La parroquia latina de Jerusalén ha celebrado con gozo la fiesta de santa Bárbara. Multitud de leyendas circulan en torno a la vida de esta santa que murió martirizada en el Líbano en el siglo III.
Leyendas o no, las tradiciones se conservan en Oriente Medio y así, mientras que en el Líbano, en la vigilia, la gente se pone sus mejores galas y se visitan las casas pidiendo dulces, en Jerusalén, el mismo día, se visita a las personas ancianas llevando consigo la búrbara, un bollito azucarado hecho con distintos tipos granos, bañado en anís y con guarnición de fruta seca (algo parecido a nuestro roscón de reyes).
Este año los jóvenes y adolescentes que han acompañado a fray Badie y al resto de frailes era especialmente numeroso, tanto que se ha dividido en dos para poder visitar así el mayor número de casas.
Los jóvenes han recorrido el barrio cristiano cantando los cantos tradicionales de esta fiesta mientras la gente, en sus hogares, les abría las puertas permitiendo a los grupos entrar para seguir cantando, rezando y bendiciendo las viviendas y sus habitantes, sin tener en cuenta la confesión cristiana de la persona visitada. “Somos demasiado numerosos como para tener tiempo de pensar en nuestras divisiones. Lo que nos une esta tarde es el Señor y la alegría de visitar a nuestros ancianos, algunos de los cuales viven en soledad”, afirma el padre Badie. Su peculiar acento galileo al hablar hace reír a sus anfitriones que repetidamente le preguntan de dónde viene.
Al mismo tiempo en la iglesia, el párroco, fray Feras Hejazin, celebraba la misa ante una numerosa asamblea de parroquianos venidos para la ocasión. Tras la bendición se ha sumado a la fiesta el padre Custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzalla, para iluminar el árbol de Navidad. Después, la asamblea se ha vuelto a reunir en el salón parroquial para departir y compartir la búrbara.
Mientras la comunidad se iba poco a poco dispersando, en la ciudad se podían seguir escuchando los cantos de los jóvenes.
MAB
Leyendas o no, las tradiciones se conservan en Oriente Medio y así, mientras que en el Líbano, en la vigilia, la gente se pone sus mejores galas y se visitan las casas pidiendo dulces, en Jerusalén, el mismo día, se visita a las personas ancianas llevando consigo la búrbara, un bollito azucarado hecho con distintos tipos granos, bañado en anís y con guarnición de fruta seca (algo parecido a nuestro roscón de reyes).
Este año los jóvenes y adolescentes que han acompañado a fray Badie y al resto de frailes era especialmente numeroso, tanto que se ha dividido en dos para poder visitar así el mayor número de casas.
Los jóvenes han recorrido el barrio cristiano cantando los cantos tradicionales de esta fiesta mientras la gente, en sus hogares, les abría las puertas permitiendo a los grupos entrar para seguir cantando, rezando y bendiciendo las viviendas y sus habitantes, sin tener en cuenta la confesión cristiana de la persona visitada. “Somos demasiado numerosos como para tener tiempo de pensar en nuestras divisiones. Lo que nos une esta tarde es el Señor y la alegría de visitar a nuestros ancianos, algunos de los cuales viven en soledad”, afirma el padre Badie. Su peculiar acento galileo al hablar hace reír a sus anfitriones que repetidamente le preguntan de dónde viene.
Al mismo tiempo en la iglesia, el párroco, fray Feras Hejazin, celebraba la misa ante una numerosa asamblea de parroquianos venidos para la ocasión. Tras la bendición se ha sumado a la fiesta el padre Custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzalla, para iluminar el árbol de Navidad. Después, la asamblea se ha vuelto a reunir en el salón parroquial para departir y compartir la búrbara.
Mientras la comunidad se iba poco a poco dispersando, en la ciudad se podían seguir escuchando los cantos de los jóvenes.
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