Fiesta de san Esteban en la enfermería custodial y en el lugar de su martirio | Custodia Terrae Sanctae

Fiesta de san Esteban en la enfermería custodial y en el lugar de su martirio

Al canto del Adeste, fideles, han llegado estos fieles, alegres y gozosos; algunos en silla de ruedas, otros ayudándose con andadores y otros por sí mismos. El Señor ha reunido a los frailes de la enfermería custodial, como lo hace todos los días por la mañana. Pero en este día de la fiesta de san Esteban, han estado rodeados por numerosos frailes de San Salvador, venidos para celebrar con ellos la fiesta del primer mártir cristiano y la fiesta de la Navidad.

El custodio de Tierra Santa ha presidido la celebración y ha dicho: «San Esteban dijo: "Recibe mi espíritu, recibe mi vida"; luego murió. Estamos aquí reunidos, jóvenes y ancianos, en el camino de nuestra vida religiosa, o bien nos acercamos a su fin último, pero todos nosotros hemos consagrado nuestra vida al Señor. Los jóvenes representan el entusiasmo del comienzo y deben poner este entusiasmo en las manos de Dios. Los ancianos tienen más experiencia, han vivido más, han dado ya tantas cosas al Señor y hoy tienen que volver a entregar nuevamente su voluntad, el cuerpo que poco a poco les abandona, para que puedan abandonarse mayormente a la oración. El mundo juzga hoy a los hombres por lo que hacen, por lo que son capaces de realizar, de construir, de crear. Pero los frailes ancianos nos enseñan que valemos lo que somos ante el Señor, en verdad, en la verdad de nuestras vidas, totalmente entregadas en las manos del Otro. El mundo juzga a los ancianos inútiles y costosos; nosotros, sin embargo, miramos esta etapa de la vida como un momento precioso, un momento en que uno ya está purificado, liberado de todo lo que es inútil. Mientras que la Navidad nos invita a festejar un nacimiento, a celebrar el don de la vida, todos nosotros estamos invitados a perder nuestra vida terrenal por una vida más grande. Oremos por nuestros hermanos para que, en esta fase importante de su vida, se consagren de corazón a la oración, para que recuerden que lo que cuenta no es producir o hacer algo para el mundo o para la Iglesia, sino estar y vivir en el corazón de Dios, que es la alegría de nuestra vida»..

Tras la celebración, los frailes han compartido un piscolabis, y la alegría de la fraternidad también se ha dejado sentir en este momento de encuentro.

A día de hoy, ocho frailes viven en la enfermería custodial del convento de San Salvador; velan por ellos fray Yad Sara, desde el año 2006, y sor Fedelina Galea, franciscana del Sagrado Corazón, que cumple con esta misión desde hace ya 32 años. Están acompañados por un equipo de seis enfermeras que trabajan día y noche, un médico y cuatro operarios que traban en la cocina, en el mantenimiento de los locales y, a veces, también ayudando en las curas de enfermería.

Por la tarde, la fiesta de san Esteban continuó en el lugar mismo del martirio, en el valle del Cedrón. En una gruta cercana al convento greco ortodoxo de Mar Estefanos, situada un poco más abajo de la Puerta de los Leones, llamada también Puerta de San Esteban, es donde ha tenido lugar la liturgia de la peregrinación tradicional. Tras la lectura del martirio del santo según el relato de los Hechos de los Apóstoles, el padre Eugenio Alliata del Studium Biblicum ha explicado a los frailes y fieles presentes las tradiciones sobre los distintos traslados de las reliquias del santo. Después, la asamblea se ha dirigido al convento de Getsemaní para disfrutar de una bebida caliente.