¡No sucedía desde hacía doce años! El nuevo custodio de Tierra Santa, el franciscano fray Francesco Patton, ha hecho su ingreso solemne en Jerusalén.
Ayer era el nuevo custodio electo, hoy es el nuevo custodio en funciones.
El traspaso de poderes se ha llevado a cabo durante la ceremonia que ha tenido lugar en el convento de San Salvador.
Esperando en la puerta de Jafa la numerosa asamblea –compuesta por religiosos, religiosas, cristianos de todas las confesiones, curiosos sorprendidos por la agitación, autoridades religiosas y civiles- se ha dirigido después apresuradamente hacia el acceso oeste de la ciudad, a través del cual, desde tiempos inmemoriales, se realizan los ingresos solemnes.
Todos querían ver a este custodio venido de lejos. Querían ver a quien, a partir de ahora, representará los casi 800 años de presencia franciscana en Tierra Santa.
A las 15.29 h el automóvil del custodio se ha detenido en la puerta de Jafa, en donde ha descendido. El custodio ha estrechado rápidamente las manos y abrazado a los más cercanos, mientras el secretario de Tierra Santa lo presentaba a las distintas autoridades.
El nuevo custodio, fray Francesco Pattón, sonriendo, intentaba prestar atención a todos, a pesar del habitual y alegre jaleo.
El padre Patton no ha conseguido ocultar su propia sorpresa, ni mitigar la legítima emoción en el momento de llegar al corazón de la Iglesia Madre de Jerusalén.
En esta atmósfera festiva, entre la gente se murmuraban ya los primeros comentarios (sobre su estatura, su semblante, su sonrisa...). Mientras le iban felicitando, requerido por todas partes, fray Francesco estaba sorprendido y, al mismo tiempo, interesado en todo lo que aún le queda por descubrir.
Poco después los kawas han reclamado la atención y el cortejo se ha dirigido hacia el convento de San Salvador, al son del Lauda Jerusalem Dominum, mientras volteaban las campanas de San Salvador. Delante, los kawas de todas las Iglesias vestidos en uniforme de gala, seguidos de los frailes franciscanos, en fila de a dos, y detrás de ellos el custodio, el vicario general, fray Julio César Bunander, su antecesor fray Pierbattista Pizzaballa, y el visitador, fray Jakab Várnai.
Tras ellos estaba el delegado apostólico en Jerusalén y Palestina y nuncio apostólico en Israel, Mons. Giuseppe Lazzarotto, representantes del Patriarcado latino de Jerusalén, los líderes de las Iglesias, los cónsules generales de Jerusalén, las autoridades civiles y una gran cantidad de gente.
Esperando al custodio, al fondo de la nave de la iglesia, estaba el padre Stéphane Milovitch, guardián del convento de San Salvador, que, a su llegada, le ha ofrecido agua bendita, una cruz para abrazarla y, finalmente, incienso.
Después del Te Deum, el visitador canónicoha tomado la palabra. Ha invitado al nuevo custodio a recordar lo que el mismo san Francisco esperaba de sus frailes, en especial de los superiores, «venidos para servir». «El Señor le pide, padre Francesco -ha afirmado solemnemente- que cuide bien a sus frailes y todo el patrimonio de la Custodia, así como a todo el pueblo cristiano vinculado a ellos».
Fray Jakab Várnai ha proseguido agradeciendo calurosamente al padre Pierbattista Pizzaballa todo su trabajo realizado en estos últimos años. Luego ha leído el decreto oficial del nombramiento, primero en latín y después en inglés. La asamblea ha aplaudido. Se ha podido escuchar después la voz del nuevo custodio: segura, fuerte, confiada. En pie, ante el altar, ha recitado el Credo y pronunciado el juramento, acompañando las últimas palabras con la mano derecha sobre el Evangelio.
Ha sido el visitador, fray Jakab Várnai, quien le ha entregado el sello de la Custodia y así Francesco Patton se han convertido oficialmente en custodio de Tierra Santa. Tras el canto a san Francisco, el custodio ha tomado la palabra.
Se ha dirigido, en primer lugar en inglés, a la asamblea para agradecer a cada uno su participación y, como otro Francisco, se ha encomendado a la oración de todos. En italiano, la lengua oficial de la Custodia, se ha dirigido directamente a sus frailes. «He recibido la petición (de aceptar el cargo) como una nueva llamada y he respondido como en el día de mi primera profesión. Tengo la sensación de ser un novicio [...] pero el Señor es nuestro Custodio [...]. Os pido que me acojáis así, como se acoge a un nuevo fraile.
Palabras de humildad, acento típico franciscano, durante las cuales no ha faltado el agradecimiento a su antecesor.
Después, el centenar de frailes presentes, representantes de todos los conventos de Israel, Palestina y Jerusalén, se han acercado a abrazarlo en señal de acogida y a manifestarle su obediencia.
A pesar del carácter solemne de la celebración, la atmósfera era manifiestamente alegre. Una alegría que ha continuado durante el refresco posterior. Muchos religiosos y religiosas, también los cristianos de Jerusalén, trabajadores de la Custodia, se han acercado al custodio para intercambiar con él algunas palabras y hacerse las primeras fotos.
¡La Custodia tiene un nuevo Custodio!
Ha venido de lejos, pero se ha encontrado con una comunidad a la que amar, un pueblo al que servir y sus pasos se insieren, más que nunca, en los de Jesucristo.
