Miércoles 19 de marzo. Fiel a la tradición, la Iglesia entera ha celebrado la festividad de san José. En Nazaret, la parroquia latina, rodeada de muchas comunidades amigas, se ha reunido en la plaza de ingreso a la basílica de la Anunciación al sonido de las trompetas y tambores de los exploradores. Fray Bruno, guardián del santuario, y los sacerdotes de la parroquia, los frailes Amyad y Osama, han recibido a fray Pierbattista Pizzaballa. Esta solemnidad está marcada, de hecho, por el ingreso vespertino del Padre Custodio en el interior de la basílica, que ha estado escoltado en procesión hasta la gruta; después, se ha revestido los hábitos sacerdotales para presidir la misa en la basílica superior.
Los chicos de la parroquia que se preparan para la Confirmación, vestidos de blanco y con flores en la mano, han tomado parte en este momento y, después, en la suntuosa liturgia animada por el coro parroquial, dirigido por Haig Vosgueritchián. Fray Amyad, en su homilía, ha recordado el ejemplo de tenacidad, laboriosidad y responsabilidad que san José representa para los cristianos. Él fue el hombre justo que nunca preguntó nada y aceptó entregarlo todo; él nos invita a la acción, al valor y a no tener miedo a lo que supera nuestras fuerzas o a lo que nos parece inconcebible o inexplicable. Modelo para todos los padres, también lo es para todos los frailes y sacerdotes, porque él es quien veló por María y Jesús.
En el momento de la procesión final, el incienso se mezclaba con las voces mientras el Padre Custodio llevaba el icono de san José hacia la iglesia dedicada al santo. El culto a san José se desarrolló en torno a su casa, sobre la que se han construido distintas iglesias hasta que lo fue la de los franciscanos, que se remonta al año 1914. Los franciscanos han sido, entre otros, una de las primeras comunidades en celebrar al «carpintero de Nazaret», ya desde finales del siglo XIV; la espiritualidad franciscana concede un puesto especial a este patrono de la Iglesia, padre terrenal del Salvador, custodio del Redentor y esposo de la Virgen.
La festividad de san José abre el tiempo litúrgico en el santuario de Nazaret, un tiempo fuerte que terminará el martes próximo con la celebración de la Anunciación, en presencia de Su Beatitud, el patriarca Mons. Fuad.
Clicando en este enlace encontraréis las imágenes de la fiesta de san José en Nazaret.
E.R
Los chicos de la parroquia que se preparan para la Confirmación, vestidos de blanco y con flores en la mano, han tomado parte en este momento y, después, en la suntuosa liturgia animada por el coro parroquial, dirigido por Haig Vosgueritchián. Fray Amyad, en su homilía, ha recordado el ejemplo de tenacidad, laboriosidad y responsabilidad que san José representa para los cristianos. Él fue el hombre justo que nunca preguntó nada y aceptó entregarlo todo; él nos invita a la acción, al valor y a no tener miedo a lo que supera nuestras fuerzas o a lo que nos parece inconcebible o inexplicable. Modelo para todos los padres, también lo es para todos los frailes y sacerdotes, porque él es quien veló por María y Jesús.
En el momento de la procesión final, el incienso se mezclaba con las voces mientras el Padre Custodio llevaba el icono de san José hacia la iglesia dedicada al santo. El culto a san José se desarrolló en torno a su casa, sobre la que se han construido distintas iglesias hasta que lo fue la de los franciscanos, que se remonta al año 1914. Los franciscanos han sido, entre otros, una de las primeras comunidades en celebrar al «carpintero de Nazaret», ya desde finales del siglo XIV; la espiritualidad franciscana concede un puesto especial a este patrono de la Iglesia, padre terrenal del Salvador, custodio del Redentor y esposo de la Virgen.
La festividad de san José abre el tiempo litúrgico en el santuario de Nazaret, un tiempo fuerte que terminará el martes próximo con la celebración de la Anunciación, en presencia de Su Beatitud, el patriarca Mons. Fuad.
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E.R