La nueva capilla de la Madre de Dios en el santuario de la Gruta de la Leche en Belén | Custodia Terrae Sanctae

La nueva capilla de la Madre de Dios en el santuario de la Gruta de la Leche en Belén

Detrás de la Basílica con la Gruta de la Natividad, sobre la cima de la colina, se haya el santuario rupestre de la Gruta de la Leche, muy venerado de los cristianos de Belén.

Entre las reliquias que han llegado a Europa desde el siglo VI, se han conservado fragmentos de roca pulverizada y confeccionada en pequeñas formas. Las más antiguas se encuentran en la catedral de Oviedo, España. Las más recientes, en el Museo del Studium Biblicum Franciscanum de Jerusalén, en forma de pequeñas hormas con el monograma mariano estampado o con el icono de la Madre de Dios.
Tales reliquias provienen de la gruta venerada hasta nuestros días en Belén y custodiada por los Padres Franciscanos desde comienzos del siglo XIV. Gotas de leche caídas del seno de la Virgen María mientras amamantaba al Niño Jesús habrían cambiado el color rosado de la roca de Belén. El polvo de la roca disuelto en el agua es lo que beben las madres que no tienen leche o aquellas mujeres que piden a la Virgen el don de la maternidad.

Un pequeño hospicio y una pequeña iglesia se construyeron sobre la gruta el año 1871. Artesanos de Belén en el 1935 decoraron la fachada de la iglesia trabajando la piedra como la madreperla. Detrás de la gruta se han identificado restos de la Edad del Hierro y tumbas de época bizantina y medieval. A este período pertenece la losa de piedra decorada con una grande espada que cubría la tumba excavada en la roca. De época bizantina (siglos VI-VII) es el doble ambiente diviso del pavimento de losas de piedra con un mosaico de aros acoplados y enrollados, a su vez decorados con motivos geométricos, florales y de algunos animales, entre ellos un zorro, un pavo y dos peces. En dos aros del segundo ambiente, un artesano ha escrito en árabe la fecha de la tumba: “esta tumba fue realizada el día noveno del mes de octubre”.

La idea de la nueva capilla, que se sentía como una necesidad para satisfacer el deseo de los numerosos grupos de peregrinos que durante el Gran Jubileo del año 2000 visitaron Belén, y de fra Lorenzo Bode, desde hace tantos años custodio del santuario, animado por Don Jan Majernik, guía de peregrinos. Éste había presenta una solicitud oficial a la Custodia de Tierra Santa, asegurando que el proyecto estaba respaldado por los Obispos de Eslovaquia.

Un encuentro providencial entre el Padre Giovanni Battistelli y el Padre Constantino Ruggeri decidió la realización, también para satisfacer la necesidad de trabajo de los habitantes de Belén, extrema desde la intifada y la presión ejercida por el ejército israelí. Inició así un proyecto que ha llevado a la construcción de la nueva capilla de la Madre de Dios ideada por el padre Constantino Ruggeri y realizada por el arquitecto Luigi Leoni con la ayuda y colaboración de la colega Chiara Rovati, y el padre Michele Piccirillo como consejero.

La nueva capilla, firmemente unida a la preexistente iglesia rupestre de la Gruta de la Leche mediante un túnel, quiere ser, en palabras del padre Constantino, “un testimonio de belleza y de amor a Maria. La he creado pensando en una cándida flor que en su corola acoja, como en una cuna, al Niño Jesús. Espero que todos los fieles, entrando en la nueva iglesia, puedan vivir una experiencia altamente mística”.

Técnicamente, la capilla realizada por técnicos y trabajadores palestinos de Belén, ha tenido un desarrollo en planta de 300 metros cuadrados. Las paredes son de hormigón armado mientras que las cubiertas se han realizado en hierro. El revestimiento externo está realizado con piedra rosa de Belén de grande espesor. Las vidrieras artísticas, de 85 metros cuadrados, se han realizado en vidrio antiguo soplado unido al plomo. Las esculturas del Altar, el Puesto de la Palabra y los asientos son monobloques en piedra de las canteras locales. Los bancos para los fieles, siempre bajo el diseño del padre Constantino, así como las vidrieras y el mobiliario litúrgico diseñados en Italia, los han realizado carpinteros de Belén con financiación de los cristianos de Eslovaquia. La unión con el santuario rupestre preexistente ha hecho posible excavar en el subsuelo otra capilla y otro espacio dedicados a exposiciones y depósitos, con una superficie de 400 metros cuadrados. En la nueva capilla una estatua y un icono de la Virgen recordarán a los peregrinos la devoción de los cristianos de Eslovaquia por la Madre de Jesús.

Terminada la estructura de la capilla, se ha dado luz verde a la restauración del santuario primitivo, en gran parte excavado en caliza blanca de la montaña de Belén, a una cota de tres metros de profundidad con respecto a la calle. Con intervenciones oportunas, que lo han liberado de las incrustaciones de cemento y de añadidos que lo han recargado durante siglos, el santuario retomará su sobria dignidad de lugar de recogimiento y de oración, muy buscado por las madres de Belén.

En un lugar oportuno se conservarán los exvotos en madreperla donados a la Virgen por los cristianos, especializados en el entallamiento de la madreperla, una artesanía nacida y crecida en Belén gracias a la presencia de los franciscanos en la ciudad, que promovieron la producción de objetos devocionales en madera de olivo y madreperla, todavía hoy muy activo al servicio de los peregrinos. Un arquitecto franciscano, padre Bernardino Amico, que fue también guardián del convento, introdujo a finales del 1500 la ejecución de pequeños modelos en escala de la Basílica del Santo Sepulcro y de la Basílica de la Natividad, preciosos testimonios de dos santuarios en los siglos decimoséptimo y decimoctavo, realizados por artesanos de Belén.

El proyecto nacido en 2002, en un momento de gran tensión militar (la llegada del padre Constantino y del arquitecto Leoni, acompañados del padre Pasquele Ghezzi, comisario de Tierra Santa para la Lombardía en marzo de aquel año fue acompañado de bombardeos y destrucciones que pusieron de rodillas esta pequeña ciudad, arrancada de Jerusalén y en la línea de un confín absurdo) es también signo de una paz posible a la que también la población de Belén tiene el derecho de anhelar después de años de tensión.

La nueva capilla será inaugurada el 31 de diciembre del 2006, en la vigilia de la fiesta litúrgica de la Madre de Dios, que es también la jornada de la paz elegida por el Papa para recordar al mundo y a sus gobernantes el bien sumo de la paz que Jesús, hijo de María, vino a traernos naciendo en la Gruta de Belén.

Michele Piccirillo