La marcha antes de la fiesta | Custodia Terrae Sanctae

La marcha antes de la fiesta

2012/08/07

La marcha antes de la fiesta

La jornada comienza pronto en el Terra Santa School de Nazaret. A las 4 de la mañana los chicos ya están en pie para preparar la mochila, mientras que algunos intentan robar todavía algún minuto a Morfeo. Se inicia cuando el sol todavía no ha salido la última etapa de la marcha franciscana, que lleva a casi 200 jóvenes al Monte Tabor, pocos días antes de la fiesta de la Transfiguración. Una tradición que se mantiene viva desde hace años por los frailes de Tierra Santa.


Nazaret duerme todavía cuando los jóvenes se ponen en camino. Por el asfalto desierto de la ciudad la procesión avanza, en silencio y oración. Y en comunión con muchas otras ciudades del mundo que proponen este año esta forma de peregrinación.

Se empieza a entrever la meta cuando las primeras luces de la mañana iluminan la baja Galilea: el clima reflexivo deja paso a un entusiasmo contenido, pero lleno de vida. La joven comitiva empieza a entonar cantos de fiesta, y justo al salir de la ciudad los chicos parecen volver a encontrar todas las energías perdidas en estos agotadores días.

“Nos acercamos mucho a Dios y establecemos una relación más profunda con él. Son solo 7 días pero los recordamos todo el año”.

“Necesito estar cerca de Dios y caminar en esta marcha, de saber qué es lo que Dios quiere de mi vida”.

La oración común, los momentos compartidos a lo largo de todo el camino, los bailes improvisados que surgen durante las paradas hacen de la marcha franciscana uno de los momentos más esperados durante todo el año por los jóvenes de Tierra Santa, pero es también una manera —la del camino— de conseguir una mayor responsabilidad en la vivencia de la propia vocación cristiana, donde todo nació.

P. BADIE ELIAS, OFM
Custodia de Tierra Santa

“Caminamos siempre para potenciar la responsabilidad de los jóvenes, porque nuestros jóvenes, los jóvenes de todo el mundo han perdido el sentido de la responsabilidad en su vida. Aquí cogen su mochila, el saco de dormir, se alejan de internet, de todo aquello que los engaña, la vida que engaña a los jóvenes. Nosotros les damos la responsabilidad de ser cada vez más cristianos, más confiados en el Señor”.

Se acerca el mediodía de la última jornada de julio: los jóvenes están acabando el último tramo de camino para llegar a la Basílica de la Transfiguración. Ante la puerta de entrada se comparten las últimas bromas entre amigos que acompañan el último tramo. Cuando llegan todos, la comitiva se reúne. Los cantos vuelven a animar el camino hasta la entrada en la basílica. El silencio, entonces, se hace más solemne: todos se inclinan para besar el suelo, y después de la bienvenida del padre guardián, todos entran en la iglesia. Después de la alegría y el cansancio de estos días, la verdadera fiesta ahora se vive en un silencio lleno de emoción, en compañía de Cristo, transfigurado en este monte.