El padre visitador a continuación ha leído el Decreto oficial del nombramiento.
Ayer era el nuevo custodio electo, hoy es el nuevo custodio en funciones.
El traspaso de poderes se ha llevado a cabo durante la ceremonia que ha tenido lugar en el convento de San Salvador.
Esperando en la puerta de Jafa la numerosa asamblea –compuesta por religiosos, religiosas, cristianos de todas las confesiones, curiosos sorprendidos por la agitación, autoridades religiosas y civiles- se ha dirigido después apresuradamente hacia el acceso oeste de la ciudad, a través del cual, desde tiempos inmemoriales, se realizan los ingresos solemnes.
Todos querían ver a este custodio venido de lejos. Querían ver a quien, a partir de ahora, representará los casi 800 años de presencia franciscana en Tierra Santa.
A las 15.29 h el automóvil del custodio se ha detenido en la puerta de Jafa, en donde ha descendido. El custodio ha estrechado rápidamente las manos y abrazado a los más cercanos, mientras el secretario de Tierra Santa lo presentaba a las distintas autoridades.
El nuevo custodio, fray Francesco Pattón, sonriendo, intentaba prestar atención a todos, a pesar del habitual y alegre jaleo.
El padre Patton no ha conseguido ocultar su propia sorpresa, ni mitigar la legítima emoción en el momento de llegar al corazón de la Iglesia Madre de Jerusalén.
En esta atmósfera festiva, entre la gente se murmuraban ya los primeros comentarios (sobre su estatura, su semblante, su sonrisa...). Mientras le iban felicitando, requerido por todas partes, fray Francesco estaba sorprendido y, al mismo tiempo, interesado en todo lo que aún le queda por descubrir.
Poco después los kawas han reclamado la atención y el cortejo se ha dirigido hacia el convento de San Salvador, al son del Lauda Jerusalem Dominum, mientras volteaban las campanas de San Salvador. Delante, los kawas de todas las Iglesias vestidos en uniforme de gala, seguidos de los frailes franciscanos, en fila de a dos, y detrás de ellos el custodio, el vicario general, fray Julio César Bunander, su antecesor fray Pierbattista Pizzaballa, y el visitador, fray Jakab Várnai.
Tras ellos estaba el delegado apostólico en Jerusalén y Palestina y nuncio apostólico en Israel, Mons. Giuseppe Lazzarotto, representantes del Patriarcado latino de Jerusalén, los líderes de las Iglesias, los cónsules generales de Jerusalén, las autoridades civiles y una gran cantidad de gente.
Esperando al custodio, al fondo de la nave de la iglesia, estaba el padre Stéphane Milovitch, guardián del convento de San Salvador, que, a su llegada, le ha ofrecido agua bendita, una cruz para abrazarla y, finalmente, incienso.
Después del Te Deum, el visitador canónicoha tomado la palabra. Ha invitado al nuevo custodio a recordar lo que el mismo san Francisco esperaba de sus frailes, en especial de los superiores, «venidos para servir». «El Señor le pide, padre Francesco -ha afirmado solemnemente- que cuide bien a sus frailes y todo el patrimonio de la Custodia, así como a todo el pueblo cristiano vinculado a ellos».
Fray Jakab Várnai ha proseguido agradeciendo calurosamente al padre Pierbattista Pizzaballa todo su trabajo realizado en estos últimos años. Luego ha leído el decreto oficial del nombramiento, primero en latín y después en inglés. La asamblea ha aplaudido. Se ha podido escuchar después la voz del nuevo custodio: segura, fuerte, confiada. En pie, ante el altar, ha recitado el Credo y pronunciado el juramento, acompañando las últimas palabras con la mano derecha sobre el Evangelio.
Ha sido el visitador, fray Jakab Várnai, quien le ha entregado el sello de la Custodia y así Francesco Patton se han convertido oficialmente en custodio de Tierra Santa. Tras el canto a san Francisco, el custodio ha tomado la palabra.
Se ha dirigido, en primer lugar en inglés, a la asamblea para agradecer a cada uno su participación y, como otro Francisco, se ha encomendado a la oración de todos. En italiano, la lengua oficial de la Custodia, se ha dirigido directamente a sus frailes. «He recibido la petición (de aceptar el cargo) como una nueva llamada y he respondido como en el día de mi primera profesión. Tengo la sensación de ser un novicio [...] pero el Señor es nuestro Custodio [...]. Os pido que me acojáis así, como se acoge a un nuevo fraile.
Palabras de humildad, acento típico franciscano, durante las cuales no ha faltado el agradecimiento a su antecesor.
Después, el centenar de frailes presentes, representantes de todos los conventos de Israel, Palestina y Jerusalén, se han acercado a abrazarlo en señal de acogida y a manifestarle su obediencia.
A pesar del carácter solemne de la celebración, la atmósfera era manifiestamente alegre. Una alegría que ha continuado durante el refresco posterior. Muchos religiosos y religiosas, también los cristianos de Jerusalén, trabajadores de la Custodia, se han acercado al custodio para intercambiar con él algunas palabras y hacerse las primeras fotos.
¡La Custodia tiene un nuevo Custodio!
Ha venido de lejos, pero se ha encontrado con una comunidad a la que amar, un pueblo al que servir y sus pasos se insieren, más que nunca, en los de Jesucristo.
El padre visitador a continuación ha leído el Decreto oficial del nombramiento.