Éxito de la inauguración de la exposición de Pablo VI en Jerusalén | Custodia Terrae Sanctae

Éxito de la inauguración de la exposición de Pablo VI en Jerusalén

El jueves 6 de marzo, por la tarde, la Custodia ha estado de fiesta por la inauguración de su exposición que conmemora el viaje de Pablo VI a Tierra Santa hace cincuenta años. Fray Agustín ha dado las gracias a S. E. Mons. Lazzarotto, delegado apostólico, y a las distintas Iglesias de Oriente por su presencia; posteriormente ha hecho una introducción de la exposición que se podrá visitar no solo en la Curia del convento franciscano de San Salvador de Jerusalén, sino también en todos los santuarios adonde Pablo VI se acercó como peregrino y en el Christian Information Center (Puerta de Jafa); aquí se expondrán también los regalos que Pablo VI ofreció durante su viaje y distintos recuerdos.

Fray Agustín, en su introducción, ha destacado la aportación de Pablo VI a Tierra Santa mediante la creación de cuatro instituciones: el Instituto ecuménico Tantur; el Instituto Effetá, al que asisten hoy más de 170 chicos afectados de minusvalía auditiva; la Universidad de Belén, primera universidad fundada en Cisjordania que ha acogido desde entonces a más de 14.500 jóvenes palestinos; y finalmente el Centro Cristiano de Información (en la Puerta de Jafa).

Sor Frida Nasser, de las religiosas de San José de la Aparición, tomó después la palabra para dar un conmovedor testimonio de aquella época, en el que ha descrito la impaciencia que tenía de niña durante la venida del Santo Padre Pablo VI a Belén en 1964. Habiendo sido elegida para formar parte del grupo de doce niños que recibiría al papa, ha recordado el carácter extraordinario de esta peregrinación en la que los gritos, la fiesta y el entusiasmo no cesaron durante tres días. Algún minuto después, su testimonio ha estado ilustrado por un documental de archivo (ver el enlace: https://www.youtube.com/watch?v=PSMalnpwkaY), en el que descubre una Jerusalén todavía rural con la presencia del ejército jordano, una muchedumbre delirante y un papa conmovido, que lloró varias veces en los lugares de la vida y de la muerte del Salvador.

Irene Boschetti, voluntaria de la Custodia y mujer apasionada por la figura de Pablo VI, ha expuesto un interesante paralelismo entre la visita de Pablo VI y la del actual Santo Padre. Recordando la figura de Pablo VI en Italia, no ha dejado de destacar su implicación en el Concilio Vaticano II, pero también su proximidad al pueblo. “En todos sus actos, Pablo VI y Francisco manifiestan una profunda empatía con la gente. Son de los papas misericordiosos que saben ponerse en escucha del hombre contemporáneo, testigos más que maestros que mantienen una conversación entre el pastor y los propios fieles”. Ha destacado también la continuidad en su franqueza y libertad, poniendo como ejemplos los interrogantes y preocupaciones cotidianas compartidas con los hombres de todos los tiempos.

Finalmente, el padre Alexander Winogradsky, del Patriarcado griego ortodoxo, ha puesto el acento en la característica primordial del viaje de Pablo VI: su encuentro ecuménico con el patriarca ortodoxo de Constantinopla, Atenágoras. Ha expresado así todo el peso de este evento tras 900 años de silencio e indiferencia entre Oriente y Occidente; ha orientado su discurso hacia los gestos adoptados por las dos Iglesias en sus actos de reconciliación, poniendo fin al acta de excomunión recíproca de 1054 o incluso restituyendo, en noviembre de 1965, el cuerpo de san Sabas al monasterio que lleva su mismo nombre. Un gesto fuerte porque el Typikon del rito bizantino, como fue definido por san Sabas, se convirtió en el “calendario litúrgico” (ordo) de la Iglesia ortodoxa, con gran influencia en muchas Iglesias orientales.

Antes que el público descubriese los catorce paneles de la exposición con imágenes de archivo y extraídas de los discursos de Pablo VI, y además con los tres mejores regalos ofrecidos por el papa con ocasión de su viaje (una diadema, una rosa de oro para Belén y un ramo de olivo en oro para el Santo Sepulcro), el custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, y S. E. Mons. Lazzarotto, pusieron fin a este hermoso momento recordando que todas las riquezas de la peregrinación de Pablo VI se han conservado hasta hoy gracias a la oración y el amor, lo único capaz de transformar lo que es momentáneo en un mensaje para la eternidad.

E.R