Tierra Santa y a enseñar a amar la Tierra Santa, haciendo de ello una experiencia intensa. El guía, por todo ello, tiene la oportunidad de dejar una huella profunda en el ánimo de los peregrinos y por ese motivo es fundamental que las cualidades humanas, espirituales y culturales que se le exigen lo sean de manera elevada». Otro aspecto sobre el que el custodio ha ofrecido interesantes reflexiones es el relativo al estilo con el que el animador debe colocarse ante la situación sobre la que se encuentra la Tierra Santa, con sus problemas y sus contradicciones, y la acción de mediación y acercamiento que puede ejercer entre los peregrinos y la comunidad cristiana local. «En realidad, -afirma el custodio al respecto- es prácticamente imposible que uno no se vea interpelado por las complejas cuestiones que afectan a la Tierra Santa. Además, es fundamental el estilo con el que se exponen los contenidos y se afrontan los problemas. En este sentido, el animador tiene una gran responsabilidad. No está llamado ni a ser artificialmente neutral ni a asumir posiciones a favor de ninguna parte, sino a mantener una aproximación serena y a hablar de las distintas cuestiones con sensibilidad e inteligencia. Una experiencia importante que puede ayudar a entrar mejor en contacto con la realidad del lugar es la del contacto con la Iglesia local. Este contacto se puede producir participando en la santa misa dominical en lengua árabe junto a la comunidad cristiana local, en alguno de los muchos santuarios de Tierra Santa que son también iglesias parroquiales, o bien organizando reuniones con párrocos, de los que se puede aprender mucho de las actividades eclesiales y pastorales locales. Los cristianos, que en Tierra Santa representan una minoría, están sin embargo llamados a dar un alto testimonio de fe, a ser una presencia viva, enamorada de la propia historia, a no temer frente a los cambios y los encuentros con la diversidad, sino a estar abiertos, serenos, libres, positivos y, al mismo tiempo, claros, enraizados en el sentido propio de identidad y de pertenencia, participativos».

Es precisamente este el espíritu que anima y aglutina a los participantes en el curso, movidos por el deseo de afianzar las raíces de la fe cristiana a través del conocimiento del contexto histórico, cultural y religioso en el que nació. En las palabras del padre Biagio Grilli, párroco de Manfredonia, y del padre Paolo Baldo, párroco de Bellegra –en la diócesis de Palestrina-, dos de los sacerdotes del grupo, se percibe el amor genuino por la Tierra Santa, donde el misterio de la Encarnación se realizó en un lugar y en un tiempo concretos, y que tiene por ello un extraordinario valor para la Iglesia universal y una importancia neurálgica para el mundo entero. A través de este camino formativo, que une momentos hermosos y sugerentes, como la celebración de la santa misa y la visita a la Gruta de la Natividad de Belén por la tarde –un momento privilegiado de silencio y recogimiento-, y la celebración de la santa misa solemne con los franciscanos en el Santo Sepulcro, por la mañana temprano, a momentos de gran enriquecimiento cultural, como las excursiones guiadas por los profesores del Studium Biblicum Franciscanum, los futuros animadores podrán ofrecer a los peregrinos un viaje más equilibrado y cualificado, una propuesta más consciente y significativa en el plano humano y de la fe, descubriendo así el auténtico valor de la peregrinación. Como ha dicho en su homilía fray Benjamin Owusu ofm, que ha presidido la santa misa del grupo en el Santo Sepulcro la mañana del 17 de noviembre, «después de haber revivido etapa por etapa, desde Nazaret hasta Jerusalén, todos los misterios que se celebran durante el Año Litúrgico, también nosotros hemos llegado corriendo, como María Magdalena y los discípulos, hasta el sepulcro del Señor. Pero, mientras que ellos llegaron con la duda en el corazón por lo que podrían encontrar, nosotros venimos a este Santo Lugar para reforzar la fe en la resurrección y para la recibir la fuerza dada a María y a los apóstoles para proclamar a Cristo resucitado, para anunciar este mensaje extraordinario a todo el mundo y para compartir con los demás la inmensa alegría por este don de vida».

Texto de Caterina Foppa Pedretti