“Invito a toda la comunidad cristiana de la diócesis a unirse en oración por la Tierra Santa, por la paz de todos sus habitantes, por la paz de Jerusalén, por todas las víctimas de este conflicto interminable”. Así escribía monseñor Pierbattista Pizzaballa en su carta del 15 de mayo, dirigida a todos los sacerdotes, religiosos y religiosas y a los fieles de la diócesis latina de Jerusalén, tras la enésima explosión de odio y violencia que está ensangrentando una vez más la Tierra Santa”. Recogiendo esta llamada, la Custodia de Tierra Santa se sumará a la vigilia de oración por la paz que se celebrará en Jerusalén, en la iglesia de St Etienne (École Biblique) el próximo sábado, víspera de Pentecostés, a las 17:00.
“Debemos rezar más por la paz, por nuestra conversión y la de todos – decía el administrador apostólico del Patriarcado Latino -. ¡Debemos rezar de verdad al Espíritu para que cambie nuestro corazón para comprender mejor Su voluntad y darnos la fuerza para continuar trabajando por la justicia y la paz!”
Monseñor Pizzaballa declaraba: “¡Una vez más, como en una especie de círculo vicioso, nos vemos obligados a condenar cualquier forma de violencia, cada uso cínico de vidas humanas y de violencia desproporcionada. Una vez más nos vemos obligados por las circunstancias a pedir y gritar por la justicia y la paz!”
El 15 de mayo también se publicó un comunicado de la Asamblea de Ordinarios Católicos de Tierra Santa en el que se reitera la posición, muchas veces repetida por la Santa Sede, “sobre la necesidad de hacer de Jerusalén una ciudad abierta a todos los pueblos, el corazón religioso de las tres religiones monoteístas, y a evitar medidas unilaterales. “Llamamos a todas las partes involucradas a evitar el uso de la violencia y a encontrar el modo de poner fin lo antes posible al asedio impuesto a unos dos millones de palestinos en la Franja de Gaza”, se lee en el comunicado.
La invitación de monseñor Pizzaballa, dirigida a toda la diócesis – parroquias, comunidades religiosas, asociaciones y movimientos – en estos días de preparación para la solemnidad de Pentecostés, es a “dedicar una jornada de oración y ayuno por la paz en Jerusalén y acompañar la liturgia del día de Pentecostés con la oración por la paz”.
