Festividad de Nuestra Señora de Guadalupe en San Salvador | Custodia Terrae Sanctae

Festividad de Nuestra Señora de Guadalupe en San Salvador

El viernes 12 de diciembre, emotivos cantos en español acompañados de guitarras han resonado en los pasillos de la Custodia. Procedían de la iglesia de San Salvador, donde se ha celebrado la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, patrona de México y de Hispanoamérica.

Desde 1988, cada año, se celebra en Jerusalén esta fiesta de la Virgen, aparecida en 1531 a un indígena de México convertido al catolicismo. Esta ocasión sirve a la comunidad hispanoamericana para reunirse en la gran misa celebrada en español y organizada por los seminaristas de la Custodia. Este año ha sido presidida por el padre Custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, acompañado por el vicario custodial, fray Dobromir. En la homilía, fray Agustín ha hablado de la universalidad del Mesías, venido también para los indígenas mexicanos del siglo XVI a través de su madre, María; ambos nos traen el amor y la esperanza, basta ponerse en caminos tras sus pasos.

La misa ha concluido con la procesión de los frailes, fieles y del custodio, que llevaba el icono de Nuestra Señora de Guadalupe. Llegados a la sala parroquial, decorada con los colores de México, un aperitivo especial esperaba a los fieles: pozole –un plato a base de maíz y guacamole-, pollo con salsa especial y arroz con leche... muchos platos típicos, más o menos picantes, que han hecho honor a la cocina mexicana.

Fray Mario, uno de los diez seminaristas mexicanos, habla de la importancia de esta fiesta y de la gran devoción a la Virgen: «Es un día de fiesta en todo el país, durante el cual todos los habitantes se acercan en peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe que se encuentra en su ciudad. Llegan a medianoche al santuario para honrar a la Virgen». Un dicho afirma que, aunque no todos los mexicanos son católicos, todos son muy devotos de la Virgen de Guadalupe.

Este paréntesis hispanoamericano en la ciudad tres veces santa, pone de relieve la universalidad del mensaje de Cristo, como subraya fray Óscar: «Durante la misa tenía la impresión de estar en mi casa, en México, porque el amor que la Virgen nos ha demostrado, y que nos empuja a ir hacia el prójimo y vivir como hermanos, está también aquí, en la atmósfera calurosa y fraterna de esta celebración».

H.M.