Fray Ricardo Bustos: «Este "Papa del encuentro" es también exigente y prudente» | Custodia Terrae Sanctae

Fray Ricardo Bustos: «Este "Papa del encuentro" es también exigente y prudente»

por Giuseppe Caffulli, desde Belén
terrasanta.net


En la plaza del Pesebre, ante la basílica de la Natividad, está casi todo preparado: el palco con el altar para la misa que el papa Francisco celebrará el domingo 25 de mayo a las 11 hora local, ante cerca de 10.000 fieles (de los que 4.200 proceden de Galilea). Belén se ha vestido de gala para la visita del papa Bergoglio. Y él, fray Ricardo Bustos, está viviendo esta víspera con inquietud. «Los encuentros con el papa Francisco –dice- son siempre una sorpresa. Los suyos no son gestos que se puedan prever. Conociéndolo, no sé qué hará o dirá. Solo deseo verlo y poder estar algún momento con él».

Fray Ricardo es el superior de la comunidad franciscana de Belén, adonde llegó hace algunos meses tras una larga temporada en Nazaret. Para él, argentino, durante mucho tiempo miembro de la fraternidad de la Custodia de Tierra Santa en Buenos Aires, encontrarse con el Pontífice significa reencontrara un amigo.

«Desde que Bergoglio se convirtió en arzobispo de Buenos Aires –explica fray Ricardo- me propuse rezar todos los días por él y hacer rezar por su magisterio episcopal. Una proposición que siguió cuando se convirtió en Papa. En Buenos Aires, los frailes lo invitamos muchas veces a celebrar la misa en nuestra comunidad y a participar en algunos eventos de la escuela aneja al convento, que acoge a un centenar de estudiantes. Así nació una relación, una amistad. Cuando desde Buenos Aires fui transferido a Tierra Santa, desde Nazaret le escribí varias veces. Y el Card. Bergoglio siempre me respondió. Es una persona muy cercana».

Una relación epistolar que ha seguido incluso cuando el arzobispo de Buenos Aires fue elegido Papa «llegado del fin del mundo», como él mismo dijo presentándose a los romanos la noche de la elección. «Le escribí cuando fui transferido de Nazaret a Belén, y me respondió con su simplicidad acostumbrada: "Estoy contento. Ve en paz a Belén y da un buen testimonio". Cuando el padre custodio, en Roma, le dijo que el fraile guardián de Belén era argentino, el Papa le respondió rápidamente que saludara a su amigo Ricardo. Él no se olvida de las personas. Al contrario, recuerda de todos incluso cosas muy especiales, que ayudan a entender cómo para él toda persona es especial. Y además sabe que siempre puede contar con mi oración y la de la comunidad de las religiosas adoradoras del Santísimo Sacramento (monjas de clausura presentes en el santuario de la Gruta de la leche, a pocos pasos de la basílica de la Natividad), que han hecho un voto: rezar todos los días por las intenciones del papa Francisco».

¿Qué pueden esperar los cristianos locales, en especial los de Belén, de esta visita del Pontífice a Tierra Santa? Fray Ricardo no lo duda: «El Papa está seriamente preocupado por la situación de los cristianos en Tierra Santa. Pero también es una persona muy prudente, sabe bien que la paz es un sutil hilo de seda que se puede romper de un momento a otro. No hará afirmaciones temerarias que puedan comprometer el frágil equilibrio. Dicho esto, por nuestra parte tendremos el corazón abierto a lo que el Papa quiera sugerirnos, sin prejuicios. La cuestión no es tanto lo que esperamos de él, sino lo que su corazón de padre nos sugiera a los cristianos de aquí, para ayudarnos a comprender y leer la realidad en la que nos encontramos».

Hay un aspecto que fray Ricardo tiende a remarcar: «Francisco es el Papa del encuentro. Pero es un hombre exigente, que pide esfuerzo serio por la fe y por el Evangelio. Creo que a nosotros, los cristianos de Tierra Santa, nos pedirá muy seriamente que seamos levadura, que demos un buen testimonio. Y cambiar el curso de la historia a partir de nuestra vocación, empezando por aquellos que a él le gusta llamar la periferia, que no es solo la de la pobreza material, sino la de la fragilidad y la soledad existencial que resisten en el interior de nuestras familias y comunidades. Este es el camino que creo nos indicará para poder ser verdaderamente sal que dé sabor en la situación concreta en que vivimos».