Jericó, un sueño hecho realidad | Custodia Terrae Sanctae

Jericó, un sueño hecho realidad

El jueves 19 de diciembre de 2013, más de cuatrocientas personas respondieron a la invitación de fray Mario Hadshiti, párroco de Jericó: autoridades municipales y estatales, representantes religiosos de las distintas confesiones, profesores, asociaciones y otros dignatarios. Ninguno quiso faltar a este momento festivo no solo para la comunidad cristiana sino para toda la población de esta ciudad palestina de 30.000 habitantes.

Tras más de cuatro años de trabajo, el Terra Sancta School de Jericó ha abierto por fin sus puertas a finales del mes de agosto para acoger a cerca de 500 alumnos (chicos y chicas), de los que solo 36 son cristianos. Visto el éxito celebrado en Belén, los franciscanos decidieron invertir nuevamente en esta ciudad bíblica milenaria a través de un vasto proyecto educativo. Fray Firás, párroco de la parroquia de Jerusalén, recordaba: «Esta escuela es presencia real de los cristianos y signo de su voluntad de seguir en Jericó».

Es cierto que la comunidad cristiana está representada por un pequeño núcleo de familias (alrededor de 500 personas). Fray Mario confiesa: «Antes de llegar aquí estaba un poco inquieto. Jericó está aislada en el desierto. Y no es exagerado decir que la comunidad cristiana estaba un poco abandonada. Me preguntaba qué podía hacer». El convento, la iglesia o incluso la escuela, que estaba vacía desde hacía tres años y sin ningún sistema de depuración del agua; había mucho que hacer. Pero fray Mario se puso a trabajar y comenzó a limpiar y poner orden. «El orden, la disciplina y también la hospitalidad forman parte del espíritu de san Francisco. Lo que más me ha ayudado en mi rutina cotidiana ha sido la confianza de la Custodia y, en particular, la de mi hermano, el padre Custodio, que creyó en mí y en mi capacidad. He descubierto que podía hacerlo. He pedido ayuda y la he recibido».

Gracias a su personalidad sociable y dinámica, fray Mario, desde su llegada en mayo de 2012, se integró rápidamente en la comunidad local. «Los cristianos necesitaban sentirse representados», ha explicado. Ciertamente, el deseo es que el número de cristianos crezca, pero es plenamente consciente de su misión en una ciudad de mayoría musulmana. Y dice sonriendo: «He sido muy bien acogido rápidamente por todos. Hasta me han llamado sheij Mario (sheij es un título honorífico en la cultura oriental reservado a los líderes de las mezquitas)». Podría parecer irrisorio, pero es sobre todo un signo de respeto y de diálogo interreligioso.

En Jericó, la inauguración supuso el acontecimiento más importante del día, incluso del mes. Fray Mario, como buen cicerone y con una gran atención, acogió y acompañó a los invitados durante toda la tarde. Concierto, desfiles, fuegos artificiales, recepciones, adornos con los colores de Palestina y de la Iglesia católica, vestidos típicos tradicionales… nada faltó en la fiesta, ni tampoco las cámaras de la televisión palestina. Los discursos se sucedieron y los agradecimientos fueron numerosos a todos los protagonistas de esta hermosa realidad.

Fue el custodio de Tierra Santa, fray Pierbattista Pizzaballa, quien puso el punto final a esta gozosa y rica ceremonia. En resumen, afirmó: «Esta escuela es un sueño que se ha hecho realidad no solo para los franciscanos, sino para toda la población de Jericó». Roni, cristiano de Belén llegado para animar a la comunidad de Jericó, daba las gracias así: «Los franciscanos han hecho un gran trabajo; sus escuelas son ejemplo para nosotros de que nuestra fe es importante. Estamos orgullos de tener escuelas buenas y competentes en Palestina». No fue el único que viajó hasta Jericó con este motivo, los frailes de San Juan de Acre, de Belén, Nazaret y Jerusalén, todos ellos vinieron para compartir la alegría «inexplicable» de fray Mario.

Hay todavía muchos retos que afrontar en el Terra Sancta School de Jericó, pero mientras los villancicos de Navidad resuenan todavía en la noche oscura y fría, los jóvenes sueñan con un brillante futuro. En cuanto a los futuros peregrinos, todos ellos son bienvenidos como todos manifiestan. El jardín de la Custodia es un oasis en medio del desierto. ¡A buen entendedor pocas palabras bastan!

Emilie Rey