Crónica de su ordenación en Maghar
Badi’a Elías es un joven palestino de origen árabe, ciudadanía israelí, religión católica, rito melquita y, además, fraile franciscano de la Iglesia latina: prácticamente un “concentrado de toda la Tierra Santa”.
El sábado 2 de octubre, el franciscano de 37 años, fray Badi’a Elías ha sido ordenado sacerdote en su parroquia de Maghar por el arzobispo melquita de Galilea, Elías Chakour, en el transcurso de una misa solemne en la que han participado el obispo auxiliar de la diócesis latina de Nazaret, Giacinto-Boulos Marcuzzo, y el exarca Faozy Khoury, párroco melquita de Maghar. Los franciscanos también estaban presentes en la celebración con el Custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, su vicario y guardián del convento de San Salvador, fray Artemio Vítores, y el guardián del convento del Monte Tabor, fray Mario Hadchiti, que ha asistido al candidato durante la liturgia. Desde Jerusalén han llegado autobuses con fieles y frailes de la parroquia y del convento de San Salvador, así como de Nazaret, tantos que la iglesia estaba abarrotada.
Los melquitas son católicos de rito griego unidos a la Iglesia de Roma pero con derecho canónico propio y liturgia oriental.
El arzobispo hace su ingreso en la iglesia sin paramentos litúrgicos porque su preparación y la del altar (proskomedia) tienen lugar en el presbiterio (sacro Vima). Mientras tanto, el coro en la iglesia entona cantos espirituales y en el exterior se escucha el fragor de la banda con sus tambores. A la mística de la liturgia se une la alegría de la fiesta.
El arzobispo ya está preparado, vestido con los paramentos de la celebración, la mitra y el báculo pastoral, esperando a la procesión bajo la puerta central del iconostasio, que permanecerá abierta durante toda la misa. En la entrada de los concelebrantes, el Custodio de Tierra Santa marcha en cabeza, acompañando al candidato. Le siguen los demás concelebrantes.
En la liturgia de la Palabra, el evangelio es el de Juan, que narra el episodio del lavatorio de los pies durante la última cena, significando el ministerio sacerdotal en su aspecto de servicio, antes que honor recibido. En la homilía, el arzobispo Chakour ha hablado del esplendor del sacerdocio y de la belleza de la vida religiosa, manifestando su felicidad porque un hijo suyo, de la comunidad melquita, sea también hijo de la Custodia de Tierra Santa siguiendo las huellas de san Francisco, y contento de que la Custodia ponga a su disposición un nuevo sacerdote para la Iglesia melquita.
La procesión de las ofrendas es particularmente solemne y toma el nombre de “Gran entrada”. El todavía diácono cumple con su oficio llevando y mostrando el cáliz con el vino. Una vez llegado el momento previsto por el rito de la ordenación, el candidato es introducido procesionalmente y, después de tres vueltas en torno al altar, se arrodilla delante del arzobispo. Luego, los dos se acercan hasta el altar en torno al cual se disponen los concelebrantes. Badi’a apoya su frente sobre el altar. Sobre la cabeza se le coloca la estola sacerdotal y sobre ésta el arzobispo pone una cruz de oro mientras pronuncia la oración consacratoria. Después, Badi’a se alza, se quita los paramentos diaconales y besa la estola. Los padres, conmovidos, entregan la casulla sacerdotal mientras los celebrantes y el pueblo entonan el canto del Axios (proclamando que el candidato es digno de portarla). Badi’a se la pone feliz, pero con la tensión propia de la seriedad del momento, y toda la asamblea prorrumpe en aplausos. Saliéndose del programa marcado, la abuela de Badi’a entona con voz firme y bella un canto de bendición y felicitación en árabe.
Continua la liturgia eucarística en la que el ya padre Badi’a celebrará por primera vez como sacerdote novel. A él se le reserva la oración final antes de la bendición (llamada del opisthamvono), recitada fuera del Vima, delante del icono del Redentor. Antes de la conclusión, el arzobispo Chakour pronuncia unas palabras de felicitación y agradecimiento, también fray Pierbattista Pizzabala y el párroco Khoury, así como también el p. Badi’a Elías, en las que da las gracias a sus hermanos de religión y a todos los presentes, excusándose por no encontrar las palabras para manifestar toda su alegría. A continuación se forma la procesión de salida de los celebrantes a la que se unen también los padres del nuevo sacerdote.
En los salones parroquiales comienza la fiesta y el p. Badi’a es llevado en volandas por sus amigos. Con el refresco se concluye una jornada perfectamente organizada por la parroquia de Maghar en todos sus aspectos: la compleja liturgia, cantada desde el inicio hasta el final por un óptimo coro con bella voces solistas, los profesionales encargados de la grabación del video, y todas las necesidades de la acogida que se han cubierto con éxito.
El p. Badi’a Elías ha sido nombrado recientemente animador vocacional para Tierra Santa y reside en el convento de Ain Karem.
