La clase de Catecismo se prepara para la Semana Santa | Custodia Terrae Sanctae

La clase de Catecismo se prepara para la Semana Santa

Dos niños suben por la calle San Francisco de la ciudad vieja de Jerusalén y entran por la gran puerta del convento de San Salvador para asistir a la clase de Catecismo dominical.

En Israel y Palestina, la Custodia de Tierra Santa está encargada de distintas parroquias de la diócesis latina de Jerusalén. Algunas son anteriores a la reapertura del Patriarcado latino en 1847, como las de Jerusalén, Belén y Nazaret en las grandes ciudades, pero también las de Jafa, San Juan de Acre, Caná, Ramle y Jericó.

Fray Aymán Bacish está ya en el patio del Terra Sancta College y saluda a los pequeños, uno a uno. Para crear buen ambiente, el fraile ha elegido un canto de alabanza con un ritmo dinámico. «Para nosotros, en el catecismo del domingo, el Evangelio es aquello que sucedió aquí -explica fray Aymán-. Cuando pregunto a los niños sobre Jesús, no es tanto sobre los textos evangélicos sino sobre los lugares que les son familiares. Aquí le visitamos, le vemos y le tocamos».

Los niños, de 5 a 10 años, son 45 en total. El domingo, durante el Tiempo ordinario, llegan por la mañana a las 8.30 y empiezan haciendo deporte. Una breve oración anuncia que empieza el tiempo del Catecismo, donde los niños se organizan por edades; después, todos asisten a la misa, incluso los menos entusiastas. En tiempos extraordinarios como el último domingo de Cuaresma, el fraile y su equipo de diez personas han elegido una procedimiento pedagógico alternativo: acercarse hasta el Santo Sepulcro para hablar, en otras cosas, de la resurrección.

Los turistas de la ciudad vieja se sorprenden al ver a los pequeños peregrinos locales que se dirigen a la basílica de la Resurrección. «Delante de la basílica, con los niños sentados en la escalinata de la capilla de los Cruzados, se les habla de la historia de la Iglesia y luego se lee el evangelio de la resurrección». En el Gólgota, los niños permanecen en silencio delante de la cruz. «Hemos rezado por las familias, por las víctimas de las persecuciones y por la paz», precisa el fraile.

Apenas han descendido, los niños vuelven a su nerviosismo habitual. «Hay que decir que ha habido algún intento de fuga por las callejuelas de la ciudad vieja, su barrio, pero es normal. Otros, una vez en el lugar, habrían querido realizar la visita al Santo Sepulcro en solitario. A esta edad la creatividad nunca falta».

La preparación para la Semana Santa y la Pascua se ha ido haciendo por etapas, con uno o dos temas cada domingo: el ayuno y la oración, el sacramento de la confesión, las obras de misericordia y la resurrección.

«Ante la Piedra de la Unción, hemos hablado de José de Arimatea y de cómo debemos acoger a Jesús, insistiendo no solo en la oración, sino también en los gestos cotidianos de amor, siguiendo el ejemplo de José de Arimatea».

La siguiente parada ha sido la tumba de Jesús, donde se ha realizado una simple explicación de la resurrección y de su significado, seguido por un momento de oración. «Tras la foto de grupo delante del edículo, algunos se han quedado rezando más tiempo, otros han querido encender unas velas, es decir, jugar con el fuego».

«Como se puede apreciar, estos niños vienen con frecuencia solos a la iglesia, sin sus padres -explica el fraile-, incluso cuando no hay catecismo dominical y no hay juegos. El mensaje de estar cerca de Jesús, de escuchar sus palabras en el Evangelio y de intentar vivir como los primeros cristianos cala dulcemente en los niños. No quiero que aprendan nada de memoria, sino que dejen que nazca en ellos el amor por Jesús y el conocimiento personal de Dios».

N.H.