La tarde del sábado 3 de octubre, con ocasión de las primeras vísperas de la festividad de San Francisco, doce franciscanos de la Custodia de Tierra Santa han renovado sus votos anuales de pobreza, obediencia y castidad en la iglesia del convento de San Salvador de Jerusalén.
El custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, que ha presidido la ceremonia, ha recordado la vida de Francisco de Asís, subrayando hasta qué punto el santo cambió la historia de la Iglesia: «Francisco ha sabido transformar su propia vida porque primero se dejo transformar». Al final de la homilía se ha dirigido a los frailes que renovaron los votos: «Sois jóvenes y llenos de vida, de ganas de hacer cosas, de iniciativas y de ideas [...]. Pero tenéis que saber –como nos lo recuerdo el Padre Seráfico- que para transformar el mundo, el único camino, el que habéis elegido, es dejaros transformar por el amor de Cristo y dar testimonio concreto en el mundo».
Para fray Clovis, que este sábado pasado por la tarde renovó sus votos, «estas vísperas han sido un momento de gracia solemne, en el que hemos renovado nuestro SÍ». Entrado en los franciscanos en 2012, nos confía que «el relato del Transitus del Padre Seráfico es un momento de especial emoción, que nos toca el corazón a nosotros que hemos elegido vivir según su regla de vida». Durante la lectura del Transitus, el relato de la muerte de san Francisco, la asamblea se ha arrodillado, a la luz de las velas. De la muerte del santo, el custodio en su homilía ha recordado: «Francisco, que en el Cántico de las Criaturas, llamaba a la muerte «hermana muerte», la acoge no como el fin, sino precisamente como un paso, un tránsito».
El domingo estaban presentes los cuatro cónsules de las Naciones Latinas protectoras de las comunidades cristianas –España, Bélgica, Francia e Italia-. La misa ha estado presidida por un dominico, según la tradición –este año, fray Marc Leroy, de la Escuela Bíblica y Arqueológica francesa de Jerusalén- y concelebrada por el custodio, el secretario de la Nunciatura, Mons. Matteo de Mori, el vicario custodial, fray Dobromir Jasztal, y el guardián de San Salvador, fray Stéphane Milovitch. Estaba presente también en la celebración Mons. Kamal Bathish, obispo emérito de Jerusalén, en representación del Patriarcado latino.
Fray Marc Leroy, en su homilía, ha destacado la necesidad –como Francisco, hijo de un rico comerciante, que escogió la pobreza y la humildad- de «despojarse de todo lo que pueda ser un obstáculo al conocimiento de Dios» para profundizar en nuestra relación con el Señor.
Al concluir la celebración, la asamblea ha sido invitada a tomar un refresco en la Curia. Después, los religiosos han compartido un almuerzo de fiesta en el refectorio del convento, al que también han sido invitados los cónsules.
Las segundas vísperas han estado presididas por el guardián de San Salvador que, a la luz de la renovación de los votos la vigilia, ha afirmado que el Evangelio debe ser acogido como regla de vida, en lo cotidiano. Recordando los trágicos sucesos de la noche entre el sábado y el domingo, fray Stéphane Milovitch ha subrayado la importancia de trabajar por la paz, especialmente en la región, como también por la Iglesia, en la apertura del sínodo sobre la familia.
Las ceremonias de la fiesta de San Francisco son un pilar anual importante en la vida de los franciscanos. Son ocasión para reunirse, renovar los votos de los novicios e iniciar un nuevo año académico.
TD
El custodio, fray Pierbattista Pizzaballa, que ha presidido la ceremonia, ha recordado la vida de Francisco de Asís, subrayando hasta qué punto el santo cambió la historia de la Iglesia: «Francisco ha sabido transformar su propia vida porque primero se dejo transformar». Al final de la homilía se ha dirigido a los frailes que renovaron los votos: «Sois jóvenes y llenos de vida, de ganas de hacer cosas, de iniciativas y de ideas [...]. Pero tenéis que saber –como nos lo recuerdo el Padre Seráfico- que para transformar el mundo, el único camino, el que habéis elegido, es dejaros transformar por el amor de Cristo y dar testimonio concreto en el mundo».
Para fray Clovis, que este sábado pasado por la tarde renovó sus votos, «estas vísperas han sido un momento de gracia solemne, en el que hemos renovado nuestro SÍ». Entrado en los franciscanos en 2012, nos confía que «el relato del Transitus del Padre Seráfico es un momento de especial emoción, que nos toca el corazón a nosotros que hemos elegido vivir según su regla de vida». Durante la lectura del Transitus, el relato de la muerte de san Francisco, la asamblea se ha arrodillado, a la luz de las velas. De la muerte del santo, el custodio en su homilía ha recordado: «Francisco, que en el Cántico de las Criaturas, llamaba a la muerte «hermana muerte», la acoge no como el fin, sino precisamente como un paso, un tránsito».
El domingo estaban presentes los cuatro cónsules de las Naciones Latinas protectoras de las comunidades cristianas –España, Bélgica, Francia e Italia-. La misa ha estado presidida por un dominico, según la tradición –este año, fray Marc Leroy, de la Escuela Bíblica y Arqueológica francesa de Jerusalén- y concelebrada por el custodio, el secretario de la Nunciatura, Mons. Matteo de Mori, el vicario custodial, fray Dobromir Jasztal, y el guardián de San Salvador, fray Stéphane Milovitch. Estaba presente también en la celebración Mons. Kamal Bathish, obispo emérito de Jerusalén, en representación del Patriarcado latino.
Fray Marc Leroy, en su homilía, ha destacado la necesidad –como Francisco, hijo de un rico comerciante, que escogió la pobreza y la humildad- de «despojarse de todo lo que pueda ser un obstáculo al conocimiento de Dios» para profundizar en nuestra relación con el Señor.
Al concluir la celebración, la asamblea ha sido invitada a tomar un refresco en la Curia. Después, los religiosos han compartido un almuerzo de fiesta en el refectorio del convento, al que también han sido invitados los cónsules.
Las segundas vísperas han estado presididas por el guardián de San Salvador que, a la luz de la renovación de los votos la vigilia, ha afirmado que el Evangelio debe ser acogido como regla de vida, en lo cotidiano. Recordando los trágicos sucesos de la noche entre el sábado y el domingo, fray Stéphane Milovitch ha subrayado la importancia de trabajar por la paz, especialmente en la región, como también por la Iglesia, en la apertura del sínodo sobre la familia.
Las ceremonias de la fiesta de San Francisco son un pilar anual importante en la vida de los franciscanos. Son ocasión para reunirse, renovar los votos de los novicios e iniciar un nuevo año académico.
TD