FRC
Badi’a Elías es un joven palestino de origen árabe, ciudadanía israelí, religión católica, rito melquita y, además, fraile franciscano de la Iglesia latina: prácticamente un “concentrado de toda la Tierra Santa”.
El sábado 2 de octubre, el franciscano de 37 años, fray Badi’a Elías ha sido ordenado sacerdote en su parroquia de Maghar por el arzobispo melquita de Galilea, Elías Chakour, en el transcurso de una misa solemne en la que han participado el obispo auxiliar de la diócesis latina de Nazaret, Giacinto-Boulos Marcuzzo, y el exarca Faozy Khoury, párroco melquita de Maghar. Los franciscanos también estaban presentes en la celebración con el Custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, su vicario y guardián del convento de San Salvador, fray Artemio Vítores, y el guardián del convento del Monte Tabor, fray Mario Hadchiti, que ha asistido al candidato durante la liturgia. Desde Jerusalén han llegado autobuses con fieles y frailes de la parroquia y del convento de San Salvador, así como de Nazaret, tantos que la iglesia estaba abarrotada.
Los melquitas son católicos de rito griego unidos a la Iglesia de Roma pero con derecho canónico propio y liturgia oriental.
El arzobispo hace su ingreso en la iglesia sin paramentos litúrgicos porque su preparación y la del altar (proskomedia) tienen lugar en el presbiterio (sacro Vima). Mientras tanto, el coro en la iglesia entona cantos espirituales y en el exterior se escucha el fragor de la banda con sus tambores. A la mística de la liturgia se une la alegría de la fiesta.
El arzobispo ya está preparado, vestido con los paramentos de la celebración, la mitra y el báculo pastoral, esperando a la procesión bajo la puerta central del iconostasio, que permanecerá abierta durante toda la misa. En la entrada de los concelebrantes, el Custodio de Tierra Santa marcha en cabeza, acompañando al candidato. Le siguen los demás concelebrantes.
En la liturgia de la Palabra, el evangelio es el de Juan, que narra el episodio del lavatorio de los pies durante la última cena, significando el ministerio sacerdotal en su aspecto de servicio, antes que honor recibido. En la homilía, el arzobispo Chakour ha hablado del esplendor del sacerdocio y de la belleza de la vida religiosa, manifestando su felicidad porque un hijo suyo, de la comunidad melquita, sea también hijo de la Custodia de Tierra Santa siguiendo las huellas de san Francisco, y contento de que la Custodia ponga a su disposición un nuevo sacerdote para la Iglesia melquita.
La procesión de las ofrendas es particularmente solemne y toma el nombre de “Gran entrada”. El todavía diácono cumple con su oficio llevando y mostrando el cáliz con el vino. Una vez llegado el momento previsto por el rito de la ordenación, el candidato es introducido procesionalmente y, después de tres vueltas en torno al altar, se arrodilla delante del arzobispo. Luego, los dos se acercan hasta el altar en torno al cual se disponen los concelebrantes. Badi’a apoya su frente sobre el altar. Sobre la cabeza se le coloca la estola sacerdotal y sobre ésta el arzobispo pone una cruz de oro mientras pronuncia la oración consacratoria. Después, Badi’a se alza, se quita los paramentos diaconales y besa la estola. Los padres, conmovidos, entregan la casulla sacerdotal mientras los celebrantes y el pueblo entonan el canto del Axios (proclamando que el candidato es digno de portarla). Badi’a se la pone feliz, pero con la tensión propia de la seriedad del momento, y toda la asamblea prorrumpe en aplausos. Saliéndose del programa marcado, la abuela de Badi’a entona con voz firme y bella un canto de bendición y felicitación en árabe.
Continua la liturgia eucarística en la que el ya padre Badi’a celebrará por primera vez como sacerdote novel. A él se le reserva la oración final antes de la bendición (llamada del opisthamvono), recitada fuera del Vima, delante del icono del Redentor. Antes de la conclusión, el arzobispo Chakour pronuncia unas palabras de felicitación y agradecimiento, también fray Pierbattista Pizzabala y el párroco Khoury, así como también el p. Badi’a Elías, en las que da las gracias a sus hermanos de religión y a todos los presentes, excusándose por no encontrar las palabras para manifestar toda su alegría. A continuación se forma la procesión de salida de los celebrantes a la que se unen también los padres del nuevo sacerdote.
En los salones parroquiales comienza la fiesta y el p. Badi’a es llevado en volandas por sus amigos. Con el refresco se concluye una jornada perfectamente organizada por la parroquia de Maghar en todos sus aspectos: la compleja liturgia, cantada desde el inicio hasta el final por un óptimo coro con bella voces solistas, los profesionales encargados de la grabación del video, y todas las necesidades de la acogida que se han cubierto con éxito.
El p. Badi’a Elías ha sido nombrado recientemente animador vocacional para Tierra Santa y reside en el convento de Ain Karem.
FRC