El domingo 5 de junio, la parroquia latina de San Salvador, en Jerusalén, ha celebrado una misa en honor del custodio saliente, fray Pierbattista Pizzaballa. En presencia de Julio César BUNADER, el Vicario General de la Orden Franciscana, del visitador general de la Custodia de Tierra Santa, fray Jakab Várnai, numerosos frailes, religiosos y parroquianos han querido estar presentes para mostrar su agradecimiento por doce años de servicio franciscano a la cabeza de la Custodia de Tierra Santa.
Después de su homilía, fray Firás Hiyazin, el párroco, ha dado las gracias al padre custodio en nombre de los parroquianos y de todos los frailes al servicio de la parroquia latina de Jerusalén. Posteriormente se le han ofrecido unos regalos, en señal de agradecimiento, por parte de la parroquia de Jerusalén.
Antes de la bendición final, el padre custodio se ha dirigido a los parroquianos con estas palabras: «La gratitud es uno de los dones del Espíritu Santo y, como afirma el evangelio del día, es Cristo quien da la vida. Tenemos a Cristo entre nosotros, Él ya está entre nosotros. Ahora nos toca a nosotros abrir los ojos y ver su presencia y los regalos que Él nos ofrece».
«En estos días he recibido numerosos agradecimientos, hoy me toca a mí ofrecer el mío –ha dicho-. En primer lugar al Señor por mis 26 años en Jerusalén, de los que 12 han sido como Custodio. Después, esta marcha marcará un nuevo capítulo en mi vita. Lo que he recibido en esta ciudad, de mis frailes, de la comunidad, es inconmensurable. He aprendido mucho de cada uno y de todos vosotros, doy las gracias por todo lo que hemos construido juntos, a pesar de los fracasos y las dificultades. A pesar todo, el Señor sigue haciendo cosas hermosas entre nosotros. Rezaré por vosotros. Sabed que os he amado y os seguiré amando. Aunque seamos una comunidad pequeña y frágil –ha subrayado después- estamos en el corazón de la vida de la Iglesia. Queremos que este lugar herido siga formando parte de la presencia de la vida cristiana. Como dice el evangelio del día, queremos estar en presencia de Jesús y hacer todo por la gloria de Cristo».
Después de la misa, los exploradores han llevado a la asamblea al salón de la Inmaculada Concepción para que pudiera disfrutar de un refresco y de un momento fraterno. Frailes, religiosos de todas las comunidades y parroquianos pequeños y grandes se han puesto en fila para dar las gracias por última vez al custodio y hacerse una foto de recuerdo.
Después de su homilía, fray Firás Hiyazin, el párroco, ha dado las gracias al padre custodio en nombre de los parroquianos y de todos los frailes al servicio de la parroquia latina de Jerusalén. Posteriormente se le han ofrecido unos regalos, en señal de agradecimiento, por parte de la parroquia de Jerusalén.
Antes de la bendición final, el padre custodio se ha dirigido a los parroquianos con estas palabras: «La gratitud es uno de los dones del Espíritu Santo y, como afirma el evangelio del día, es Cristo quien da la vida. Tenemos a Cristo entre nosotros, Él ya está entre nosotros. Ahora nos toca a nosotros abrir los ojos y ver su presencia y los regalos que Él nos ofrece».
«En estos días he recibido numerosos agradecimientos, hoy me toca a mí ofrecer el mío –ha dicho-. En primer lugar al Señor por mis 26 años en Jerusalén, de los que 12 han sido como Custodio. Después, esta marcha marcará un nuevo capítulo en mi vita. Lo que he recibido en esta ciudad, de mis frailes, de la comunidad, es inconmensurable. He aprendido mucho de cada uno y de todos vosotros, doy las gracias por todo lo que hemos construido juntos, a pesar de los fracasos y las dificultades. A pesar todo, el Señor sigue haciendo cosas hermosas entre nosotros. Rezaré por vosotros. Sabed que os he amado y os seguiré amando. Aunque seamos una comunidad pequeña y frágil –ha subrayado después- estamos en el corazón de la vida de la Iglesia. Queremos que este lugar herido siga formando parte de la presencia de la vida cristiana. Como dice el evangelio del día, queremos estar en presencia de Jesús y hacer todo por la gloria de Cristo».
Después de la misa, los exploradores han llevado a la asamblea al salón de la Inmaculada Concepción para que pudiera disfrutar de un refresco y de un momento fraterno. Frailes, religiosos de todas las comunidades y parroquianos pequeños y grandes se han puesto en fila para dar las gracias por última vez al custodio y hacerse una foto de recuerdo.