La cruz, principio de la resurrección | Custodia Terrae Sanctae

La cruz, principio de la resurrección

El sábado 14 de septiembre, a las 9 de la mañana, la procesión de los frailes franciscanos que salió del convento de San Salvador, llega a la basílica del Santo Sepulcro para celebrar la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. La procesión, desde la capilla de la Aparición a María Magdalena, ha subido al monte Calvario, donde los fieles la estaban ya esperando. «Para entrar en la riqueza de la sabiduría de Dios, decía san Juan de la Cruz, es necesario entrar a través de la puerta; esta "puerta" es la cruz». Síntesis del misterio pascual, esta «puerta» que Jesús nos invita a alcanzar, y de la que se venera el leño desde hace casi 1.700 años, reúne todos los años a los cristianos de Tierra Santa y a los peregrinos del mundo entero. En este día se conmemora la liberación de la santa cruz, reconquistada a los persas en el 628.

La eucaristía ha estado presidida por el nuevo vicario custodial, fray Dobromir Jasztal (véase este artículo). En su homilía, fray Dobromir ha recordado que «tanto la Iglesia como el Nuevo Testamento están atravesados por el misterio de la cruz, signo de la humillación más profunda de Cristo», pero la cruz es, al mismo tiempo, «el principio de su resurrección». Es sobre la cruz donde Jesús es exaltado; así, es la misma cruz la que es exaltada.

Fray Dobromir ha exhortado a la asamblea a elegir el camino de la fe laboriosa para poder así ser elevados por la cruz. Pero esta fe no es la simple aceptación de la crucifixión que, como hecho en sí, no necesita la fe para ser reconocida. «Lo que es necesario es creer en todo lo que Jesús operó por la cruz». La fe debe traducirse en toda la vida cristiana, es decir, en la imitación del mismo Cristo. «Amad a vuestros enemigos, haced el bien a quienes os odian, bendecid a quienes os maldicen» (Lc 6,39). La cruz fue expresión de la voluntad del Padre a quien Jesús fue fiel, para elevarnos junto a Él, para perdonar como Él ha perdonado, para amar como Él ha amado. La cruz resume esta palabra de amor y de perdón. La imitación de Cristo significa «desnudarse a sí mismo»; llevar la propia cruz significar seguir su ejemplo. Por su crucifixión, Él «entró en la gloria del Padre», como recuerda san Pablo en la Carta a los Filipenses. Él es Señor, Aquel a quien el cristiano debe consagrar su vida.

Al término de su homilía, fray Dobromir ha citado las palabras del papa Francisco, el día siguiente a su elección: «Quisiera que todos, después de estos días de gracia, tengamos el valor, verdadero valor, de caminar en presencia del Señor, con la cruz del Señor; de edificar la Iglesia con la sangre del Señor que derramó sobre la cruz; y de confesar la única gloria: Cristo crucificado. Así la Iglesia caminará hacia adelante».

Tras la eucaristía, la procesión, entonando el Vexilla Regis, ha llegado hasta el altar de la Aparición a María Magdalena, donde los fieles, tras haber recibido la bendición final, han venerado una reliquia de la Vera Cruz.

S.C/MAB
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Ver artículos de años anteriores.
2012 Exaltación de la santa Cruz
2011: En el centro del corazón de cada cristiano: La Santa Cruz nos eleva hacia Dios
Atraídos por el madero de la Vera Cruz